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Entrevista
con Juan Pedro Laclette
Sin dinero, la política
de Estado en ciencia y tecnología es demagogia
Juan
Carlos Plata |
No
se ve que el Estado mexicano tenga interés por la ciencia
y la tecnología, porque no ha entendido que la c |
Son
esfuerzos aislados y sin una política de Estado que oriente,
organice e impulse la actividad científica en el país,
los miembros de la comunidad científica se enfrentan al reto
de crecer sin un sostén presupuestal y sin las condiciones
favorables para desarrollar su labor.
Ante esta situación, el debate se centra en la obtención
de mayores recursos para la investigación y en la necesidad
de generar las condiciones en el sistema educativo para que niños,
jóvenes y la sociedad en general se acerquen más a la
ciencia e incorporen el pensamiento científico como parte del
pensamiento cotidiano.
En un país en el que se calcula que 70 por ciento de la investigación
científica se realiza en universidades e instituciones de educación
superior públicas, éstas deberán participar aún
más en la búsqueda de mayores recursos y ser las protagonistas
del cambio cultural necesario. Y es que más allá de
la importancia académica que esto reviste, especialistas de
todo el mundo coinciden en que la educación, la ciencia y la
tecnología son los principales factores que impulsan el desarrollo
económico de un país y la mejora de las condiciones
de vida de su población. |
Acerca
de estos temas habla el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias,
Juan Pedro Laclette San Román, destacado investigador nacional,
miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel III, quien
también da cuenta de los retos a los que nos debemos enfrentar
como país en materia de ciencia y tecnología.
Según
su opinión, ¿cómo está el país
en materia de investigación científica? ¿Qué
tanta y que tan buena investigación se hace en México?
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En
México se requieren cuatro o cinco veces más científicos
de los que hay, lo que nos lleva a otro tema como es la formación
de nuevos investigadores, la importancia de los posgrados nacionales.
Nos hace falta una gran cantidad de científicos, a pesar
de que en el entorno latinoamericano México se encuentra
en segundo lugar, sólo detrás de Brasil. |
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Todavía se hace poca investigación. El Sistema Nacional
de Investigadores tiene alrededor de 12 mil miembros, que es un número
pequeñísimo si consideramos los más de 100 millones
de habitantes que hay en el país, y si nos comparamos con otros
países, veremos que la diferencia es abismal. Incluso, si tomamos
el panorama de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico (OCDE), sabremos que estamos muy por
atrás.
En México se requieren cuatro o cinco veces más científicos
de los que hay actualmente, lo que nos lleva a otro tema fundamental
como es la formación de nuevos investigadores, la importancia
de los posgrados nacionales. Nos hace falta una gran cantidad de científicos,
a pesar de que en el entorno latinoamericano México se encuentra
en segundo lugar, sólo detrás de Brasil. Sin embargo,
hace unos años Brasil estaba a nuestro nivel y ahora nos comienza
a sacar una ventaja considerable. Y es que uno de los factores fundamentales
para el desarrollo acelerado que ha tenido la ciencia y la tecnología
en ese país ha sido el financiamiento y el impulso en la formación
de nuevos investigadores.
Si hablamos en términos numéricos, México produce
alrededor del uno por ciento de la producción científica
mundial, pero si tomamos en cuenta el tamaño y la magnitud
de nuestra economía, le correspondería un valor mayor.
Además, hay que considerar que nuestra comunidad científica
tiene una calidad comparable a la de países desarrollados,
por lo que nuestra nación se encuentra en una circunstancia
adecuada para lograr un desarrollo verdaderamente acelerado, claro,
si tuviera el financiamiento suficiente. |
Otros
puntos que se han tocado mucho en los últimos años han
sido la concepción que tiene el Estado mexicano sobre la investigación
científica y la carencia de una política de Estado en
este campo. ¿Qué tanto necesitamos esa política
de Estado y qué debería incluir?
