![](../IMAGES/enestenumero.gif)
|
|
La
ciencia en México se ha desarrollado a pesar del Gobierno:
Pérez Tamayo
Juan
Carlos Plata |
A pesar del atraso que tiene la ciencia en México respecto
a la que se desarrolla en los países poderosos económicamente,
en los últimos 50 años la comunidad científica
mexicana ha realizado lo que otras naciones han hecho en tres siglos.
En esta labor, el esfuerzo de los científicos e investigadores
ha sido fundamental, porque sin él los logros alcanzados
serían sólo un proyecto. Y es que pareciera que a
los gobiernos, a la iniciativa privada e, incluso, a la sociedad
no les interesa apoyar el quehacer científico, pues su respaldo
ha sido prácticamente nulo. El científico mexicano
Ruy Pérez Tamayo da cuenta de los orígenes y del estado
actual de la ciencia en nuestro país.
|
|
Barca,
2000. |
En
una sociedad en la que, según datos de la Academia Mexicana
de Ciencias, 71 por ciento de la población cree en milagros
y 65 por ciento cree en el diablo, que tiene una herencia histórica
de dogmatismo y cerrazón dejada aquí por los conquistadores
españoles y en la que la ciencia se ha tenido que desarrollar
a pesar de las autoridades –que poco o nada han hecho para fomentar
progresos en la ciencia y la tecnología porque invierten sumas
millonarias en rescates bancarios y beneficios personales–,
los avances que ha logrado México en materia de ciencia durante
los últimos 50 años son, cuando menos, notables.
En la actualidad, hay varias instituciones dedicadas a la investigación
científica –existen, por ejemplo, el Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y la Academia Mexicana de
Ciencias– que a pesar de que su labor se vea acotada por los
escasos recursos económicos de los que disponen y por los entuertos
de la burocracia existente en el país, suponen una infraestructura
importante con la que se puede construir el futuro de la ciencia en
México.
Es claro que el problema no es de calidad, ya que existen muchos buenos
científicos en México que realizan trabajos de muy alto
nivel, sino de cantidad, pues no hay el número de investigadores
que el país necesita. |
Esas
otras acciones a las que se destina el dinero que debería
ser para la ciencia son el apoyo a las empresas, el pago de la deuda
del FOBAPROA, los recursos que deberían ser para el desarrollo
del país se otorgan a la iniciativa privada… Desafortunadamente,
la prioridad no es resolver los problemas de la ciudadanía,
sino financiar a los grupos privilegiados que dan apoyo político
y económico a las autoridades. El país está
siendo secuestrado por la administración y por los empresarios,
y nosotros estamos pagando el precio del rescate. |
Según
datos del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), aproximadamente
hay un investigador afiliado a esta institución por cada 10
000 habitantes, es decir, cerca de 11 000 investigadores en un país
de más de 100 millones de habitantes; y de acuerdo con información
de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones
de Educación Superior (ANUIES), en 2005 la inversión
pública para ciencia y tecnología será de aproximadamente
16 000 millones de pesos, equivalente al .21 por ciento del Producto
Interno Bruto.
El destacado científico mexicano Ruy Pérez Tamayo, profesor
emérito y jefe del Departamento de Medicina Experimental de
la Facultad de Medicina de la UNAM, es uno de los personajes relacionados
con la ciencia mexicana más calificados para hablar sobre este
tema, ya que –como él mismo asegura– ha estado
vivo durante todo el tiempo que ha habido ciencia en nuestro país. |
¿En
el estado en que se encuentra México, hay alguna posibilidad
de hacer un trabajo científico real, serio y conjunto?
