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Tras
el honroso penúltimo lugar que ocuparon los estudiantes mexicanos
en los estándares de lectura de comprensión, al sustentar
un examen avalado por la Organización para la Cooperación
y Desarrollo Económicos (OCDE), el actual gobierno federal
ha puesto en marcha programas como Hacia un País de Lectores
y Biblioteca del Aula, cuyo objetivo es revertir este panorama.
Sin embargo, esa buena intención ha caído en una telaraña
de contradicciones, muchas de tintes absurdos. En primer lugar,
por los ataques a la industria editorial mexicana, al gravar a las
revistas con un 15 por ciento (y todavía no están
a salvo los libros); en segundo, por el abandono que ha sufrido
la cultura a manos de los actuales secretarios de Estado, burócratas
y legisladores. Enrique Florescano, Hugo Gutiérrez Vega,
Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, José Emilio Pacheco,
Sergio Pitol, Elena Poniatowska y Alberto Ruy Sánchez, entre
otros intelectuales, han señalado el desprecio, la intolerancia
y persecución tanto a la cultura como a cualquier viso de
inteligencia entre la clase dirigente del país.
Ahora el ciudadano ideal es aquel que obedece los designios cuyo
fin es velar por su bien, que aplaude la estulticia, la descalificación
soez, el maniqueísmo y hasta la guerra contra el terrorismo.
Las políticas gubernamentales para formar lectores son erradas.
¿De qué sirve inundar a las escuelas con libros, si
su destino es empolvarse en una bodega o acabar como adorno de buen
gusto? Felipe Garrido apunta que la generación de lectores
va más allá de la alfabetización: Muy
pocos de quienes aprenden las primeras letras llegan a adquirir
el hábito de la lectura; sólo unos cuantos se benefician
realmente de la capacidad de leer. Si junto con los certificados
y los títulos la población escolarizada adquiriese
la afición por la lectura, ciertamente tendríamos
un país más próspero, más justo y más
democrático. Sería más sencillo entonces extender
los beneficios de la escuela, la educación y la lectura a
sectores más amplios de la
población.
El placer por la lectura conduce a la comprensión y al diálogo
con otras culturas, fomenta valores como la convivencia, el respeto
y la tolerancia, cimienta un pensamiento crítico interrogador
del entorno, da pie al ejercicio de la escritura, transmite
una postura ante el mundo. Negar el conocimiento, la cultura, es
autodestruirnos, ya que caeríamos en la barbarie y la ceguera.
Mas ¿dónde tiene su origen esa reticencia ante la
lectura y la escritura? Una de sus fuentes es la escuela, ya que
el sistema institucional ha fomentado prácticas en las que
los alumnos sólo aprenden a memorizar contenidos muy específicos,
a descodificar signos escritos (sin vínculo alguno con el
contexto) o a localizar datos, de ahí que la lectura y la
escritura se vuelvan fragmentarias, mecánicas y sin ningún
sentido social.
Este problema se agudiza en la educación superior, donde
se exige un nivel de comprensión lectora más elevado,
ya que los jóvenes, cuando se enfrentan a un texto escrito,
no saben de qué trata
pues están acostumbrados a deletrear, cuál
es la intención de su autor, qué pretende demostrar
y cómo lo hace; no asumen una postura crítica ante
las ideas ni las interrogan y, por ende, son incapaces de llegar
a conclusiones propias.
Desarrollar el pensamiento crítico a través del manejo
de estrategias de lectura a nivel superior que permitan al estudiante
extraer información de los libros, valorarla y utilizarla
como fuente de razonamiento fue el propósito del curso-taller
Habilidades de lectura y escritura a nivel superior, que ofrecieron
en la Universidad Veracruzana Yolanda Argudín y María
Teresa Luna Argudín, reconocidas investigadoras de tal fenómeno
que han publicado los libros Aprender a pensar leyendo bien, Elaboración
de trabajos escritos académicos y Las habilidades de lectura
en la docencia universitaria. Una propuesta de enseñanza-aprendizaje,
quienes hablan sobre dicho tema en la siguiente
conversación.
