La
Más del 80 por ciento de los medicamentos que se aplican hoy
en seres humanos fueron desarrollados gracias a la investigación
básica, una labor que entidades como el Instituto de Neuroetología
(INE) de la UV han realizado cabalmente.
Este año, el INE celebra diez años de existencia y sus
frutos apenas se imaginaban en 1992. En aquel año, el interés
de un grupo de jóvenes dedicado al estudio de la conducta animal
dentro y fuera del laboratorio, dio origen, después de años
de gestión, al instituto que hoy cuenta con una planta docente
integrada por 15 especialistas, seis de ellos incorporados al Sistema
Nacional de Investigadores.
Ellos componen dos de las mejores ofertas académicas de la
UV: la maestría en Neuroetología, único posgrado
de la UV en el Padrón de Excelencia del Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (Conacyt), del que han egresado cinco
generaciones; y el doctorado en Neuroetología, cuya segunda
generación inició cursos en julio.
Además, el éxito de las investigaciones realizadas esta
década ha brindado al instituto el reconocimiento de especialistas
nacionales y extranjeros, lo que le ha permitido tener a su cargo
gran parte de las reservas ecológicas (más de 650 hectáreas)
de Catemaco y Sontecomapan, donde se encuentra la mayor riqueza de
especies animales y vegetales del país.
En esta historia no sólo son destacables los indicadores, sino
el indudable compromiso y persistencia de un grupo de especialistas
que hace más de 20 años se conoció en los pasillos
de la universidad. Desde entonces, han formado
un verdadero equipo de trabajo que hoy se consolida como impulsor
de importantes tareas de investigación, conservación
y formación de personal especializado.
El programa académico de la celebración de aniversario
-que se llevó el 29 y 30 de julio- incluyó el curso
internacional "Transducción de señales: principios
y aplicaciones", la presentación del libro conmemorativo
Neuroetología, la década del cerebro y la conducta animal
y una serie de conferencias magistrales, dictadas por especialistas
de las universidades Veracruzana, Autónoma Metropolitana y
Nacional Autónoma de México, que dieron lugar a reflexiones
importantes sobre el estudio del comportamiento animal y sus bases
neurológicas.
¿Cuáles
son las bases de la conducta humana?
Algunas manifestaciones de la conducta humana, como la violencia,
tienen sus bases en esa parte animal que pervive en el hombre, aseguró
Jorge Martínez Contreras, investigador de la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM), quien añadió
que para comprender estos aspectos es necesario reconocernos como
animales.
Por ello, un grupo de científicos y filósofos convencidos
de que el hombre es un animal evolucionado han basado su estudio
en el análisis de la conducta de ciertos monos, que habitan
en la región de Los Tuxtlas, donde la UV ha podido realizar
muy diversas investigaciones desde hace años.
Los monos "constituyen el único ejemplo vivo de algo
que se puede parecer a nuestros ancestros, y cabe aclarar que aunque
no son nuestros ancestros, son más semejantes a ellos, incluso
más que nosotros mismos, porque han conservado características
más primitivas en el sentido científico de la palabra",
dijo Martínez Contreras.
Sobre las características de la conducta del hombre y los
casos en que el estudio de los animales ha sido de gran provecho
para comprenderla, el filósofo de la UAM aseguró que
esa base animal en nuestra especie existe, lo queramos o no. "La
violencia, por ejemplo, es un fenómeno que existe en nosotros
de manera natural, por lo cual debemos encontrar la manera de buscarle
salidas, sin pretender que siendo racionales podemos evitarla o
desaparecerla de nuestras vidas".
Asimismo, las necesidades sexuales y reproductivas son parte fundamental
en cualquier ser vivo, por lo que no deben ser reprimidas ni por
la iglesia ni por ninguna institución. "Por eso necesitamos
tener presente nuestro pasado biológico, porque no debemos
olvidar que somos animales... a fin de cuentas".
Desde luego, los investigadores reconocen que, como seres humanos,
gozamos de dos grandes ventajas: el lenguaje y el razonamiento.
