Universidad Veracruzana

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Glenn Gould amó a su piano

Corre, lee y dile

 

Por Germán Martínez Aceves

 

Creación musical e interpretación son almas conjuntas que, si se interiorizan, si penetran en la profundo de la sensibilidad y del sentido de la vida, logran expresar la belleza del arte. Hay un creador de las composiciones, hay un ejecutante de la obra y hay un instrumento donde las notas musicales generan sonidos, sentimientos, colores, emociones.

Solo los genios logran traspasar los límites de lo convencional, uno de ellos fue Glenn Gould, un músico fuera de serie, quien logra la perfección de su sonido gracias al piano Steinway CD 318 y a su afinador de cabecera, Verne Edquist.

Esta divina trinidad (ejecutante-piano-afinador) es motivo del libro biográfico Romance en tres patas, escrito por la periodista estadounidense Katie Hafner, que se publica en español gracias a la traducción de Pablo Chemor Nieto y a la coedición de Elefanta Editorial con la Editorial de la Universidad Veracruzana.

Glenn Gould (Toronto, Canadá, 1932-1982) fue un pianista peculiar, excéntrico para algunos, genio, para otros. Poco dado a los conciertos en público, sus interpretaciones son conocidas gracias a sus grabaciones en disco. Más que estar en un escenario, Gould encontró la intimidad perfecta en los estudios de grabación. Su atmósfera partía desde una silla especial en la que se sentaba hasta su querido CD 318 a quien le hacía producir los mejores sonidos a las composiciones de Bach o de Schönberg.

Gould declaró en alguna ocasión: “Este piano tiene un mecanismo muy ligero, al igual que todos los pianos que yo prefiero. Mucha gente dice que tiene un sonido metálico, o que suena como un clavecín, o como un clavecín falso, o quién sabe qué. Tal vez sí, yo pienso que tiene el sonido más translúcido que cualquier piano que he tocado en mi vida”.

Su pasión lo llevaba a tocar el piano de tal manera que emitía cantos o voces en un idioma intraducible. Casi encorvado, los dedos de sus manos danzaban sobre el teclado y los veía feliz, pleno, gozoso, lleno de música y de espíritu.

Es muy probable que ese sonido metálico al que refiere, cercano al clavecín, haya sido lo más cercano a la música barroca de Bach y su voz juguetona en segundo plano, un homenaje atonal a Schöenberg.

Katie Hafner nos entrega un trabajo notable. Si bien podemos conocer la vida de este personaje que tenía miedo al contacto físico y prefería la sana distancia, la periodista nos lleva también a conocer otro par de biografías: la de Verne Edquist, un afinador de pianos casi ciego, quien es fundamental en la relación Gould-CD 318 y, la del propio piano, desde su origen en la Steinway & Sons, pasando por un accidentado viaje a un concierto que no se realizó, hasta su destino con el jazz. A los tres los sigue desde niños o desde la fábrica y continúa en sus cauces hasta que se encuentran en el destino del arte de la música.

Afuera del edificio de la CBC, en Toronto, Glenn Gould está eternizado en el bronce, sentado en una banca del parque, cerca de un estudio de grabación que lleva su nombre. Con su clásico abrigo, su boina y sus guantes tal vez sigue pensando lo que alguna vez dijo refiriéndose a su piano: “es la primera vez en la historia que hay un romance en tres patas”.

Romance en tres patas, de Katie Hafner, con traducción de Pablo Chemor Nieto, es una coedición Elefanta Editorial y de la Editorial de la Universidad Veracruzana, 266 páginas, 2020. Se puede adquirir en Xalapa, Veracruz, en la librería Hyperión.

 

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Última actualización

Fecha: 14 agosto, 2024 Responsable: Editorial Contacto: direccioneditorial@uv.mx