Durante los últimos 20 años, el financiamiento para
la investigación científica y tecnológica medida
como porcentaje del producto interno bruto (PIB) del país ha
aumentado muy poco, lo cual quiere decir que no ha sido uno de los
puntos fundamentales, a pesar de que en todo el mundo se pueden encontrar
ejemplos que demuestran, más allá de toda duda, que
el desarrollo de un país está directamente relacionado
con su desarrollo científico y tecnológico y con la
cantidad de recursos que se invierten en este rubro. No obstante esta
evidencia contundente, en México no hemos logrado que el Gobierno
y la industria participen en la definición de una política
de Estado que trascienda el estilo que adopta cada seis años
el Gobierno. |
El
desarrollo de un país está directamente relacionado
con su desarrollo científico y tecnológico y con la
cantidad de recursos que se invierten en este rubro. No obstante,
en México no hemos logrado que el Gobierno y la industria
participen en la definición de una política de Estado
que trascienda el estilo que adopta cada seis años el Gobierno. |
Desde mi punto de vista, existen pocos protagonistas políticos,
de la iniciativa privada y académicos que dudarían de
la trascendencia de una política de Estado, por lo que es el
momento de superar el discurso. He venido insistiendo en que la política
de Estado en ciencia y tecnología tiene que aterrizarse presupuestalmente;
de nada sirve que escribamos libros y libros, textos y textos sobre
la importancia de la política de Estado en ciencia y tecnología.
Lo que hay que hacer es
–desarrollando una fantasía– dedicar tanto dinero
a la investigación básica, tanto a la aplicada, tanto
a la innovación, tanto a la formación de recursos humanos
y habrá incrementos anuales tales que en el año 2012
se llegue a 3 por ciento del PIB (las empresas pueden participar con
dos por ciento y el Estado con uno por ciento). Si no se aterriza
la política de Estado en términos presupuestales y programáticos,
es poco menos que demagogia. |
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¿Por
qué cree usted que no se ha dado esa tan necesaria política
de estado en ciencia y tecnología? ¿Quién o quiénes
serían los responsables?
Sin duda, el Gobierno debería cargar con una parte importante
de esta responsabilidad –yo diría que no sólo
el Gobierno, sino también la clase política que se encuentra
muy ocupada en confrontaciones enconadas como para analizar a profundidad
la conveniencia del desarrollo acelerado en ciencia y tecnología
que beneficie a la sociedad, porque éstas más la educación
son la columna vertebral del desarrollo de cualquier país–,
los industriales tendrían otra parte y de alguna forma los
científicos, quienes, aunque lo hemos venido repitiendo de
múltiples formas, no hemos sido suficientemente convincentes. |
Sin
embargo, no se trata de encontrar un culpable único, sino de
terminar el marasmo que hemos padecido en al menos los últimos
20 años, porque sí hemos tenido desarrollo científico,
pero no se debe a que haya aumentado proporcionalmente la inversión,
sino a que nuestra economía ha crecido y por inercia se ha
elevado la inversión, pero no como porcentaje. |
En
nuestro país, el financiamiento para la investigación
ha provenido mayormente del Estado, pero la participación
de las industrias podría permitir la aplicación del
conocimiento, porque ellas lo que procuran son resultados prácticos
que permitan poner productos en el mercado a partir de una idea
científica.
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¿Será
que los involucrados en cuestiones de desarrollo científico
se han dedicado a resolver contingencias y no han pasado de temas
coyunturales a establecer reglas de largo plazo?
Sí, mencionaba líneas arriba la necesidad de definir
objetivos sectoriales. Por ejemplo, en la Ley de Ciencia y Tecnología
se considera la creación de los fondos sectoriales mediante
los cuales confluyen recursos de las secretarías de Estado
y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).
Si revisamos la convocatoria 2004 del fondo sectorial en salud,
podremos darnos cuenta de que en ese año se trataban seis
problemas de salud, pero en el 2005 cambiaron y en el 2006 volvieron
a cambiar. Eso no debe ser así, se deben concretar los objetivos
sectoriales. Y siguiendo con el ejemplo de la salud, la diabetes
y el cáncer tendrían que ser algunos de esos temas
prioritarios. Esta definición de temas tiene que mantenerse
el suficiente tiempo para que se promueva el desarrollo, para que
se atraiga la investigación hacia esas áreas.
