Irmgard Rehaag
Instituto de Investigaciones en Educación
Universidad Veracruzana
Con la creciente globalización, cada vez más personas de diferentes países y culturas se encuentran en todas las áreas de la vida. Este encuentro muchas veces está acompañado de conflictos y problemas, dado que el trato con una cultura extraña, con el “otro”, lleva a irritaciones y malos entendidos, donde con frecuencia faltan los elementos que ayudan para el acercamiento entre diferentes culturas. El conocimiento acerca del significado de la interculturalidad ofrece una comprensión básica para entender lo “propio” en relación con lo “extraño”.
El siguiente ensayo tiene la finalidad de ofrecer definiciones básicas de la interculturalidad, para con ello obtener elementos que se puedan aplicar en el estudio de los encuentros interculturales e internacionales. Posteriormente se propongan con la descripción de competencias interculturales componentes para su aplicabilidad en los encuentros con el “otro”.
Para acercarse al significado de la interculturalidad es importante aclarar los conceptos que componen la palabra. El entendimiento de lo que es la cultura y la multiculturalidad llevan a una explicación del concepto de la interculturalidad.
Durante una larga historia de intercambios de características culturales, que traspasaron pueblos y fronteras, se desarrollaron las culturas de la humanidad. Ninguna cultura se desarrolló en un vacío, sino que el encuentro y la comparación con otras culturas hacen ver la particularidad y diferencia cultural.
En la conferencia mundial de la UNESCO sobre política cultural, la cultura fue definida de la siguiente forma:
La cultura es considerada en un sentido amplio como la totalidad de los aspectos espirituales, intelectuales, materiales y emocionales de una sociedad o un grupo social. Esto no solamente abarca el arte y la literatura, sino también las formas de vivir, los derechos fundamentales del ser humano, sistemas de valores, tradiciones y creencias.1
Una definición holística de la sociología y la antropología cultural dice lo siguiente: “Cultura se refiere a la totalidad de la herencia social acerca del conocimiento, de las creencias, los usos y costumbres y las habilidades que adopta un miembro de una sociedad” (Mintzel, 1997, p.72).2 Otra definición sociológica diferencia la cultura de la siguiente forma: “a. los ideales de una cultura, quiere decir un complejo de valores, percepciones y normas, b. la cultura simbólica, que incluye símbolos verbales y no-verbales, y c. la cultura material, que se refiere a los objetos como herramientas, máquinas, edificios, cuadros etc. Existen múltiples relaciones entre estas diferentes áreas culturales” (p. 72). Así, la cultura es la forma en que vive una determinada sociedad o un grupo social, y que se transmite de generación en generación a través de la imitación, el aprendizaje y las experiencias. Cada cultura tiene una vertiente nacional, igual que una individual, que se refleja en los valores y características de cada persona. Las bases culturales de un individuo están formadas por la familia, la religión, la educación, la profesión, la raza, la generación, los vecinos, los amigos, la región geográfica, el género. La diversidad de las áreas que marca la unicidad de cada individuo refleja también la diversidad de las características culturales.
Hablando de cultura tenemos que diferenciar entre la cultura explícita y la implícita. Explícitas son aquellas presentaciones culturales que se perciben con los cinco sentidos, como, por ejemplo, la comida, la arquitectura, la lengua, la vestimenta, la música, la literatura, el arte, el uso del tiempo, etc. Las expresiones culturales implícitas son las tradiciones, las costumbres, la ideología, la mentalidad, los roles de género, la religión, la educación, el concepto del tiempo, los valores, etc. Con referencia a las expresiones explícitas e implícitas de la cultura se habla del iceberg cultural, dado que lo visible, el comportamiento cultural explícito solamente demuestra una pequeña parte de las expresiones culturales; en cambio, el comportamiento cultural implícito, lo invisible, ocupa en las presentaciones culturales un espacio mucho más grande y frecuentemente no es tomado en cuenta, es malinterpretado o ignorado, y por lo mismo, se pueden producir situaciones culturales conflictivas.
Hay muchos ejemplos para demostrar las diferencias en el comportamiento cultural, y esto se nota claramente, por ejemplo, en la forma como son construidas las relaciones, o qué manera domina en la comunicación o qué concepto de tiempo tiene relevancia. Así, algunas culturas hacen énfasis en las reglas, mientras que otras culturas hacen énfasis en las relaciones. Por lo mismo, hay mucha diferencia en el desarrollo de las relaciones, que en algunas culturas pueden llevar un largo tiempo para comenzar, mientras que en otras, las relaciones pueden empezar rápidamente, pero llegando a cierto punto se topan con un obstáculo que dificulta la intensidad de la relación; y todavía en algunas otras culturas las relaciones se crean a través de una serie de capas.
