Abril-Junio 2007, Nueva época Núm.102
Xalapa • Veracruz • México
Publicación Trimestral



 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Ser Académico

 Quemar Las Naves

 Perfiles

 Pie a Tierra

 Reglamentos


 Números Anteriores


 Créditos

 

Mis amigos, mi generación de escritores y yo le debemos mucho a Galindo: Pitol

Germán Martínez

Ya han transcurrido 50 años desde que se creó la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV), y en las páginas de su historia han quedado inscritos los nombres de numerosos personajes que, a fuerza de trabajo, inteligencia y talento, contribuyeron a fundar esta empresa y a impulsar su desarrollo, así como de aquellas figuras que con sus obras han coadyuvado a conformar el extenso catálogo bibliográfico de la Editorial.

Entre esas personalidades destacan, sin duda, los escritores y también editores Sergio Galindo y Sergio Pitol, quienes no sólo compartieron el nombre y los oficios, las inquietudes y las aficiones, sino también una gran amistad que dio inicio en las frías tierras de Varsovia, Polonia, luego después de que este último publicara su libro, Infierno de todos, en la Editorial que aquél dirigía.

Sobre Galindo, Pitol conserva numerosos recuerdos: aquellos que tienen que ver con la amistad de ambos, pero también con la labor literaria y editorial del primero. Y es que, para el segundo, Sergio Galindo fue un gran narrador, pero también un editor visionario: "Fue extraordinario. Él creó la Editorial, la hizo. En los primeros libros hay cosas extraordinarias: obras de Álvaro Mutis, de Gabriel García Márquez, de José Revueltas, de Luisa Josefina Hernández… Empezó con un nivel muy alto con estos nombres y nunca se derrumbó, nunca bajó su calidad. En ese tiempo fue magnífica".

Son, pues, algunos recuerdos y anécdotas sobre el primer encuentro y la amistad entre los dos escritores veracruzanos (uno por nacimiento, Galindo; y otro por elección, Pitol) los que se incluyen en la siguiente conversación con el Premio Cervantes 2005, la cual forma parte del video que la Editorial realizó para conmemorar su 50 aniversario.
Sergio hizo que mi primer libro fuera a las librerías, y mis amigos, mi generación de escritores y yo le debemos mucho: Juan García Ponce, Juan Vicente Melo, José de la Colina… casi todos nosotros salimos de las manos de Galindo
La Editorial de la Universidad Veracruzana (UV) cumple 50 años, y a lo largo de su trayectoria ha destacado una figura primordial: el maestro Sergio Galindo. ¿Qué opinión tiene sobre el trabajo que Galindo desarrolló en la UV?
Fue extraordinario. Él creó la Editorial, la hizo. En los primeros libros hay cosas extraordinarias: obras de Álvaro Mutis, de Gabriel García Márquez, de José Revueltas, de Luisa Josefina Hernández… Empezó con un nivel muy alto con estos nombres y nunca se derrumbó, nunca bajó su calidad. En ese tiempo fue magnífica. Sergio hizo que mi primer libro fuera a las librerías, y mis amigos, mi generación de escritores y yo le debemos mucho: Juan García Ponce, Juan Vicente Melo, José de la Colina… casi todos nosotros salimos de las manos de Galindo.

Yo conocí a Sergio en Varsovia. La Secretaría de Cultura de Polonia lo invitó a realizar un viaje por Polonia, y yo estaba viviendo allá, pues tenía una beca en Literatura. Entonces, me dijeron que Galindo iba a estar en Varsovia y me invitaron a la primera comida en su hotel, el hotel Bristol. Yo no lo conocía; él ya había publicado mi libro, pero yo personalmente no lo conocía. Lo vi por primera vez en esa comida. Durante los días en que estuvo en Varsovia, recorrimos muchos sitios: museos, ópera, teatros, lugares extraordinarios, especiales. Un día me habló por teléfono para decirme que íbamos a salir de Varsovia a Cracovia, que es la ciudad más bella y más antigua de Polonia. Los alemanes no la tocaron, la dejaron intacta; en cambio, arrasaron Varsovia por tres semanas. Estuvimos, pues, en Cracovia, y me pidió ir a Auschwitz, el campo de muerte. Yo nunca había querido ir. Ya tenía dos años viviendo en Polonia y no había querido ir a Auschwitz. Veía las fotos, los libros con fotos, y era tan terrible lo que decían y mostraban que nunca pensé ir.
Pero llegamos en la mañana y, a lo largo de varias horas, recorrimos el lugar con unos guías. Fue terrible ver las montañas de cabellos de las personas que murieron en los hornos de gas, ver fotografías de niños mutilados, de gente muerta.
Entonces, luego de que abandonar el campo, no pudimos comer en Cracovia. Yo caí en mi cama y él dijo que también, pero ya en la noche salimos, cenamos, paseamos por las ciudades, por esos bellos palacios, parques y murallas, y no conversamos sobre eso. Yo le hablaba de otras cosas: de Polonia, de México, de literatura mexicana, de política mexicana. Creo que después de tres días pudimos hablar de esa monstruosidad, y eso, el estar acompañados en ese monstruoso campo, nos hizo muy amigos.