Además,
porque los resultados de una investigación no pueden ser
inmediatos.
Así es. Tenemos que pensar en términos de mediano
y largo plazo.
¿Cómo
hacer que la investigación sea una prioridad en las universidades
públicas y que al mismo tiempo esté ligada a la docencia?
Si nos concentramos en la importancia de la investigación
científica en las universidades, veremos que ya hay un buen
número de instituciones –sobre todo públicas
y algunas privadas– que ya consideran la investigación
científica como una de las tres funciones sustantivas o principales
de las universidades: docencia, investigación y extensión.
En las universidades, principalmente en las públicas, es
donde existe mayor claridad y certeza acerca de la importancia de
la investigación científica; no obstante, sería
bueno impulsarla más, y ahí entramos a otro tema que
es el asunto del financiamiento de la investigación, donde
las universidades se beneficiarían grandemente si contaran
con más recursos.
Además
de darle ese lugar importante a la investigación, hay un
gran trabajo por hacer en materia de transferencia de tecnología
y conocimientos; de hecho, históricamente ha habido problemas
para que el conocimiento generado en las universidades impacte en
la vida cotidiana de la sociedad. ¿Cómo se podría
deshacer ese nudo que ha impedido que la sociedad se vea beneficiada
directamente con las investigaciones que se hacen en las universidades
que la propia sociedad financia?
Es un problema bastante complejo y un área en la que no hemos
tenido suficiente avance en el país, a pesar de que contamos
con una comunidad científica cuya calidad es comparable a
la de comunidades de países desarrollados.
Desafortunadamente, hemos tenido un reducido impacto sobre la sociedad,
y creo que hay varios factores que explican esta situación.
El primero de ellos es que prácticamente no hay una definición
institucional de objetivos estratégicos, porque las universidades
pueden orientar la investigación científica, es decir,
el investigador goza de libertad de cátedra y de investigación.
Pero si su propia universidad o instituciones como el CONACyT y
las secretarías de Estado establecen objetivos prioritarios
y canalizan recursos para realizar los estudios y con ellos solucionar
algunos problemas, se podría inducir al investigador a involucrarse
en esta labor. |
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Otra
cuestión es que en México el financiamiento para la
investigación científica ha provenido mayormente del
Estado, aunque, en los últimos años, ya la iniciativa
privada ha estado participando con una tercera parte del financiamiento,
pero tradicionalmente los gobiernos federal y estatales contribuían
con la totalidad de los recursos que apoyaban a la investigación.
Sin embargo, la participación de las industrias podría
permitir la aplicación del conocimiento, porque ellas lo
que procuran son resultados prácticos que permitan poner
productos en el mercado a partir de una idea científica.
Las industrias pueden servir como vínculo entre la comunidad
académica y la sociedad para que estas ideas se desarrollen
en procesos innovadores que beneficien a la sociedad. Tradicionalmente,
ha habido poca confianza de los científicos hacia los empresarios
y viceversa, por lo que hay la necesidad de lograr un conocimiento
mutuo, de desarrollar una mejor relación, de sumar a la industria
y a la comunidad académica.
Finalmente, hay que mencionar otro factor, que es el hecho de que
en México se tiene muy poca experiencia con cuestiones de
propiedad intelectual, patentes, identificación de nichos
de mercado y de oportunidades tecnológicas. Y a éste
tendríamos que sumar otros factores, porque, como dije anteriormente,
se trata de un problema muy complejo que tendríamos que ir
analizando parte por parte para proponer las medidas que le corresponden
a cada asunto.
Los
investigadores se encuentran en un dilema complejo: por un lado,
se les pide que busquen recursos para financiar sus estudios y,
por otro, hay quienes opinan que sólo se deben dedicar a
generar conocimientos. ¿Cuál tendría que ser
el esquema que deberían seguir?