Ustedes
se han especializado en el estudio de las técnicas de lectura
eficiente en el nivel superior. ¿Cómo nace su interés
por investigar tal fenómeno?
María Luna (ml). La investigación surgió en
1989, ante una misma queja de todos los profesores en el sentido
de que sus estudiantes no leían bien y no comprendían
lo que leían. Lo que empezamos a hacer fue, primero, constatar
si esta gran queja era real o no, y después tratar de crear
un método que nos diera una solución a estas problemáticas.
El apartado de la investigación educativa se inició
a partir de una serie de muestreos en el ámbito nacional
para poder ver cuál era el grado y nivel de lectura en general
de un joven al ingresar a la universidad. Los resultados eran francamente
deprimentes.
El siguiente punto consistió en ver en el terreno internacional
qué estaba pasando y los datos eran iguales. Ya se había
puesto en marcha una serie de investigaciones no sólo en
los Estados Unidos, sino sobre todo en Europa, pero en lugar de
partir de cuál era el perfil ideal que debía tener
el alumno, Malton y Säljo invirtieron el sentido de la investigación:
era analizar a aquellos estudiantes que tenían un muy eficiente
desempeño en la universidad, ver qué estrategias estaban
aplicando. Gracias a ello, supieron lo que de cualquier manera era
bastante obvio: el problema estaba en la lectura.
Conclusión: el desinterés, el rechazo que tiene una
buena parte de los alumnos hacia la lectura nace precisamente del
hecho de que no saben leer, en el sentido de lo que implica esta
actividad. Saben descodificar los símbolos, que ciertas letras
corresponden a los fonemas, pero la lectura los deja vacíos.
Y no es culpa de los estudiantes, es porque no han tenido el entrenamiento
necesario y porque se han enfrentado a una serie de experiencias
muy negativas. Ante esa realidad había que trabajar
en algo.
¿Dónde
tienen su origen esas estrategias que hicieron de la lectura y de
la escritura unas prácticas huecas, monótonas y obligatorias?
ml. Si quieres nos remontamos al Imperio Romano (y a lo mejor seguramente
más atrás). Éste es un antiquísimo debate
en educación. Ya desde Quintiliano, quien en la época
de Dioclesiano ya estaba escribiendo sus Institutiones oratoriae,
se halla el debate sobre cómo debía ser la educación,
si necesitaba ser memorística o había que optar por
una educación que, en términos ya modernos, llamamos
de habilidades de razonamiento. Ellos no lo planteaban así,
evidentemente, pero sí expusieron la necesidad de que los
muchachos pensaran, discutieran sus propios puntos de vista y supieran
fundamentarlos. Tal debate me atrevería
a decir es tan viejo como el hombre. ¿Qué ha
pasado en
estos 25 siglos? Es que ha habido la posibilidad de sistematizar
cuáles son estas habilidades básicas del pensamiento
y de ahí desarrollar o tratar de propiciar que los alumnos
las desplieguen, negando esta rezaga en educación memorística
de la que todos hemos sido, de alguna u otra forma, víctimas.
(Se
incorpora a la charla la doctora Yolanda Argudín)
Estamos
viendo que hay un viejo debate entre lo que ha sido una educación
memorística y otra basada en el desarrollo de las habilidades
del pensamiento; también estamos viendo cuál es la
importancia del desarrollo de la crítica y hurgando en el
origen de una educación deficiente que te lleva a una lectura
y una escritura sin sentido. Decía que el debate es tan viejo
como el hombre mismo, lo tenemos desde el Imperio Romano.
Yolanda
Argudín (ya).- Sócrates hablaba de esto, ¿no?
Claro,
la mayéutica
ya. Exactamente. Desde entonces ya se habla de la libertad en la
educación. Educar significa que el hombre sea capaz de elegir.
¿Cómo podemos permitirle que elija si trae el lastre
de una educación represiva? ¿Qué le podemos
dar a una persona si no puede decir sí o no a algo? Hay que
ofrecerle todas las bases para que pueda elegir con fundamentos,
para que sea capaz de decir sí o no y de responder a esta
terrible pregunta con bases, con una actitud reflexiva y una capacidad
crítica, para que su respuesta le permita elegir. Es decir,
si estamos educando para que una persona sea capaz, la única
forma de que lo sea es con la elección, y la elección
es la libertad, y la libertad es tener los fundamentos para poder
vivir.