Este trabajo ya se empezó a hacer. Nuestro problema no es de
calidad, sino de cantidad, porque de hecho hay grupos formados a partir
de los años cincuenta o sesenta en áreas como Neurociencias,
Física, Química, Ingeniería Sísmica, Biomedicina,
Biología Molecular, y hay muchos campos de la ciencia en los
que los investigadores están trabajando a nivel de frontera,
compitiendo con los mejores del mundo. Nuestro problema es que somos
pocos, tenemos que multiplicarnos, pero esto no es fácil ni
rápido, pues el tiempo que toma no se mide en años,
sino en generaciones. Estamos empezando muy retrasados. Sin embargo,
si comparamos el estado que tenía la ciencia en México
en el año 1900 con el que tenía en el 2000, la diferencia
es extraordinaria, es un salto cuántico. En los últimos
50 años, en México se hizo lo que otros países
realizaron en tres siglos, que es incorporar a la ciencia, que la
ciencia empiece a hacerse. |
Germinación,
2000.
|
|
Y
esto se ha logrado en un lapso relativamente breve, gracias al trabajo,
motivación y testarudez de la comunidad científica,
no a la administración pública ni a la promoción
de la sociedad.
Yo empecé a trabajar en ciencia en 1943; de esto hace 62
años. Y cuando comparo lo que tenía en ese entonces
con lo que ahora tengo (un departamento muy bien equipado y con
más de 70 investigadores, doctorados de primerísimo
nivel, con muchos alumnos graduados), me sorprende porque todo esto
se ha conseguido en una sola generación. Sin duda, el ritmo
de crecimiento de la ciencia en México es algo admirable,
extraordinario, y para los que todavía nos acordamos de cómo
estábamos al principio es estimulante ver cómo estamos
trabajando ahora.
No obstante, sabemos que estamos muy atrasados en comparación
con los países que sí estimularon el desarrollo de
la ciencia. Pero el atraso no se debe a la calidad o al nivel de
los científicos, sino a su número; deberíamos
ser 20 o 30 veces más para tener la cantidad que tienen las
naciones que están aprovechando la ciencia y la tecnología
porque generan el conocimiento.
Nosotros ahora estamos generando conocimiento, pero aprovechamos
mucho del que se está produciendo en otros lados. Por ejemplo,
en los estudios que se hicieron sobre el genoma humano, no intervino
ningún país latinoamericano, y eso que tardaron 11
años en decodificar el genoma humano completo. La inversión
de Estados Unidos fue de 200 millones de dólares anuales,
y participaron Japón, Francia, Inglaterra, países
desarrollados que tenían los investigadores y también
los recursos para hacerlo, porque la ciencia cuesta. Ninguna nación
de América Latina colaboró, pero todos podemos aprovechar
la información generada porque hay gente capacitada para
incorporarla y usarla.
Vuelvo a lo mismo: el problema es de números. Durante los
50 años que la ciencia se ha desarrollado, lo ha hecho a
pesar y en contra de la administración pública. El
CONACYT, por ejemplo, se fundó en 1970, pero durante la mitad
de esos 35 años que tiene funcionando fue un botín
político. El único científico dedicado a la
ciencia activamente que ha sido director general de este organismo
fue Manuel Ortega y estuvo dos años; el resto del tiempo
ha sido dirigido por administradores. Por lo tanto, el Consejo estorba
más de lo que apoya.
El
CONACYT estableció el Sistema Nacional de Investigadores,
que otorga estímulos a los científicos. ¿Su
actuación ha sido relevante, ha funcionado de manera correcta?
El Sistema Nacional de Investigadores le da una compensación
económica al investigador en función de su productividad.
¿Qué fue lo que pasó? El presidente Miguel
de la Madrid se dio cuenta de que las remuneraciones que les daban
a los investigadores eran miserables, que la gente se estaba yendo,
y para evitar que se desintegrara la comunidad científica
decidió no subirles el sueldo, porque se le hubieran ido
en contra los trabajadores sindicalizados, sino darles una compensación
en función de su productividad, y los salarios se quedaron
igual de bajos. |
Según
una estadística de la Academia Mexicana de la Ciencia, el
71 por ciento de la población urbana cree en los milagros
y el 65 por ciento cree en el diablo. Con ese nivel de educación
es poco probable que la sociedad favorezca una actividad que se
basa en la racionalización, que pone la razón por
encima de la fe. |
De
manera que cuando el investigador se jubila deja de percibir del
SNI y le espera la desnutrición. Se trató, pues, de
tapar el sol con un dedo. La solución era otorgar un pago
adecuado a los investigadores y un premio adicional por su productividad,
pero no que ese premio se transforme en parte del presupuesto mensual
para el supermercado.