Creo que en un buen número de instituciones públicas
de investigación y enseñanza ya se ha logrado que
los investigadores se encarguen de conseguir recursos para llevar
a cabo sus estudios. En efecto, la institución aporta recursos
como la infraestructura, el salario del investigador y el personal,
pero el buscar financiamiento para realizar proyectos de investigación
es responsabilidad principalmente del investigador, quien debe presentar
sus propuestas en forma de solicitudes ante agencias nacionales
e internacionales. La época en que la propia institución
le daba todo a los grupos de investigación ya pasó;
de hecho, en la mayoría de los países desarrollados,
si no es que en ninguno, esto no sucede. Entonces, el investigador
tiene que responsabilizarse, tiene que convencer que sus proyectos
y su investigación valen la pena, y éstos los revisan
pares que evalúan si se trata de un proyecto cuya contribución
de nuevos conocimientos es suficiente para darle el financiamiento. |
¿Qué
oportunidades se abren para los estudiantes –principalmente
de licenciatura– con el hecho de que en su universidad existan
institutos y grupos de investigación, que sus maestros sean
investigadores? ¿Cuál es el beneficio que obtienen con
ello?
Hasta hace poco, los estudiantes no consideraban dentro de las profesiones
a las que se podían dedicar el ser científico, pero
esto está cambiando considerablemente. Ahora los alumnos piensan
que ésta es una de las profesiones prácticas, y, por
su puesto, yo como científico digo que es la mejor de todas,
dado que ofrece una vida extraordinariamente interesante, divertida,
apasionante, etcétera. Los científicos nos dedicamos
a resolver los porqués y estamos concentrados en esas cuestiones,
y nos pagan por hacerlo. |
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Ahora ya hay opciones de trabajo en una buena cantidad de instituciones;
deberían abrir más oportunidades en las industrias y
en algunas universidades en los estados. En particular, la Universidad
Veracruzana ha tenido un desarrollo científico considerable
si comparamos lo que había hace 20 años y si tomamos
en cuenta la cantidad de centros de investigación que tiene
actualmente, muchos de ellos abocados a abordar problemas regionales.
También
se ha hablado recurrentemente de la necesidad de generar una dinámica
de ciencia en México. ¿Qué retos implica esto
en un país como el nuestro, que históricamente no
ha estado apegado a las cuestiones científicas?
Nosotros no hemos logrado que la ciencia se incorpore como una parte
de la cultura universal, considerando como cultura la definición
de la UNESCO: todos aquellos usos, costumbres y conocimientos que
sirvan para la vida. Y al respecto hay muchísimo que hacer.
La Academia Mexicana de Ciencias lleva a cabo un esfuerzo considerable
a través de distintos programas como Domingos de la ciencia,
La ciencia en la escuela, Olimpiadas de la ciencia, Cómputo
para niños, Veranos en la ciencia, que están dirigidos
principalmente a los niños. Y es que tenemos que trabajar
para que en los infantes cambie esa visión, para que ellos
incorporen el pensamiento científico como parte del pensamiento
cotidiano, en contraste con el pensamiento mágico de la cultura
mexicana, que es hermoso en muchos aspectos, pero es poco práctico
en el mundo moderno. Creo que tenemos que trabajar desde abajo,
desde la primaria, para promover el pensamiento científico
en los niños, de tal manera que cuando crezcan aspiren a
profesiones científicas, y si no se desarrollan como científicos,
al menos que mantengan un pensamiento racional, lógico, en
la profesión que ellos elijan.
Desafortunadamente, la ciencia en la educación primaria no
resulta atractiva. De alguna manera no hemos enseñado apropiadamente
a los niños el trabajo científico. Éste es
un tema que se debe abordar desde múltiples niveles. Ya hay
muchas organizaciones, entre ellas la que presido, que están
haciendo esfuerzos por introducir el pensamiento científico
en los infantes, independientemente de que después sean científicos
o no, porque es necesario que lo utilicen como herramienta para
su vida. |
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