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En
diez años, generaron una cultura científica
FCBA, ejemplo de vinculación entre
investigación y docencia
Edith
Escalón |
En
1995, sólo el 5 por ciento de los profesores tenía
posgrado. Hoy, el 75 por ciento cuenta con maestría o doctorado,
y el 50 por ciento realiza proyectos de investigación |
Peñuela,
Ver. A mediados de los noventa, 95 licenciados integraban
la planta académica de la Facultad de Ciencias Biológicas
y Agropecuarias (FCBA) de la Universidad Veracruzana. Sólo
cuatro profesores tenían posgrado, pero todos se dedicaban
únicamente a la docencia en Biología y Agronomía,
las dos carreras que ofrece, donde estudian alrededor de 500 alumnos.
Hoy, el 75 por ciento tiene maestría o doctorado, el 50 por
ciento hace investigación junto con estudiantes, y en los últimos
cuatro años han recibido apoyos externos para trabajo científico
por más d e 21 millones de pesos, equiparon seis laboratorios
de alta tecnología y se convirtieron en asesores de ingenios
cañeros, médicos indígenas y agricultores de
café, piña, chayote, anturios, orquídeas, noche
buenas y muchos otros productos de importancia comercial que sostienen
la economía en la región montañosa del centro
de Veracruz.
Para los universitarios, generar una cultura científica en
una facultad donde la docencia era el eje de toda la actividad académica
fue resultado de un proceso de transformación nacional que
puso a los indicadores de calidad y excelencia como condición
para obtener apoyos externos. "No hay ningún secreto en
esto, en los últimos diez años se dio en el país
una serie de oportunidades que nosotros supimos aprovechar",
comentó Joaquín Murguía, egresado, académico,
investigador y actual director de la FCBA.
Justamente, porque se ha convertido en una facultad donde docencia
e investigación van de la mano, la FCBA representa un ejemplo
de que la vinculación que la UV propuso a finales de los noventa
no sólo es asequible, sino que también beneficia tanto
la formación de estudiantes como la práctica docente,
la consolidación de grupos de investigación, la generación
de conocimientos y la solución de problemas regionales. |
Académicos
de la FCBA han avanzado en el estudio de especies de impacto alternativo
comercial, como la caña de azúcar, la piña,
los anturios, la vainilla y las orquídeas. |
Detonador
A mediados de la década de los noventa, la Secretaría
de Educación Pública (SEP) delineó una serie
de programas estratégicos que formalizaron las políticas
de calidad en la educación superior. Instrumentos como los
programas de Mejoramiento al Profesorado (PROMEP), Integral de Fortalecimiento
Institucional (PIFI) y Nacional de Posgrados (PNP), entre otros, condicionaron
a ciertos indicadores de calidad millones de pesos en apoyos extraordinarios
para el desarrollo académico, la construcción de espacios
físicos y la atención a problemas estructurales de las
universidades públicas.
Según Yolanda Martínez Ocampo, coordinadora de Planeación
y Evaluación de la FCBA, la perspectiva de los académicos
de la UV frente a las nuevas exigencias de la SEP cambió debido
a algunos factores: "Estábamos conscientes de que los
recursos para las universidades públicas eran limitados, porque
siempre lo han sido, pero estas políticas nos obligaron a replantearnos
nuestro quehacer: si el dinero ya no se otorgaba como antes (sólo
por el número de alumnos) y había que competir por él,
teníamos que prepararnos y capacitar mejor a los jóvenes,
vincularnos con otras instituciones para optimizar recursos, mejorar
nuestro desempeño… para nosotros era una oportunidad.
El primer paso fue mejorar la planta académica, y así
lo hicimos".
Con el apoyo del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas,
de Cuba, abrieron dos posgrados en la facultad: Biotecnología
de Plantas y Caña de Azúcar, donde se incorporaron más
de 30 profesores de la FCBA que, hasta entonces, sólo tenían
licenciatura. Otros docentes de la facultad cursaron maestrías
y doctorados en instituciones como el Colegio de Posgraduados, la
Universidad Nacional Autónoma de México o la Universidad
Autónoma de Chapingo, incluso también fuera del país.