En la comunicación se refleja la forma que domina en la expresión. En algunas culturas la expresión está orientada a las relaciones, y en otras, la expresión esta orientada a la función. Esta diferencia se demuestra en que en la cultura orientada a las relaciones se comunican primero los sentimientos y después los hechos, mientras en la cultura orientada a la función se comunican primero los hechos y los sentimientos después. Igual que en la expresión, también el significado de las palabras es determinado culturalmente. En una cultura con una comunicación de alto contexto el significado de las palabras depende del mismo contexto, y en ella, por ejemplo, un “sí” significa: “sí” o “quizás” o “no” o... En una cultura con una comunicación de bajo contexto el significado de las palabras es independiente del contexto y ahí un “sí” significa “sí”.
Otras diferencias culturales se reflejan de una forma muy notoria en el concepto y el uso del tiempo. Culturas con un concepto monocrónico del tiempo se orientan en los sistemas y las funciones, y en ellas el tiempo impone una estructura a las actividades. Mientras que en culturas con un concepto policrónico del tiempo la orientación está en las relaciones y las situaciones, y en ellas las actividades se presentan sin importar el reloj.
Con los conceptos analizados acerca de las diferencias en las expresiones culturales de los diversos sistemas sociales, se quiere subrayar el hecho de que no existe una cultura mejor o peor que la otra, sino que cada cultura tiene el mismo valor en su unicidad. Ninguna cultura se encuentra en un vacío; solamente a través de la existencia de otras culturas se manifiestan las diferencias y se puede identificar la unicidad de la propia cultura. Basándose en este concepto de cultura se puede definir la multiculturalidad de la siguiente forma: “Multiculturalidad es la coexistencia de diferentes culturas en una sociedad –sea de forma pacífica o en conflicto, sea en una convivencia paralela o integrada.” (Schulte, 1990, p.5)
Mientras el concepto de la multiculturalidad describe la vida paralela de diferentes culturas, el concepto de interculturalidad se refiere al encuentro entre culturas. Interculturalidad significa la interacción entre diferentes culturas. En este sentido, el concepto de la interculturalidad parte de la base de que todas las culturas son igual de válidas, y en un proceso de entendimiento mutuo se realiza un acercamiento al “otro” o “extraño”, que al mismo tiempo implica un enfrentamiento con la propia cultura. La interculturalidad se manifiesta en un movimiento que traspasa fronteras, nunca se queda quieta, esquiva al control, porque está cambiando todo el tiempo la perspectiva y así observa al observador.
Los sistemas sociales de hoy en día se caracterizan cada vez más por la presencia de diferentes identidades culturales. La historia está llena de ejemplos, con encuentros constructivos y destructivos entre diferentes culturas. La habilidad de tratar a lo ajeno o extraño de una forma positiva será, para el futuro, una de las técnicas más importantes de adquirir. Se trata de experimentar a lo extraño como algo que no amenaza, sino como un elemento que enriquece la vida.
Un encuentro intercultural siempre nos regresa a nuestra propia cultura, dado que es el punto de referencia para experimentar la diferencia cultural, y a través de la interacción con el “otro” se puede construir una comunidad entre diferentes culturas. Esta comunidad solamente puede tener éxito cuando se basa en el respeto de lo “propio” y lo “ajeno”. Enfrentarse con lo “extraño-ajeno” significa un enriquecimiento de la realidad vivida. Hablando de interculturalidad muchas veces se olvida que la experiencia concreta, así como el diseño del encuentro intercultural, refleja variaciones de cultura a cultura, lo que quiere decir que está marcado por cada cultura.
El concepto de interculturalidad analiza la interacción entre diferentes culturas, y dentro del concepto se hace la diferencia entre la interculturalidad en un contexto nacional –cuando viven diferentes grupos étnicos en un mismo país, como, por ejemplo, la situación de los grupos indígenas y la población mestiza en México–, o la interacción en un contexto internacional –cuando, por ejemplo, colaboran personas de diferentes países en equipos interculturales de instituciones o empresas transnacionales.
La interculturalidad en un contexto nacional presenta diferentes características que en un contexto internacional, dado que la percepción del “otro”, del “extraño-ajeno”, lleva otra connotación cuando los diversos grupos de encuentro pertenecen a la misma nación y comparten un mismo territorio. En el encuentro intercultural entre diferentes grupos étnicos de una misma nación, la dominancia y el poder significan un papel muy importante. La historia contemporánea nos ha demostrado en muchas situaciones la dificultad de un encuentro intercultural en un contexto nacional, sobre todo cuando se disputa la hegemonía en el país.