Uno de los intereses de los investigadores es no salirse del SNI,
y para eso tienen que publicar artículos, labor por la que
están desatendiendo sus deberes académicos (por ser
profesor no les van a dar puntos). Entonces se dedican a escribir,
y si tengo dos amigos que también publican, yo firmo sus
trabajos, ellos los míos y así nos quedamos todos
en el SNI. Esto es un fraude, pero nos están obligando a
hacerlo, porque no se resolvió el problema económico;
solamente se le puso un parche que no le quedó bien. Éstas
han sido las acciones del Gobierno.
Otra acción gubernamental es la masificación de las
universidades. Eso lo hizo Echeverría cuando aumentó
la matrícula estudiantil en lugar de crear nuevas universidades
fuera de la Ciudad de México y con eso dar trabajo a los
investigadores. Amplió la matrícula con el mismo número
de universidades y la calidad se fue hasta el fondo. Esto fue una
agresión al sistema educativo del país.
Durante todo el tiempo, en México la educación ha
sido la niña fea, no se le ha prestado atención, a
pesar de que es lo más importante que puede proporcionar
el Estado a la sociedad. En Corea del Sur, un país pequeño
que no tiene petróleo ni minas ni gran riqueza natural, sólo
personas, el Gobierno invirtió en la gente, y Corea pasó
de ser un país del cuarto mundo a una de las potencias actuales
en un lapso de 10 años, gracias a que promovieron el desarrollo
de la ciencia y la tecnología a través de la educación.
En nuestro país sucede lo contrario. Veamos un ejemplo: ¿Cuánto
gana un maestro de primaria? tres mil pesos aproximadamente, lo
cual resulta poco; por tanto, él y su esposa tienen que trabajar
más, quizá dos turnos. El país ha abandonado
a los educadores que son los ciudadanos más importantes que
tiene el país.
Cuando Carlos Salinas llegó a la presidencia, tuve la oportunidad
de hablar con él. Un grupo de científicos y yo lo
tuvimos encerrado cerca de dos horas en su oficina, donde le presentamos
un documento que yo escribí y cuyo título era “Cinco
puntos para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en
México”. El primer punto consistía en declarar
prioridad nacional al desarrollo de la ciencia y la tecnología,
con la trascendencia del decreto de la expropiación petrolera
o de la nacionalización de la banca. Una cosa de ese tipo
que fuera transexenal y que tuviera un impacto federal. Los otros
puntos, que eran apoyar más al CONACYT, respaldar proyectos
de investigación y dar presupuesto a la Academia de Ciencias,
los respetó y concretó. Salinas ha sido el único
presidente que ha apoyado la ciencia en serio, aunque el primer
punto de la petición no lo consideró, a pesar de que
eso es lo que el país necesita: darle prioridad a la ciencia
y apoyarla en serio, porque si no, no tendremos futuro y no dejaremos
de ser una nación dependiente que compra la tecnología
que se produce en otro lado.
Como
una solución a este problema se menciona la incorporación
de la iniciativa privada a estos procesos de desarrollo de tecnología,
es decir, que no se dependa únicamente de los recursos del
Estado. ¿Cuál es su opinión al respecto?
La contribución de la iniciativa privada para apoyar el desarrollo
de la ciencia y la tecnología en México no rebasa
el 10 por ciento del gasto nacional en ciencia el 90 por ciento
o más es aportación del Gobierno y eso es característico
de los países subdesarrollados. Esto quiere decir que la
industria nacional está igualmente subdesarrollada que el
resto del país. Si estuviese desarrollada estaría
apoyando la generación de nuevos conocimientos que la ayudaran
a crecer.