En la gráfica aparece el autor de El Bordo frente al Museo de Lenin en Cracovia.
(Foto: Archivo de la familia Galindo)
Luego de ese momento, se crea una convivencia entre los dos Sergios. Digamos que compartieron "un infierno de todos", de alguna manera. ¿Esa experiencia que ambos tuvieron hizo que se estrechara más la relación y que tuvieran más comunicación para que usted estuviera en la Editorial de la Universidad?
Sí. Desde esa vez, empecé a colaborar en La Palabra y el Hombre. Después de Galindo, llegó a la Editorial un maestro de la Facultad de Letras, César Rodríguez Chicharro, quien también hizo un buen trabajo, pero nunca salía de Xalapa como Sergio, el cual traía más cosas nuevas. Y sí, creo que seguramente Sergio le dijo al Rector que yo podría ser un buen editor, pues había trabajado, antes de ir Polonia, en varias editoriales, Joaquín Mortiz y Era, que eran en ese momento las editoriales más importantes sobre literatura. El Fondo de Cultura Económica era el gigante, pero esas editoriales se dedicaron solamente a literatura.

¿Existe una relación estrecha entre usted y la Universidad Veracruzana, entre usted y la Editorial?
Sí, yo casi siempre estuve relacionado con la Universidad. Antes de haber venido a esta casa de estudios, estuve como casi 30 años fuera. Vine la primera vez a Jalapa porque no había hecho mi tesis de Leyes. Ya algunas personas de Relaciones Exteriores me decían: "Vete, te llevamos como agregado cultural", pero se necesitaba título.

Ya había terminado los estudios, pero mi vida era ya la labor editorial en México y de escritor cuando estuve en todas partes, por lo que la tesis estaba en espera. Vine, pues, a hacer mi tesis a Xalapa. La Secretaría de Relaciones me dijo: "Si te titulas, te vas". Entonces estuve un año aquí; yo sabía que era un año y Sergio también. Después me mandaron a Polonia como agregado cultural.

Se publicó en la Editorial Infierno de todos, pero conoció a Sergio Galindo después de ese hecho. ¿Cómo llega ese libro a la Editorial?
Por correo lo envié antes de irme a Polonia, y cuando estaba ya en ese país me llegó el libro.

Conocí a Sergio en Varsovia. La Secretaría de Cultura de Polonia lo invitó a realizar un viaje por Polonia, y yo estaba viviendo allá… Durante los días en que estuvo en Varsovia, recorrimos muchos sitios: museos, ópera, teatros, lugares extraordinarios… También fuimos a Auschwitz, y el estar acompañados en ese monstruoso campo nos hizo muy amigos

¿Se lo envió directamente a Sergio Galindo?
Sí, pero a Sergio jamás lo había yo visto. Creo que alguna vez vine a Xalapa a buscarlo con mis páginas de cuentos y no estaba. Me parece que hablé con un muchacho de apellido Serrano, el cual estaba de segundo de a bordo, y con Chagüita, quien fue una secretaria maravillosa durante décadas. Creo que me dijeron que se iba a publicar y así fue.

¿Lo ilustró Leticia Tarragó?
Sí. También en Polonia conocí a Fernando Vilchis y a Leticia, estaba muy joven Leticia, y ellos estuvieron por allá como ocho meses gracias a una beca. Luego se fueron a Portugal y a México.

Ahora, transcurrido el tiempo, ¿cómo ve a la Editorial de la Universidad?, ¿siente que cumple el objetivo que se planteó Sergio Galindo?
Es muy difícil compararla, porque en aquel entonces había pocas editoriales en México para literatura, pero ahora, en los últimos diez años, el medio editorial creció, es inmenso con las editoriales españolas, como Santillana. Casi todas las editoriales se adhirieron a este gran edificio del libro. Ahora los autores jóvenes se van a otras editoriales, ganan mucho dinero y también tienen una mayor distribución no sólo en México, sino también en América y España.


Sergio Pitol y Sergio Galindo compartieron, además del nombre y el oficio, una gran amistad que dio inició en Polonia.
(Foto: Mauricio Chalons)

Sergio fue muy inteligente, muy visionario, porque cuando se creó Joaquín Mortiz, que tenía mucho dinero y posibilidades, él se acercó a ella. Y es que la editorial de Joaquín Mortiz tenía una gran distribuidora, y los libros de la Editorial de la Universidad se pusieron en manos de esa distribuidora que repartía libros en todo México y en algunos países sudamericanos, también a España. Aunque ahora, después de que Joaquín Mortiz se pasó a Santillana, los libros ya no se distribuyen de la misma manera, son pocos los que llegan a Xalapa, a México en general.
Considerando esto, pienso que hay que volver a hacer un esfuerzo para que los libros no se vayan a bodegas.

Sin embargo, la Editorial de la Universidad Veracruzana se mantiene. ¿Es una de las más importantes de México?
Ah, claro, es la más importante de México.

¿Más que la Editorial de la UNAM?
Ah, no, pero sí es la más importante de los estados.

¿Siente, entonces, que lo que sembró Sergio Galindo se ha fortalecido?
Claro, se ha fortalecido, desde luego.