¿Cómo
hacer que el hombre sea libre en su pensamiento? Una parte de la
filosofía ha tratado de promover esto, aunque otra, la teológico-iluminista,
aboga por el apego al documento. ¿En qué medida el
hombre construye el conocimiento o se sujeta a una regla?
ya. Yo creo que son las dos cosas. Necesariamente tenemos que sujetarnos
a algunas reglas para poder vivir en sociedad, eso es evidente.
La libertad absoluta no existe, es una utopía, pero la educación
represiva, memorista, no permite al hombre elegir, sino simplemente
seguir las reglas. El intento es que el ser humano sea capaz de
resolver problemas, edificar su propia vida y a su vez construir
otros mundos. Si no, la educación no tendría ninguna
razón de ser.
¿En
nuestro país, cuál es el panorama en cuanto a niveles
de comprensión lectora?
ml. El mal es mucho mayor de lo que cualquiera puede pensar.
ya.
Sí, pero ¿por qué? Porque la promoción
de la lectura y la escritura se está basando en una falsedad.
Ahora se nos dice que hay que impulsar la lectura, fomentarla. Mi
pregunta es: ¿cómo lograrlo si no sabemos hacer lo
que nunca se nos enseñó? Por supuesto, no sabemos
ni leer ni escribir, está demostrado, nunca se nos instruyó.
No es que los maestros de la universidad no enseñen a los
muchachos a leer y a escribir. Es que desde la primaria no se les
ha preparado para esto. ¿Qué esperamos entonces? ¿Una
varita mágica para que el maestro universitario de repente
cambie todo y el muchacho ya esté capacitado? Es común
que los maestros se topen con estudiantes que no saben ni lo básico
porque no se los enseñaron. ¿Por qué ahora
queremos fomentar la lectura? ¿Fomentar qué, si no
se sabe? Si el muchacho no tiene idea de lo que es leer, entonces,
¿qué podemos fomentar?
Lo importante es, desde el inicio, hacer que el niño desde
los tres ó cuatro años se asome a los libros sin ninguna
obligación: eso sí fomenta la lectura. Durante esa
primera etapa de vida debemos enseñarle que los libros nos
abren posibilidades, porque el niño no está capacitado
para leer; entonces sí se le puede fomentar, y en adelante
enseñarlo a leer críticamente, analizar lo que lee,
a cuestionar al autor, y no a quedarse en la decodificación
de las palabras, que es lo único que se les ha enseñado
a los jóvenes.
ml.
La lectura y la escritura son dos partes prácticamente inseparables.
La importancia de la primera radica en que representa la posibilidad
de abrirnos horizontes, asomarnos a otros mundos y, por tanto, desde
ahí pensarlos. De tal suerte que lo único para lo
que puede servirnos es si va a acompañada del desarrollo
del pensamiento crítico. Obviamente, no me refiero a la acción
de criticar por criticar, sino a una crítica fundamentada,
razonada, que nace desde la propia visión, opiniones y valores
de cada persona. La escritura constituye una de las formas que tenemos
de expresar el pensamiento; de ahí la necesidad de que vaya
acompañada también de un fundamento, una argumentación
y como expresión de este pensamiento crítico. Leer
y escribir van unidos con el desarrollo de la reflexión.
ya.
Uno de los errores cometidos es que la escritura había sido
considerada como la traducción de las palabras al lenguaje
escrito: ello no es así. Escribir es pensar. Y si no fomentamos
el pensamiento crítico, el razonamiento y el análisis,
tampoco podemos escribir: ése es el problema. Seguimos la
tradición de acatar las reglas convencionales de la ortografía
(algunas concepciones simples creen que esto es escribir), y estamos
perdiendo el verdadero significado de que escribir significa comunicar,
buscar objetivos, decir, solicitar algo. Se constituye como un acto
social.