Sin embargo, lo que generalmente se ha hecho es comprar tecnología
del extranjero, de segunda mano, o tecnología chatarra que
ya no van a usar los países del primer mundo. Ésa
es la que compramos, y ahora ya ni siquiera ésa porque la
mayor parte de la industria nacional es transnacional, es decir,
la tecnología se desarrolla en otros países y después
la traspasan aquí sin necesidad de pagarle a nadie. Esto
es el resultado de una visión a corto plazo y de una especie
de pequeñez de alcances, de aspiraciones, porque los empresarios
mexicanos tendrían que darse cuenta de que en la medida que
la sociedad eleve su estándar de vida, ellos van a subir
también; los va a sacar a flote porque aumenta el mercado
y las posibilidades de adquisición, se incrementa el nivel
de cultura, se puede ser más sofisticado. El crecimiento
tiene que ser social y uniforme, pero la iniciativa privada está
interesada nada más en lo que va a ganar a muy corto plazo,
y eso es lo que tendría que cambiar. |
![](IMAGES/3.gif)
Barca,
2000. |
¿Cómo
puede cambiar?
En primer lugar, el Gobierno tendría que dar incentivos fiscales,
como lo hacen todos los países. En México, no se otorga
incentivos a la industria que apoya el desarrollo de la ciencia básica
y de la tecnología en general. Lo que hace la industria es
tratar de que todos los insumos que utiliza le cuesten un centavo
menos; entonces busca en el extranjero una opción más
barata. |
|
Mientras
se tenga esta visión no nos van a beneficiar. Esto es un
síntoma. No es que ellos sean perversos; es que así
es el subdesarrollo.
Casi siempre pensamos que el culpable del mal estado en que se encuentra
el país es el Gobierno. Nos encanta echarle la culpa al Gobierno
y ahora a la iniciativa privada. Pero no creo que ellos sean el
problema, sino la sociedad, pues ella es la que tiene que darse
cuenta, debe crecer con la idea de que para mejorar su estándar
de vida tiene que subir todo al mismo tiempo, tiene que empezar
a exigir a las empresas que apoyen el desarrollo de la investigación
en la universidades. No para que les resuelvan sus pequeños
problemitas tecnológicos, sino para que haya técnicos
con la información suficiente para poder ver con mayor amplitud
y, con ello, hacer crecer la ciencia. Mientras los empresarios estén
pagando esto en el extranjero, nosotros no vamos a poder desarrollar
tecnología.
Existe
la idea de que la ciencia se relega en aras de atender necesidades
urgentes del país. ¿Habría que vincular el
desarrollo de la ciencia al desarrollo social?
Esas otras acciones a las que se destina el dinero que debería
ser para la ciencia son el apoyo a las empresas, el pago de la deuda
del FOBAPROA, el rescate a los constructores de carreteras, es decir,
los recursos que deberían ser para el desarrollo del país
se otorgan a la iniciativa privada.
Mario Molina, quien está encargado de los programas para
descontaminación del ambiente de la Ciudad de México,
me dijo que hay un impuesto, por ley, de cinco centavos de cada
peso para un fideicomiso de PEMEX que se canaliza para el grupo
que está realizando los estudios necesarios para disminuir
la contaminación de la ciudad. Cuando ganó el Premio
Nobel, lo trajeron a México y lo hicieron jefe de ese grupo.
Al tomar cargo, preguntó dónde estaban esos recursos
para pagarle a los grupos que tienen que estudiar los flujos de
circulación en distintas secciones de la ciudad y nadie supo
dónde estaba ese dinero ni dónde fue a parar ni cómo
está distribuido, porque el dinero ya no va al fideicomiso
y no hay manera de seguirle la pista.
Lo que pasa es que la prioridad no es resolver los problemas de
la ciudadanía, sino financiar a los grupos privilegiados
que proporcionan apoyo político y económico a las
autoridades. El país está siendo secuestrado por la
administración y por los empresarios, y nosotros estamos
pagando el precio del rescate. |
|
¿Se
pueden reducir los trámites que los investigadores tienen que
hacer para recibir una remuneración por parte del SNI y que
los aleja de los trabajos de investigación? ¿Es posible
eliminar toda esa burocracia?
