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"sinfonías
londinenses" de Haydn (1732-1809) a quien, por otra parte,
se le ha considerado "el padre de la sinfonía".
Desde luego, no fue este compositor austriaco el creador de esa
forma musical, ya que mucho antes fue trabajada por compositores
como Locatelli y Sammartini. Sin embargo, Haydn descubrió
todas sus posibilidades expresivas, la trabajó durante un
largo periodo de su existencia y generó más de un
centenar de ejemplos antes de depositar esta forma en manos de Ludwig
van Beethoven. La Sinfonía 102 fue escrita entre 1794 y 1795,
en la tonalidad de si bemol mayor, y se estrenó en Londres
durante la segunda estancia del compositor en aquella ciudad.
Durante la última etapa creativa de Dmitri Shostakovich (1906-1975),
fue creado el Segundo concierto para violín y orquesta que
data de 1967. A diferencia de sus obras de juventud, en dicho trabajo
prefirió la transparencia en la orquestación y una
atmósfera sombría no despojada de la mordacidad que
fue su sello distintivo en épocas anteriores. La pieza, dedicada
al virtuoso David Oistraj (a quien también Shostakovich dedicó
el Primer concierto), se estrenó en octubre del mismo año.
El amor que el compositor italiano Ottorino Respighi (1879-1936)
experimentaba por Roma, la ciudad en que nació, se manifiesta
en el tríptico que hizo a diversas escenas propias de aquella
urbe. Así, Las fuentes de Roma, Los pinos de Roma y Las fuentes
romanas integran lo mejor de su inspiración, en un estilo
que deriva del impresionismo francés con fuerte influencia
de la exuberancia orquestal del ruso Nikolai Rimski-Korsakov. Con
Los pinos de Roma, concluida en 1924, Respighi se propuso recrear
musicalmente algunas imágenes que llamaban su atención,
y para ello no dudó en utilizar procedimientos nada comunes
en la época, como el sonido estridente de las trompetas en
una tonalidad por completo ajena a la del resto de la orquesta,
en el primer fragmento, y el canto de un ruiseñor auténtico
grabado, obviamente en el tercero. Obra de tremendo
poderío hacia su final, Los pinos de Roma es un trabajo brillante,
de impactante fuerza y expresividad.
Este gran concierto, cuyo solista fue Cuauhtémoc Rivera (joven
violinista mexicano egresado del Conservatorio de Moscú en
1989), formó parte del programa de adquisición de
instrumentos musicales para la propia orquesta, promovido por el
Patronato Pro osx.
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