A
las personas a quienes les gusta mucho leer y escribir se les pone
una etiqueta: es un escritor, aunque sea más
lector. ¿Por qué colocar a quien escribe y a quien
lee en un estatus muy elevado, al cual mucha gente considera que
no logrará acceder, cuando sí podrían hacerlo?
ya. Para mí, el escritor sí es una persona de asombro,
sí está en otra categoría. Creo que una de
las cosas de las que podemos estar orgullosos es que México
es un país de escritores a pesar de todo. Tenemos a Octavio
Paz, a Fuentes. ¿Qué han hecho ellos? Ser capaces
de pensar. Para mí, esas son personas que hay que alabar
y que están en un nivel muy alto del pensamiento. Esto no
quiere decir que una persona que lee necesariamente sea un escritor.
Tenemos muchísimos prejuicios acerca del acto de la escritura,
nos da mucho miedo escribir. ¿Por qué? Porque hasta
ahora escribir ha significado, como en el dicho papelito habla:
a las palabras se las lleva el viento, en lo escrito quedan.
Entonces, al escribir podemos ser juzgados. De ahí nuestro
miedo a que llegue el maestro y nos pida reglas gramaticales y nos
exija escribir bien ortográficamente. ¿Dónde
está el pensamiento? ¿Qué puede un muchacho
decir a través de la escritura, qué puede reclamar,
a qué puede contribuir, cómo puede resolver problemas,
si únicamente se le pide que siga unas reglas convencionales?
No hay nada más convencional que la ortografía. Un
niño lógico escribe casa con k.
¿Qué
opinión tienen acerca de los programas que actualmente impulsa
el gobierno federal, Biblioteca del Aula y Hacia un País
de Lectores?
ya. La verdad, no los conozco. Si están dando bibliotecas
¡qué bueno! Todos necesitamos de libros; además,
ahora que los libros están tan caros, ponerlos a disposición
de los estudiantes es bueno. Pero creo que debemos ir más
allá: primero hay que enseñar a leer.
ml.
Pongo un ejemplo que me tiene muy impresionada. Hasta fines del
siglo xviii, principios del xix en Inglaterra estaba prohibido que
las clases trabajadoras aprendieran a leer y escribir porque podían
desarrollar un pensamiento propio. Han sido un arma.
Y
da la impresión de que, incluso, los mismos sistemas de gobierno
no quieren gente que piense
ya.
Yo no creo que se trate de un gobierno actual, esto ha sido por
siglos. Recordemos que en México se funda la primera imprenta,
se escriben los mejores libros, hay una gran cultura de la lectura.
De repente esto desaparece, por lo que surge una pregunta muy seria:
¿qué pasó? Claro que a nadie le interesaba
que las clases trabajadoras poseyeran esta arma. ¿Qué
se logró o qué sucedió? No sabría responderte.
Lo que sí creo es que lavarse las manos con el hecho de fomentar
la lectura no es suficiente.
Me
nacen estas preocupaciones por el hecho de que ahora se está
buscando fomentar la lectura desde niño y de implantar nuevas
técnicas. Se trata de hacer un cambio en ese sistema de prácticas;
sin embargo ¿a qué responde?
ya. Todo cambio debe darse desde la raíz, lo demás
es simulación. Si no revisamos cómo se está
enseñando el niño a enfrentarse a los libros en la
primaria y en la educación media, si siguen existiendo profesores
de primaria con 60 alumnos, con una paga mínima y con seis
turnos de trabajo para poder mantener a su familia, y si continuamos
con muchos otros vicios ¿cómo podemos hablar de un
país culto?
Y
allí entramos al sistema educativo. Si se está hablando
de formar un nuevo alumno, ¿qué pasa con el maestro?,
¿por qué no darle las condiciones?
ya. Formar un nuevo profesor quiere decir: tomémoslo en cuenta.
En todos lados, al profesor casi no se le considera. Por ejemplo,
si invitas a un conferencista un científico o un matemático,
se le paga un gran sueldo y se le trata como al gran señor
que es, pero si invitas a un profesor ¡ah, es un profesor!.