De qué forma se percibe lo extraño de una cultura desconocida y cómo se maneja esta situación, depende en gran medida del auto-concepto de sí mismo. La auto-percepción y la percepción del extraño son dos momentos, que muchas veces no tienen nada que ver el uno con el otro. La sensibilidad de percepción está fuertemente determinada por el auto-concepto y el contexto cultural en el cual una persona se encuentra. Cómo es percibida la unicidad de la propia cultura y cómo se ha constituido la auto-consciencia cultural, son cuestionamientos que llevan a situaciones más profundas. La interculturalidad es el nombre de una posición filosófica y cultural, de una convicción y una visión.
De forma creciente ha aumentado el encuentro con el “otro” en todas las áreas posibles, sea profesional, privada, institucional; y la capacidad de reaccionar en un encuentro intercultural de una manera constructiva se hace cada vez más necesario. Un comportamiento intercultural implica aprender a aceptar, en situaciones concretas, la diferencia mutua, y al mismo tiempo, reconocer que aceptar la diferencia mutua tiene sus límites cuando falta el respeto hacia el “otro”. Para llegar a ser justo en la situación de un encuentro con lo extraño se hace necesario el conocimiento acerca del comportamiento y la comunicación del “otro”, lo que implica saber de la interculturalidad.
Un ejemplo que describe las reacciones que se pueden dar en el encuentro con lo “extraño” es el choque cultural. El choque cultural se refiere a reacciones problemáticas que se pueden dar cuando alguien está durante un corto o prolongado tiempo en un contexto cultural desconocido. El concepto de choque cultural fue elaborado por el antropólogo Kalvero Oberg en 1960, y se refiere a dos situaciones: por un lado a la caída emocional después de la sensación de euforia; y por el otro lado describe el proceso de la crisis cultural y su solución (pp. 177-182). Las fases son:
1. Sensación de estrés, provocado por la angustia de no lograr los procesos psíquicos de adaptación.
2. Sensación de pérdida en relación a los amigos, la profesión, los bienes.
3. Sensación de rechazo, dado que uno se siente rechazado por los miembros de la nueva cultura o la rechaza.
4. Desconcierto acerca del propio rol, de las expectativas con esto, de los valores, de las propias sensaciones y de la propia identidad.
5. Sorpresa, miedo y enojo después de haber entendido el alcance de las diferencias culturales.
6. Sensación de paralización porque uno cree que no se puede adaptar a la nueva cultura.
Una estancia en un país extranjero significa la confrontación con una cultura ajena a la propia y sus reglas diferentes. Si la persona no se preparó para el encuentro, intentará reaccionar en base a sus modelos de comportamiento y de reflexión aprendidas, lo que quiere decir que el propio comportamiento y el de los “otros” son evaluados partiendo de los propios paradigmas culturales.
Paradigmas culturales son conceptos básicos, morales y culturales, así como valores que corresponden a la posición común de la mayoría de las personas de una cultura. Los paradigmas culturales también son conocidos como “concepción del mundo”, “visión del mundo”, “imagen del ser humano” o “concepción de lo natural”.
Los paradigmas culturales describen los elementos que son reconocidos en una cultura como verdaderos, buenos o necesarios, y esto en relación a:
–la concepción de los seres humanos acerca de sí mismos,
–su concepto acerca de los demás y de la sociedad,
–su concepto acerca de la naturaleza y de un ser superior (por ejemplo, dios).
Las culturas se diferencian con respecto a estos conceptos.
Muchas veces sucede que los paradigmas culturales de un país no tienen importancia o faltan por completo en culturas ajenas a la propia, y esto puede producir problemas en la comunicación, en la resolución de conflictos o de las situaciones de la vida cotidiana en un contexto desconocido culturalmente. El choque cultural produce dificultades de adaptación a una cultura diferenta a la propia.
Para estar preparado frente al choque cultural es importante adquirir una competencia intercultural. La competencia intercultural es definida como una capacidad de interacción que incluye componentes afectivos, cognitivos y de comportamiento. El aumento de la migración en todos los diferentes niveles ha llevado a una creciente discusión acerca de la educación intercultural. Los fines de una educación intercultural son: reconocer y aceptar el pluralismo cultural como una realidad social; contribuir a la instauración de una sociedad de igualdad de derechos y de equidad; contribuir al establecimiento de relaciones interétnicas armoniosas. (Muñoz, 2001, p.101)
Según Bolton (2001, p.87) la competencia intercultural no es una capacidad autónoma, sino más bien la capacidad individual, social, profesional y estratégica de sub-competencias, con las cuales uno es capaz de vincularse en contextos interculturales de una manera coherente.
