La eficiencia energética es fundamental para optimizar el uso de los recursos energéticos, reducir costos operativos y contribuir a la sostenibilidad ambiental. Las universidades, como grandes consumidores de energía debido a sus extensas instalaciones, laboratorios, auditorios y sistemas de climatización, tienen una gran oportunidad de implementar medidas que minimicen el consumo energético sin comprometer el confort ni la funcionalidad. Mejorar la eficiencia energética en el entorno universitario permite ahorrar recursos, así como reducir la huella de carbono de la institución, promoviendo su compromiso con el cambio climático.
Los pasos para lograr un uso responsable y eficiente de energía en la universidad son los siguientes:
- Desarrollo de diagnósticos energéticos. Útil en la identificación de áreas de oportunidad y establecer un punto de partida para las futuras construcciones y mejoras universitarias.
- Implementar tecnologías y equipos de alta eficiencia. Consiste en instalar sistemas de iluminación, aire acondicionado, y electrónicos de alta ficiencia.
- Fomentar el monitoreo eléctrico y la cultura de ahorro energético. A través de campañas educativas sobre cómo apagar equipos cuando no se usen, ajustar la temperatura de los sistemas de acondicionamiento de aire, y reducir el uso de electricidad en horarios de baja demanda, es posible fomentar hábitos de consumo responsable de energía. Así mismo, el monitorear consumos y el realizar mantenimientos correctivos, preventivos y predictivos a los equipos son cruciales para asegurar que operen de manera eficiente durante su vida útil.
- Implementar fuentes de energía renovable. La integración de proyectos de energía renovable, como los sistemas fotovoltáicos, reduce la dependencia de fuentes de energía convencionales, a la vez que permite ahorrar recursos derivados de la facturación eléctrica en la universidad.