"Ésa fue una etapa de formación que nos permitió
definir líneas de investigación, entablar relaciones
profesionales con otros investigadores y sentar las bases para estrechar
relaciones de colaboración institucional, conocer nuevos métodos
de trabajo, en fin, nos abrió el panorama", comentó
Murguía, quien estudió en Italia el doctorado en Floricultura
y ha impulsado en los últimos años la investigación
conjunta y la movilidad académica y estudiantil con instituciones
de ese país.
"Al inicio, las relaciones fueron con Cuba, con el Instituto
Nacional de Ciencias Agrícolas, el Centro Nacional de Investigaciones
Científicas, la Universidad Agraria de La Habana y el Instituto
Nacional de Investigaciones de Caña de Azúcar, pero
poco a poco estrechamos lazos con otras instituciones de México,
como el Colegio de Posgraduados y la Autónoma de Chapingo,
y con el tiempo, las relaciones se hicieron mucho más sólidas",
informó Daniel Arturo Rodríguez, doctor en Agroecosistemas
Tropicales y secretario académico de la facultad, egresado
de la primera generación de la maestría en Caña
de Azúcar.
Para 2000, la mitad de la planta académica de la FCBA tenía
maestría o doctorado. Además, recientes políticas
de la UV permitieron la incorporación de nuevos profesores
de tiempo completo con ese perfil: "Entonces, se empezó
a afianzar una cultura científica: entre los académicos
había una dinámica distinta, deseos de alcanzar grados
y publicar, de participar en eventos científicos, de proponer
o colaborar en proyectos de investigación, y todo esto incluyó
de manera automática a los estudiantes", dijo Roberto
Gámez Pastrana, jefe de la Carrera de Biología, doctor
en Biotecnología de Plantas y coordinador del Laboratorio de
Conservación de Germoplasma Vegetal. |
En
la Facultad de Ciencias Biológicas, se ha impulsado la investigación
conjunta y la movilidad académica y estudiantil con instituciones
italianas. |
Más
recursos
A partir de entonces, ya con cuadros académicos mejor preparados,
empezaron a competir por recursos externos para investigación,
en principio para equipar laboratorios y dotar a la escuela de infraestructura
para el trabajo científico. De FOMES, PIFI, PROMEP y otros
programas consiguieron más de un millón de pesos para
mejorar cubículos, equipar laboratorios o actualizar equipos
de cómputo, y más de 17 millones de pesos para mantenimiento
o mejoramiento de calidad de los programas de Biología y
Agronomía, incluyendo a los cuerpos académicos.
De esa manera, se conformaron en 2003 cinco grandes grupos de trabajo
enfocados a diferentes líneas: Manejo aprovechamiento y conservación
de recursos naturales; Tecnología agrícola sustentable;
Desarrollo biotecnológico de agroecosistemas; Biodiversidad
de alimentos, y Ciencia y tecnología de la caña de
azúcar. Estos grupos formalizaron la colaboración
y el trabajo previo en diferentes subdisciplinas.
Por otra parte, conscientes de los problemas regionales en un estado
predominantemente agrícola y con la experiencia de investigación
que cada uno había tenido en sus posgrados, los académicos
se dedicaron a proponer proyectos de investigación que resolvieran
problemas reales. Convocatorias de la Fundación Produce Veracruz
(FUNPROVER), del Instituto Veracruzano de Desarrollo (INVEDER) e,
incluso, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)
fueron la oportunidad para conseguir financiamientos y hacer investigación
aplicada.
Con esos recursos, que superaron los 21 millones de pesos en los
últimos cuatro años, establecieron, equiparon o modernizaron
los laboratorios de Cultivo de Tejidos, Suelos, Conservación
de Germoplasma, Hongos Comestibles, Fisiología y Bioquímica,
además de otros espacios de apoyo a la investigación,
como el Laboratorio de Microscopía, el Bioterio, el Herbario
(con una colección de más de 15 mil registros), el
Centro de Información Meteorológica (con dos estaciones
que operan en tiempo real a través de Internet) y cuatro
invernaderos. También lograron los recursos para montar los
laboratorios de Fitopatología, Biología molecular,
Toxicología ambiental y Entomología –que están
actualmente en construcción–, así como el financiamiento
de INVEDER para establecer un invernadero en el campus Ixtaczoquitlán,
donde una hectárea con capacidad para producir 100 mil plantas
será el eje de ensayos y proyectos con especies regionales.
