El
reconocimiento internacional del cine portugués crece de
manera significativa. Destaca el surgimiento, al lado de los consagrados
directores -cuyo patriarca es el prestigioso Manoel de Oliveira-,
de un número importante de jóvenes que garantizan
la continuidad, innovación y aumento de la cinematografía
lusitana.
El Departamento de Cinematografía de la UV, en coordinación
con la Filmoteca de la UNAM, el Instituto Camoes, la Agencia da
Curta Metragem, la embajada de Portugal en México y el DIF
de Veracruz, presentó del 10 al 12 de julio una serie de
cortometrajes de jóvenes cineastas portugueses.
Dicha muestra, que también se exhibió en el Cineforo
de la Universidad de Guadalajara y en la Filmoteca de la UNAM, estuvo
conformada por 14 de los mejores cortometrajes realizados en Portugal
durante los últimos años e incluyó los diversos
géneros que componen este formato, propicio para la experimentación
artística, la creación independiente y la formación
de nuevos cineastas.
En Mientras tanto, Miguel Gomes presenta un triángulo amoroso,
conformado por Rui, Nuno y Rita, que debe transitar tres lugares
y tres tiempos para conseguir intimidad. Jacinto Lucas Pires, director
de Cinema amor, desarrolla los temas de la belleza y la gloria característicos
de las malas historias de amor. Para ello, crea un personaje que
en sus ratos libres pasea por la ciudad buscando a la mujer de sus
sueños, pero cuando la halla, ésta se avienta de un
balcón.
Felicidades, de João Pedro Rodríguez, presenta la
historia de un joven que cumple 25 años y que al ser despertado
por su novia, se da cuenta de que a su lado está João,
por lo que se abre una gran interrogante: ¿Qué pasó
la noche anterior? Con guión de Steve Ausbury, Bruno Almeida
logra crear el cortometraje La deuda, comedia negra que echa una
mordaz mirada a los años noventa y cuyo argumento se centra
en la acción de un comerciante que intenta venderle un libro
sobre pensamiento positivo a una joven pareja de yuppies afectada
por la actual recesión económica de los Estados Unidos.
Basado en un cuento de Jorge de Sena, Los asaltantes, de Abi Feijó,
presenta un viaje nocturno por las carreteras portuguesas de los
cincuenta, en el que se discute la identidad de un grupo de hombres
capturados y muertos poco después de la guerra civil española.
La historia amorosa de Ana, Pedro y João, Respirar (Bajo
el Agua), fue realizada por Antonio Ferreira. En ella, los dos primeros
personajes desean entablar una relación, pero por diversas
razones no se atreven a hacerlo. Sin embargo la aparición
de João modifica el ritmo de la historia, en la que la disputa
por Ana sólo puede terminar con la desaparición de
uno de ellos.
En Los martes de la Bailarina Gorda, de Jeanne Waltz, la figura
central es Luisa, una mujer divorciada y excelsa cocinera que aprovecha
los martes para llevar a su nieto al zoológico o para invitar
a su amiga a comer. En su pasado fue bailarina, pero ahora está
gorda, no obstante decide bailar de nuevo precisamente un día
martes. Regina Pessoa expone en La noche la historia de dos vidas
solitarias, la de una madre y la de su hijo, que no lo gran comunicarse;
por supuesto, su soledad está envuelta por la inmensidad
de la noche.
El cuento del gato y la luna, de Pedro Serrazina, constituye un
poema hecho de silencio y complicidad, en el que alguien intentó
hacer del sueño una realidad. En tanto que en 9 menos, Rita
Nunes -apoyada por el libro de cuentos Crímenes ejemplares
de Max Aub- exhibe una serie de confesiones individuales que no
tienen nada en común, a excepción de que todos los
participantes han cometido un asesinato.
Con un guión de Gonçalo Galvão Telles, Levina
Valentim y Virgílio Almeida, en La sospecha José Miguel
Ribeiro expone una historia de suspenso en la que se elucubra en
todo momento sobre el destino final de cinco personas, de las cuales
una es un asesino en potencia. En Don Jerónimo, cuya directora
y guionista es Inês de Medeiros, se desarrolla la historia
de un viejo olvidado en un hospital, quien al ensayar su muerte
provoca una gran confusión en el hospital y entre su familia.
La muestra de cortometraje portugués, que se realizó
en El Ágora de la Ciudad, concluyó con la proyección
de El clavo, de João Maia, y de Estoy cerca, de Sandro Aguilar,
quienes muestran dos realidades distintas: la de un adicto a la
cocaína y endeudado con narcotraficantes y la de un personaje
que sólo necesita a alguien que no deje que se duerma.
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