|
Pancho
López es conocido como el performancero de los picnics, título
que se ha ganado a pulso por representar innumerables veces a un
hombre impecablemente vestido que realiza refinados días
de campo en los lugares más inesperados: una esquina de Manhattan,
una plaza de Quebec, el Ángel de la Independencia, frente
al Palacio de Bellas Artes, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad
de México, la Terminal de Autobuses del Norte e, incluso,
en una estación del Metro.
Pancho llega al lugar que ha elegido con su canasta de mimbre, despliega
silla y mesa, extiende su mantel de cuadritos sobre el que coloca
un florero y una vela, descorcha una botella de vino tinto
o blanco, según sea el caso y saca sus viandas que
van desde pechugas a la cordon blue, espagueti a la boloñesa,
chiles rellenos, picadillo al chipotle, tarta de moras o fresas
con crema.
El resultado es siempre el mismo: sorpresa por parte de los transeúntes
y molestia de los policías, quienes siempre le dicen que
"está prohibido comer en la calle", pero nunca
argumentan por qué. Pancho López ha causado tal revuelo
por "transgredir las normas de la conducta" que incluso
ha ido a parar al Ministerio Público por el hecho de hacer
externo un acto individual e íntimo y sacarlo de los "lugares
establecidos": comer.
De origen mexicano, es uno de los artistas que cada vez más
optan por el performance, manifestación que desde su
punto de vista no cuenta con el apoyo de las escuelas de arte,
al no considerarlo en sus planes de estudio: "El performance
critica y pone en tela de juicio los estándares de los sistemas
de arte, por eso no es tomado en cuenta".
Opinó también que no hay registro, divulgación
ni estímulos para la producción del perfomance, y
que los elementos usados por un pintor, escultor o actor no son
suficientes para el creador de esta manifestación estética;
de ahí que transite de un área a otra: "El artista
de performance crea obras interdisciplinarias que generan propuestas.
Se trata de un término ambiguo que lo acepta todo, mientras
se tenga una intención artística concreta".
Desde su perspectiva, los per-formances van más allá
de la queja o la denuncia, pues a veces sólo traducen, imitan
o se burlan de la realidad. El término nace en los ochenta
como una propuesta que surge de la necesidad de crear un lenguaje
nuevo, de mirar más allá de lo visible.
Pancho López, egresado de la carrera de Ciencias y Técnicas
de la Comunicación de la unam, imparte talleres de performance
en el Museo de Arte Carillo Gil y el Museo del Chopo. Participó
como ponente en la mesa redonda Las acciones y los objetos, celebrado
como parte del Primer Festival de Medios Alternativos "Abriendo
las puertas de la ciudad".
En ese encuentro participó también Iván Edeza,
quien ofreció una charla y exhibió una video-instalación
con que cuestionó si el arte debe educar, exaltar a la patria
o es un producto susceptible a ser comercializado o un medio para
salir del anonimato y hacerse famoso.
Confeccionado con monitores fijos distribuidos de forma caprichosa,
el trabajo de Edeza es creado para estorbar, causar molestia y generar
aburrimiento a sus espectadores; no busca la retroalimentación
y mucho menos el elogio. Él hace su obra porque disfruta
el arte de la representación y es a través del video
que obtiene la suficiente verosimilitud de las formas para lograr
composiciones que, si bien pocos entienden, no pueden dejar de percibir.
Iván Edeza siente compromiso con él mismo y si, de
paso, alguien recibe algún mensaje de su obra, ya es ganancia.
Se trata, por tanto, de no atarse a los convencionalismos ni a los
estándares, se trata de ser libre, como debe ser el arte.
Irreverente y divertido, Edeza anhela ser famoso, una idea que se
antoja insolente hasta que uno recuerda las palabras de Francis
Bacon: "La vida es una mentira y el arte, que también
lo es, es la única forma de decir la verdad".
Ambas charlas se llevaron a cabo en la Galería ap de la Facultad
de Artes Plásticas de nuestra casa de estudios y el festival
Abriendo las puertas de la ciudad concluyó con
el performance Licuacción, de Pancho López, una proyección
de materiales del taller de video "La Esmeralda" y la
ambientación colectiva Mis quince años.
|