Estas dos características han dotado al hombre de una gran
capacidad de adaptación, que lamentablemente ha tenido un
efecto negativo. "La rata noruega, por ejemplo, ha invadido
al mundo igual que el gorrión turco, e incluso hay insectos
más exitosos que nosotros. La gran diferencia es que los
hombres hemos utilizado la razón de manera excesiva y absurda.
Nos hemos reproducido demasiado, hemos impactado al planeta violentamente
y lo hemos destruido".
Pese a lo contradictorio que pudieran resultar disquisiciones de
tal índole, a juicio de los filósofos, fenómenos
como éste tienen su fundamento en la base animal del hombre.
Para argumentarlo, Jorge Martínez explicó que en nuestra
especie hay un instinto animal de conquista, de dominación,
de posesión, de marcar su territorio de forma excesiva y
absurda.
"Si nosotros comprendemos que dichas inclinaciones forman parte
de nuestra naturaleza y no nos avergonzamos de ello, podemos comprenderlas
mejor y buscar soluciones más acordes y menos utópicas
con nuestros problemas. Además, hay que recordar que la razón
es un gran instrumento que nos puede servir para proteger o destruir.
Su gran valor radica en darnos estas dos opciones, pero depende
de nosotros la elección".
Curso de comunicación intercelular
Como parte de la conmemoración del décimo aniversario
del Instituto de Neuroetología, un grupo de especialistas
ofreció del 1 al 9 de agosto el curso Transducción
de señales: principios y aplicaciones, en el que se desarrollaron
conceptos básicos de la comunicación inter e intra
celular y se pusieron en práctica métodos innovadores
en el estudio del tema, con el fin de entender las bases biológicas
del comportamiento, que hoy tienen que ver con los genes.
Arturo Ortega Soto, del departamento de Genética y Biología
Molecular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados
(Cinvestav) del IPN, afirmó que es evidente que toda la respuesta
está en el genoma. Acompañado por los especialistas
José Aguilera Ávila, Esther López Bayghen,
Elena Hernández Aguilar y Guadalupe Manzo, Ortega Soto explicó
que enfermedades como el cáncer, el alzheimer y la epilepsia
podrían ser controladas de contar con los conocimientos suficientes
relativos a la comunicación que existe entre las células.
"Cuando una persona presenta un ataque epiléptico, lo
que tiene en realidad es una enorme actividad eléctrica en
el cerebro, esto quiere decir que las células se están
comunicando mucho; y en la medida en que nosotros logremos conocer
cómo se efectúa dicha comunicación podremos
controlarla, no sólo en enfermedades específicas sino
también en padecimientos tan comunes como la depresión,
y se podrán diseñar drogas o sustancias que controlen
estos males".
El punto está en que todas las células del cuerpo
tienen el mismo contenido de ácidos nucleicos, esto es, los
mismos genes o la misma información. Sin embargo, las células
del cerebro son diferentes a las de otras partes del cuerpo. De
ahí surgió una interrogante: ¿por qué
no todos los capítulos de este libro (genoma) se leen de
la misma manera en los diferentes órganos y tejidos? Ortega
Soto explicó que esto tiene que ver con la comunicación
de las células con el ambiente y la comunicación entre
ellas: "En el cerebro tenemos 100 millones de neuronas... la
forma en que nosotros aprendemos, sentimos, amamos u odiamos es
por la interacción que se da entre cada una de ellas".
Tanto los problemas como las enfermedades y patologías del
hombre se presentan debido a que se gana o se pierde una función,
y eso tiene que ver con la forma en cómo se comunican las
células. De ahí la necesidad de entender cómo
se da esta comunicación, cuáles son las señales
que reciben las células y cómo reaccionan ante ellas.
De ahí la importancia de intercambiar experiencias y conocimientos
sobre el tema en actividades diversas como el curso Transducción
de señales: principios y aplicaciones, concluyó Ortega
Soto.
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