La nutrición vegetal es clave en la agricultura, destacando el nitrógeno, fósforo y potasio como macronutrientes esenciales para el desarrollo de los cultivos. La fertilización inorgánica ha facilitado el acceso a estos elementos, pero su uso excesivo causa impactos ambientales como contaminación y degradación del suelo. Para mitigar estos efectos, se promueven estrategias integradas que combinan fertilizantes inorgánicos, biofertilizantes, sustratos orgánicos y reguladores de crecimiento. El biocarbón de bambú mejora la retención de agua y nutrientes, mientras que las micorrizas y rizobacterias favorecen la absorción y la resistencia al estrés. Además, las auxinas estimulan el desarrollo radicular, optimizando la fertilización. En el caso de la caña de azúcar, se busca cultivar variedades con alta plasticidad fenotípica, capaces de adaptarse a distintos ambientes y prácticas agrícolas. La genética cuantitativa ofrece un marco conceptual para entender la interacción entre genotipo y ambiente, analizando cómo las plantas responden a factores como calidad del suelo y disponibilidad de nutrientes. Este enfoque permite seleccionar genotipos resilientes, maximizando la eficiencia del uso de fertilizantes y promoviendo la sostenibilidad agrícola. El objetivo es evaluar la variación fenotípica de diferentes familias genéticas de caña de azúcar frente a fertilización NPK, biocarbón y auxinas. Esto contribuirá al desarrollo de cultivares más adaptados y eficientes, reduciendo el impacto ambiental de la fertilización intensiva y fortaleciendo la producción agrícola sostenible.