Sí se podría, porque todo eso es generado por la burocracia
que se ha apoderado de los organismos responsables de hacer accesibles
los recursos. Si se elimina la burocracia, entonces se acaba eso.
Claro, se quedaría sin trabajo una serie de burócratas,
pero sería de lo más sencillo hacerlo. Lo que se necesita
es tener el interés de hacerlo y la autoridad para decir: “ustedes
se trasladan a otras secretarías y ahora el CONACYT se reduce
a cuatro personas”. Así, no habría que hacer ningún
trámite, sólo habría que venir por el dinero. |
Conjunto
de piezas, 2000. |
|
El
SNI se hizo porque en ese entonces la Academia de la Investigación
Científica diseñó un programa que se llamaba
“Investigadores Nacionales”. La idea era que hubiera entre
10 y 15 científicos mexicanos que fueran pagados por el Gobierno,
espléndidamente pagados, y que pudieran elegir dentro del país
su lugar de trabajo (si me hubieran preguntado, yo hubiera escogido
Mérida), además de tener un sueldo de 250 000 pesos
y disponer de las instalaciones necesarias, de un laboratorio bien
equipado y de ayudantes. De esa manera, se reconocería a 10
o 15 personalidades y se estarían creando grupos de investigación
en distintas partes del país. El director de la Academia buscó
la manera de que la propuesta fuera presentada al Presidente de México,
pero nunca se hizo.
Cuando José Sarukhan era el director, me habló para
decirme que quería que viera un proyecto que le habían
enviado de la Presidencia (en ese momento el Presidente estaba muy
preocupado porque la gente se estaba yendo); era el proyecto para
crear el SNI. Después, se mandó un cuestionario a cerca
de 1 000 investigadores, se recogieron las respuestas y se armó
la propuesta del Sistema Nacional de Investigadores, en la que se
incluía que el Sistema lo manejara la Academia, pero esa parte
no fue aceptada.
El proyecto se le presentó a Reyes Heroles; él se lo
pasó a dos investigadores que trabajaban en la SEP y ellos
le dieron los toques finales. Así fue como se llevó
a cabo. Fue generado y promovido por los investigadores, y Miguel
de la Madrid tuvo que hacer el decreto. No fue una iniciativa del
Gobierno, como el CONACYT no fue iniciativa de Echeverría,
sino que el Instituto Nacional de Investigación en Ciencias
(INIC) hizo el estudio y publicó el documento en el cual se
dice que desaparece el INIC y en su lugar se crea el CONACYT.
Aquí hay que destacar las condiciones políticas en las
que se creó el CONACYT. Acababa de pasar el movimiento del
68 y Luis Echeverría estaba sumamente sensible a las críticas
de los universitarios, por lo que pensó que la manera de aplacar
o de recuperar la buena opinión de los intelectuales en México
era creando el CONACYT. Ésta fue una medida política;
no estaba interesado en la ciencia ni en la tecnología, sino
en recuperar cierto prestigio. Pero no le sirvió para nada. |
|
El
ritmo de crecimiento de la ciencia en México es algo admirable;
no obstante, sabemos que estamos muy atrasados en comparación
con los países que sí estimularon el desarrollo de
la ciencia. Pero el atraso no se debe a la calidad o al nivel de
los científicos, sino a su número; deberíamos
ser 20 o 30 veces más. |
|
Los
programas –como el de “Ciencia en tu escuela”
que coordina el doctor Jorge Flores Valdés– en los
que científicos asesoran a maestros de secundaria para mejorar
las clases de ciencias, y que han demostrado mediante estudios serios
que mejoran el rendimiento estudiantil en estas materias, ¿son
un paso obligado que hay que dar para fomentar la ciencia en el
país?