Una persona interculturalmente competente dispone del conocimiento acerca de su propia cultura y de otras culturas diferentes. El manejo de un segundo idioma ayuda mucho para la comunicación e interacción con personas de otras culturas, y por lo mismo es indispensable para la competencia intercultural. La persona competente es capaz de identificar obstáculos de comunicación en la interacción y puede expresarlos (meta-comunicación). Se espera una posición sin prejuicios frente a otras culturas, así como la disposición para aprender de los “otros” (policentrismo). Esta persona puede manejar situaciones de inseguridad, de un doble sentido y de mucha complejidad (tolerancia a la ambigüedad) y cuestiona de una forma crítica su propio comportamiento (distancia hacia su propio rol) (Kuehlmann & Stahl, 1989, p. 84).
Sub-competencias de la competencia intercultural son:
- Competencia lingüística
- Competencia del área
- Competencia social
- Competencia acerca de sí mismo
La competencia lingüística exige un conocimiento suficiente del idioma del país o del lugar.
La competencia del área incluye conocimientos acerca de la geografía y cultura del país o lugar, y también conocimiento metódico para la investigación de las organizaciones. La competencia social incluye sobre todo empatía y entendimiento hacia el “otro”, que se relaciona mucho con la comunicación no-verbal; también la habilidad de expresarse acerca de su propia cultura y el conocimiento de estrategias para moderar y resolver situaciones de conflicto. La competencia acerca de sí mismo incluye la habilidad de reflexión acerca de la propia cultura, así como la aceptación de la relatividad cultural, que lleva a un conocimiento con respeto al propio choque cultural y la formación de una personalidad con características interculturales.
La competencia intercultural refleja la habilidad de comunicarse de una forma adecuada y eficaz en un contexto desconocido y extraño. Esta comunicación deja siempre huellas en los que participan en ella.
Concluyendo, la historia de la humanidad demuestra una permanente fusión y diferenciación cultural hasta llegar a la diversidad cultural de la población mundial de hoy en día, lo que significa muchos procesos de transformación en todas las áreas de la vida. Estos procesos son denominados en base al aumento de la globalización como la “hibridización” de la cultura (Wägenbaur, 2005). La “cultura híbrida” se forma en las comunidades interculturales donde sus integrantes (migrantes, colaboradores de empresas multinacionales, expertos que viajan por el mundo, académicos, estudiantes, etc.) ya no se consideran pertenecientes a una sola cultura, y su número aumenta cada vez más con la globalización económica, tecnológica y de los medios de comunicación. Como ya se ha mencionado, la interculturalidad se refiere al proceso de lo que está pasando, dado que la interacción entre diferentes culturas produce nuevas dinámicas. Esta interculturalidad vista en un contexto local puede llevar a transformaciones profundas, dado que se pierde la “autenticidad”. Viéndolo a un nivel global se puede aprovechar esta transformación porque la “desautentización” lleva a nuevas interpretaciones de la identidad regional, que a su vez refleja el proceso de la evolución cultural.
Las reflexiones acerca de la interculturalidad que se presentaron en este ensayo no tienen el propósito de aportar un análisis exhaustivo de los conceptos revelados, sin embargo se espera haber contribuido con las definiciones básicas en torno a la interculturalidad una aportación importante al incipiente campo de los Estudios Interculturales y su aplicabilidad a los encuentros interculturales e internacionales.
Lista de referencias
Bolton, J. (2001). Interkulturelle Kompetenz. Erfurt, Landeszentrale fuer politische Bildung, p. 87.
Kuehlmann,T. & Stahl, D. (1989). Diagnose interkultureller Kompetenz:Entwicklung und Evaluierung eines Assesment Center. Wissenschaft und Praxis.
Mintzel, A. (1997). Multikulturelle Gesellschaften in Europa und Nordamerika – Konzepte Streitfragen, Analysen, Befunde. Passau: Wissenschaftsverlag Rothe.
Muñoz Sedano, A. (2001). Hacía una educación intercultural. Enfoques y modelos de educación multicultural e intercultural. Encounters on Education, 1, pp. 81-106.
Oberg, K. (1960). Cultural shock: Adjustment to New Cultural Environments. Practical Anthropology,7, p. 177-182.
Schulte, A. (1990). Multikulturelle Gesellschaft: Chance, Ideologie oder Bedrohung? Aus Politik und Zeitgeschichte, Beilage der Wochenzeitung Das Parlament, 1 (23-24), p. 3-15.
Wägenbaur, Th. (2005). Globalisierung und Interkulturalität. Elektronische zeitschrift für kulturen-künste-literaturen, 8.
1. Informe final de la conferencia mundial de la UNESCO sobre política cultural, efectuado del 26 de julio al 6 de agosto del año 1982 en la Ciudad de México.
2. La traducción de las citas fueron realizadas por la autora.