Mi querido poeta:
He sabido que Ud. va a publicar un nuevo libro. Y me apresuro
a advertirle que Ud. no puede hacer eso. La razón que,
en mi responsabilidad de médico, me asiste para hacerle
esta advertencia, es muy sencilla. Sin embargo, yo sé que
Ud. como todos los que se encuentran en su caso se
obstinará en no quererla comprender. Pero debe saber una
vez por todas, que hace ya bastante tiempo que Ud. ha muerto.
No cometeré la superficialidad de presentarle mis condolencias.
Además yo trato a mis muertos no sólo con cariño,
sino también con franqueza; su muerte me trajo sentimientos
muy particulares. Como ciudadano casi puedo afirmarle que mis
sentimientos fueron menos que indiferentes. En mí crecen
otros sentimientos que ahogan a los del ciudadano. Y no vaya a
creer por esto que voy contra la humanidad. Al contrario, pretendo
otra cosa. Y aun en el caso de que la humanidad me fuera completamente
indiferente, no sería imposible que mi pasión por
la ciencia y por el conocimiento tuviera para los hombres consecuencias
de un gran bien. Precisamente mi pasión por el conocimiento
me llevó a estudiar a los poetas y a aprovechar de ellos
los conocimientos que quedaron atrapados en sus poesías.
Como gustador de poetas, me apresuro a decirle, que es como más
lamento su muerte. Pero no exageremos demasiado; si por un lado
pierdo los poemas que Ud. hubiera hecho si realmente viviera,
por otro lado empiezo a gozar el sabor, más concentrado
y misterioso, que uno encuentra en las poesías de un autor
al cual uno ya no puede darle la mano como a un ser realmente
vivo.
Como médico tengo mucho más que decirle. Primero
tuve el sentimiento de sorpresa que me producen ciertas maneras
de la muerte; después casi tuve con Ud. el sentimiento
de un absoluto fracaso en cuanto a poderlo salvar. Y por fin su
muerte me trajo la gran alegría de poderlo salvar casi
completamente. Y esto es un gran triunfo para mí. Si hubo
otros colegas que después de una muerte pudieron hacer
marchar un corazón; o aprovechar un ojo o cualquier otra
parte del cuerpo de un muerto para recomponer un vivo, yo, mi
querido poeta, no sólo hago marchar a un muerto sino que
casi casi está vivo del todo. Lo único que no puedo
recomponer, óigalo bien, es su facultad de creación.
Precisamente por estar seguro de que ahora Ud. carece de ella,
es que lo doy por muerto. Y no crea que no siento este fracaso;
aún más, me consideraría más satisfecho
si hubiera podido matar, en un vivo artificial, algo que al morir
quedó demasiado vivo en él: la vanidad de creerse
un vivo natural; es decir, su capacidad de creación. Esa
vanidad es la gran sobreviviente del hombre.
Y ahora lo ataco de frente. De esa vanidad tiene Ud. que cuidarse.
En caso contrario, andará Ud. como un viejo que pretende
tener una aventura. Si sigue Ud. con la pretensión de querer
hacer nuevos poemas será el peor plagiario de sí
mismo, arrojará una luz falsa sobre su poesía anterior
y la desprestigiará. En cambio, piense en la satisfacción
que dará a todos sus admiradores si les deja la ilusión
de estrechar la mano que escribió aquellos poemas, un poco
antes de que esa mano se seque del todo. Piense en la satisfacción
que será para Ud. sobrevivir para recoger los halagos que
merece. Si Ud. no se estropea con una ambición fuera de
lugar, verá cómo se desarrollará la sensibilidad
del triunfo; recuerde que esa sensibilidad nunca fue amplia; porque
cuando Ud. era joven, si bien deseaba el triunfo, también
tenía inquietudes que lo inhibieron en muchos instantes.
Y aún más, ahora, sin esa auténtica inquietud,
tiene Ud. también un estado físico más completo
para recibir el triunfo; ahora Ud. podrá desarrollar más
lo que yo llamo sensibilidad de banquetes: Ud. no
sólo podrá comer más y gozar más rato
de sus comidas, sino también estropear menos sus digestiones.
Y por último quiero prevenirlo contra los discursos en
los banquetes; ni los improvise, ni los escriba. Diga que como
está emocionado prefiere recitar un poema de antes. Y después
de ellos quédese Ud. en silencio y verá todo lo
que ponen ellos; será precisamente lo que le falta a Ud.:
vida, amplia y misteriosa vida.