Universidad Veracruzana

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Las ruinas de la memoria

Corre, lee y dile

Por Germán Martínez Aceves

Perder la memoria es como estar en medio de un bosque cubierto de niebla. No hay camino
atrás, no hay claridad hacia adelante, no hay nada a los lados. No tener elementos que
ayuden a recuperar los recuerdos abren la puerta de la angustia para tratar de recobrar algo
que dé indicios que nos expliquen qué hacemos aquí, quiénes somos o qué hicimos.
Muchas veces es mejor que el olvido se encargue de todo ante algún golpe de la brutal
realidad.

El extravío de los recuerdos gira en la obra de Luis Guerrero, Las ruinas de la
memoria, ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido 2020 que
organizan la Universidad Autónoma de Nuevo León y la Universidad Veracruzana (UV), y
que fue elegida como la mejor por Elvira Popova, Hernán Galindo e Ingrid Cruz Cebada,
quienes formaron al grupo de jurados.

Luis Guerrero nació en Monterrey, Nuevo León, en 1983. Su formación está en la
mercadotecnia y su pasión en el teatro. Participó en el Seminario Intensivo de Dramaturgos
organizado por Panorama Sur y Alejandro Tantanian en Buenos Aires, Argentina en 2010.
En Tramoya, el cuaderno de teatro de la UV, ha publicado obras y en 2012 fue finalista del
Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo por su obra Números
imaginarios.

Las ruinas de la memoria pone en el escenario a Pilar y Alberto, dos ancianos que,
como suele suceder en esos momentos de la vida, pierden la noción de su pasado. La
memoria es una laguna que borra hechos o confunde acontecimientos.

En este caso, Alberto es el que deambula por los caminos del olvido y la confusión.
Pilar, para él, es tal vez una empleada o es Lucía o es su esposa. En su búsqueda
asistemática quiere encontrar a su hermano Santiago, un triángulo amoroso pasó en algún
momento de su vida y tal vez, entre los “no-me-acuerdo” busca el perdón.

Luis Guerrero pone a los dos personajes en el escenario donde su “aquí y ahora” son
fragmentos del pasado que de alguna manera tienen que reconstruir y sus diálogos se
construyen en un hospital, en un cementerio o en un automóvil. En cualquier circunstancia,
el pasado los atormenta, es como un espejo donde no se quieren ver, pero el secreto pervive
en ellos y tarde o temprano tendrán que afrontar.

Como en la película Amnesia, de Christopher Nolan, Alberto anota en una libreta
frases sueltas que probablemente lo ayuden a recobrar la memoria como: “Pilar”, “Lucía es
mi esposa”, “Santiago está muerto”. Aún así, la confusión prevalece.

El mérito de Luis Guerrero y que lo hizo acreedor al premio, es la poética de su
texto y la sensibilidad ante un problema, como la pérdida de la memoria, la demencia senil
o el Alzheimer, que a su vez es un manojo de problemas que suceden en las historias de
vida.

Como dicen en sus diálogos hacia el final Alberto y Pilar.
“Alberto: La verdad duele. Las mentiras también. Con memoria o sin memoria,
estamos jodidos.

Pilar: ¿Para qué seguir tratando de reconstruir algo que está destinado a
desmoronarse? ¿Para qué tanto esfuerzo si el colapso es inevitable? Por amor, nada más por
eso”.

Las ruinas de la memoria, de Luis Guerrero, es una coedición de la Universidad
Autónoma de Nuevo León y la Universidad Veracruzana, 87 páginas, 2021. Se puede
adquirir, en Xalapa, en la librería Hyperión, con envíos para todo el país.

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Última actualización

Fecha: 14 agosto, 2024 Responsable: Editorial Contacto: direccioneditorial@uv.mx