Esas oportunidades se dieron en toda la universidad, sin embargo,
los resultados en la FCBA destacan notablemente. Lo que definió
esta dinámica de trabajo colectivo, de acuerdo con lo expresado
por Joaquín Murguía, no es ningún secreto:
"En los últimos diez años, se dio en el país
una serie de oportunidades que nosotros supimos aprovechar, es sólo
eso. Para nosotros, los recursos por los que teníamos que
competir eran una posibilidad de crecer, una posibilidad de desarrollo.
Además, el sinnúmero de problemas y necesidades que
existen en nuestra región, con cañeros, con horticultores,
con médicos indígenas, nos han metido en una dinámica
tan intensa que nos lleva a trabajar constantemente".
Formación
para estudiantes
Aunque hacer investigación se convirtió en una prioridad
para los académicos, nunca dejaron de lado la docencia, explicó
Joaquín Murguía: "Paralelamente a nuestra formación
profesional y a la infraestructura, logramos mejorar la formación
de los estudiantes, porque cada investigación incluye siempre
a nuestros alumnos, ya sea como apoyos de investigación o
en prácticas de clase, en servicio social, como tesistas,
como estudiantes de posgrado… ellos siempre son parte de los
proyectos. De hecho, en cada proyecto participan de tres a cinco
estudiantes en promedio –desde el primero hasta el octavo
semestre– e, incluso, egresados".
Para Daniel Arturo Rodríguez, doctor en Agroecosistemas Tropicales
y secretario de la facultad, la ventaja de este sistema de trabajo
radica en la oportunidad que brinda para formar a los alumnos en
el uso del método científico, tanto en licenciatura
como en posgrado: "Tenemos, incluso, un programa de formación
para la investigación que es extracurricular, donde los muchachos
participan en periodos que van de los seis meses hasta los dos años
en colaboración con los cuerpos académicos –sus
investigaciones forman parte de sus tesis de grado– y, además,
apoyan la investigación aplicada, lo que permite que se vinculen
a su realidad, que trabajen en proyectos que buscan resolver problemas
reales, y eso afianza su compromiso social".
Investigación
aplicada
Muchas de las investigaciones que los universitarios han realizado
han servido para resolver problemas de los productores de la región
o para sistematizar el conocimiento, antes disperso, y apoyar a
grupos sociales con necesidades específicas, con los que
se han vinculado desde hace años.
El grupo de investigación en caña de azúcar,
por ejemplo, ha trabajado estrechamente con los ingenios San José
de Abajo, San Miguelito, Constancia, Motzorongo y Progreso. Los
conocimientos que han generado los universitarios van desde propuestas
para el manejo integrado de plagas hasta la programación
de cosecha con base en selección de variedades; el uso de
fertilizantes para mejorar el rendimiento del cultivo o el significado
de la quema de la caña para que esta práctica se evite
en el futuro.
Otro de los grupos de trabajo ha apoyado a médicos indígenas
de la región para sistematizar el conocimiento que tienen
sobre plantas medicinales, a través de asesorías,
publicación de catálogos fotográficos de plantas,
exploraciones botánicas, establecimiento de jardines, identificación
de especímenes y apoyo al conocimiento botánico, labor
con la que han ayudado a rescatar un conocimiento tradicional que
ayuda a conservar especies por su valor biológico y antropológico.
Además, académicos de la FCBA han avanzado en el estudio
de especies de impacto alternativo comercial (caña de azúcar,
piña, anturios, vainilla y orquídeas), tanto para
cumplir con estándares de calidad para apoyar la exportación
de productos veracruzanos como para generar conocimientos de punta
sobre factores que influyen en la tolerancia a deshidratación,
a través de técnicas de conservación de germoplasma
vegetal que utilizan helio líquido a 196º bajo cero
para apoyar la conservación de la biodiversidad. Así,
con el trabajo colectivo de docentes-investigadores, la Facultad
de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la UV consolida
su cultura científica y genera conocimiento. |
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