Es algo que se debería hacer en mucha mayor escala de la
que se está haciendo ahora, pues lo que se realiza actualmente
es un experimento piloto que si se multiplicara por 100 sí
representaría un esfuerzo significativo. Es bueno que se
haya hecho y que se haya demostrado que sale bien cuando se hace
bien, porque nosotros funcionamos así: tenemos muy buenas
ideas, pero cuando no se demuestra que funcionan en la práctica,
simplemente no
sirven y ya.
Ahora, si en lugar de 1 100 científicos en la Academia fueran
10 000, esto tendría impacto en el ámbito nacional;
actualmente se tiene un impacto a nivel restringido. Por el momento,
penuria es el término adecuado para definir la situación
de la ciencia en el país.
Se
maneja la idea de que la sociedad no le da al desarrollo científico
y tecnológico el lugar que le corresponde. ¿Esto se
puede dar cuando las instituciones encargadas de promover la ciencia
se preocupan más por la política que por la propia
ciencia?
En efecto, por inmadurez, la sociedad mexicana no le concede a la
ciencia y la tecnología la importancia que, en mi opinión,
merece para el desarrollo del país. Porque la ciencia es
muy joven en nuestro país. Lo mismo le pasa a las autoridades:
no pueden darle toda la importancia que tiene porque la desconocen,
no porque sean perversas o estén en contra del progreso;
es simplemente porque no tienen conciencia de que apoyando a la
ciencia y la tecnología se van a mejorar las condiciones
que ellos quieren mejorar. Éste es, sin duda, un problema
de madurez.
México es un país joven, pero en el campo científico
es aún más joven. La Academia Mexicana de la Ciencia
hizo una estadística hace un par de años que dice
que de la población urbana –la gente que anda en la
calle en la Ciudad de México– el 71 por ciento cree
en los milagros y el 65 por ciento cree en el diablo. Con ese nivel
de educación, con ese grado de cultura es muy poco probable
que la sociedad favorezca una actividad que se basa en la racionalización,
que pone la razón por encima de la fe. Y es que desde hace
siglos han colocado la fe por encima de la razón: se dice
“hombre de fe” como si se estuviera elogiando a la persona,
cuando se debería decir “hombre de razón”,
puesto que somos animales racionales.
La mayor parte de la sociedad de nuestro país tiene todavía
una estructura que no es compatible con la filosofía dura
de la realidad que caracteriza a la ciencia, y mientras haya esa
resistencia va a ser muy difícil que se promueva el desarrollo
de la ciencia a partir de una sociedad. |
|
La
contribución de la iniciativa privada para apoyar el desarrollo
de la ciencia y la tecnología en México no rebasa
el 10 por ciento del gasto nacional en ciencia; el 90 por ciento
o más es aportación del Gobierno, y eso es característico
de los países subdesarrollados. Esto quiere decir que la
industria nacional está igualmente subdesarrollada que el
resto del país, si estuviese desarrollada estaría
apoyando la generación de nuevos conocimientos que la ayudaran
a crecer. |
|
Sin embargo, quiero reiterar, hace 50 años estábamos
muchísimo peor. Hace 50 años no había CONACYT
ni universidad, carecíamos de profesores de tiempo completo
y de institutos de investigación, no existían los
donativos ni nada. Pero ahora ya tenemos la Academia Mexicana
de Ciencias, la UNAM, el IPN y el CONACYT, hemos progresado a
saltos cuánticos.
Creo que quejarnos por no estar en el nivel en que están
los países del primer mundo está bien, pero hay
que ver cómo nos encontrábamos hace 50 años,
porque estábamos peor que los países del cuarto
mundo. Ahora, en este lapso, a pesar de las autoridades y de la
falta de apoyo, la ciencia ha avanzado en México, aunque
si nos ayudaran iríamos más aprisa, pero no lo hemos
hecho mal. Si vemos hacia el pasado y después observamos
lo que tenemos actualmente, debemos estar bastante satisfechos
con el resultado del esfuerzo, sin dejar de tomar en cuenta el
lugar en que deberíamos estar. Creo que los vamos a alcanzar.
Si en 50 años hemos logrado lo que tenemos, en otras cinco
décadas podremos ser optimistas.
|
|