Corre, lee y dile
Por Germán Martínez Aceves
¿La corrupción forma parte del ADN del mexicano? Las frases de las reglas no escritas en la política parecen reafirmar al eterno círculo vicioso: “a mi no me den, pónganme donde hay”; “sin obras no hay sobras” o; “un político pobre, es un pobre político”. Y así, la risa cínica de algún personaje disimula sus acciones al echar mano del erario y engrosar sus cuentas bancarias.
A José López Portillo, quien en su campaña a la presidencia usó el slogan “La solución somos todos”, la coyuntura petrolera le favoreció, “administró la abundancia” pero su marca quedaría en la frase que los comediantes Chucho Salinas y Héctor Lechuga usaban para sus sketches políticos en el teatro: “La corrupción somos todos”.
El triunfo de Vicente Fox en el 2000 abrió el camino de la alternancia en el poder y la creación de nuevos mecanismos para transparentar el gasto público. A la larga, el nuevo pacto político renovó las formas de corrupción.
La idea para afrontar este problema fue la creación del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) aprobado en 2015 y coordinado por el Instituto Nacional de Acceso a la Información para articular esfuerzos institucionales de combate a la corrupción, procurar la transparencia y la rendición de cuentas de la actividad pública. Después vendría la propuesta de hacer sistemas estatales con los mismos objetivos.
Este tema complejo es revisado en el libro Narrativas de los Sistemas Estatales Anticorrupción en México. Reflexiones desde lo local, coordinado por José Galindo y Alberto J. Olvera quienes junto con 42 investigadores nos ofrecen un panorama del funcionamiento de las instituciones creadas en las 32 entidades del país para combatir la corrupción.
El SNA, como se explica en el libro, fue planeado para coordinar las distintas instituciones que se enfocan a la prevención, investigación, la detección y la sanción de faltas administrativas o de los delitos vinculados con hechos de corrupción.
Su andamiaje complejo y de difícil operatividad tiene cuatro pilares: la Secretaría de la Función Pública, la Auditoría Superior de la Federación, la Fiscalía especializada en Combate a la Corrupción y el Tribunal Federal de Justicia Administrativa. Su articulación se da a través de un Comité Coordinador y la vigilancia de un Comité de Participación Ciudadana. Ello dio lugar a la descentralización de las funciones promoviendo Sistemas Locales Anticorrupción (SLA).
Escriben los coordinadores: “Los estatus y las problemáticas de la implementación de los SLA son el tema fundamental de este libro que intenta narrar todo el proceso por el que ha atravesado la mayoría de los estados de la república en este ejercicio de construcción y modificación institucional y legal, y cuáles han sido las resistencias más comunes que ha enfrentado”
Es por demás interesante la observación sobre los SLA que realizan los académicos en cada una de las entidades mexicanas. Hay varios factores en común: lentitud en el proceso, falta de recursos económicos para las nuevas instancias o falta de recursos humanos capacitados
En los tiempos actuales, a pesar de que una de las banderas centrales es el combate a la corrupción, los investigadores apuntan que en verdad no hay muestra de interés específico, y ven que la Secretaría de la Función Pública que promueve la austeridad total, la cero tolerancia y la centralización de compras públicas en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público no solucionará el problema mientras que el SNA y los SLA tienen gran relevancia política pero su implementación ha sido lenta y su operación casi nula donde los viejos vicios se renuevan en la práctica. “Solo un movimiento civil articulado nacionalmente puede darle viabilidad”, concluyen los coordinadores.
Narrativas de los Sistemas Estatales Anticorrupción en México. Reflexiones desde lo local, coordinado por José Galindo y Alberto J. Olvera, es de la colección Biblioteca de la Editorial de la Universidad Veracruzana, 428 páginas, 2020. Se puede adquirir, en Xalapa, en librería Hyperión.