Ser maestro es un algo venido a menos. Esto viene desde la manera
en que se les trata, el sueldo raquítico que reciben, la
falta de apoyos en todos sentidos
entonces, si no tenemos
buenos profesores, cómo podemos pedir buenos alumnos. Claro,
habrá excepciones.
También
sería cuestión de cambiar el magisterio
ml. Es otro sistema lleno de vicios. Sin embargo, yo, como maestra
universitaria, ¿qué puedo hacer? Sola no puedo cambiar
el sistema, pero tenemos generación tras generación
de muchachos que llegan a la universidad y que hay que hacer algo
con ellos. Vienen con una serie de carencias, sin duda, pero no
nos vamos a cruzar de brazos y decir bueno, la culpa viene
de la prepa, más atrás viene la secundaria y
así nos vamos hasta la guardería. El problema es grande,
pero sí podemos procurar algunas mejorías, ya que
un muchacho de 18 años está en muy buena edad de poder
cubrir muchas de las carencias que ha acumulado desde pequeño.
ya.
Creo que todos tenemos que poner un granito de arena. Esto lo vimos
en el esfuerzo de los docentes que asistieron al curso-taller Habilidades
de lectura y escritura a nivel superior. Son maestros universitarios,
con muchas ganas de superarse, quienes a pesar de haber cursado
un taller muy cansado con sesiones mañana y tarde,
trabajaron con todas las ganas del mundo. Por nuestra parte, tratamos
de buscar otras formas que no fueran las mismas, pues está
probado que no sirven; así, todos en conjunto a lo mejor
no logramos este cambio enorme que quisiéramos para el país,
pero sí estamos poniendo un granito de arena.
¿Qué
propuesta hacen en los libros que han publicado?
ml. Es una propuesta a partir de una sistematización de las
estrategias que cualquier lector eficiente tiene, propuesta hecha
con la idea de lograr que, al mismo tiempo que se lea a un nivel
profundo, se conduzca a los alumnos al análisis, a la reflexión
y, por tanto, a la acción; y la escritura intentada no sólo
como una serie de reglas de puntuación, gramática
y ortografía, sino como la organización del pensamiento.
Entonces, es el desarrollo mismo del pensamiento, su organización
y estructuración. Lo que se está proponiendo es precisamente
esos dos elementos: cómo lograr el despliegue de habilidades
del pensamiento crítico a partir de competencias tan básicas
como la comunicación.
¿Cómo
incentivar al alumno a involucrarse con la lectura?
ml. Hay una cosa que parece muy obvia, pero es difícil lograrlo
en clase: a partir de las propias experiencias e intereses de los
alumnos podemos involucrarlos. Un poco la función del docente
es poder guiar esta gran experiencia acumulada. Sin embargo, ¿cómo
empezar otra vez con un alumno que, en el peor de los escenarios
posibles, ha tenido un cúmulo de malas experiencias en la
lectura? La única forma es, otra vez, a partir de sus intereses,
del presente, de su experiencia. ¿Cuál es ahí
la labor del maestro? Ser mediador entre estos dos grandes pasos.
Y
el interés fundamental es que perciba su entorno, lo cuestione.
Un punto de partida son las lecturas que el maestro deba negociar
con sus alumnos de acuerdo con sus inquietudes, porque el maestro
tiene una intención: con esta actividad quiero generar
aquello, mas ¿qué sucede cuando no se da el
éxito?
ml. Yo tengo una teoría muy básica. La función
del maestro es, de alguna manera, abrir ventanas; la responsabilidad
del alumno radica en querer asomarse, pero esto es de índole
personal.
ya.
Nadie aprende lo que no le explican. Si, como tradicionalmente se
hacía, al muchacho de preparatoria se le enseña la
literatura empezando con los griegos, lo estamos vacunando contra
la literatura; seguro nunca le va a interesar leer. A quién
le importa lo que pasó 4 587 años antes de Cristo.
A él le interesa toda su situación como joven en este
mundo tan difícil. Entonces, ¿por qué no apoyarlo
en sus intereses? Creo que no es una cuestión de negociación,
sino de estar del lado nuestro y del suyo: ¿Qué te
importa, qué te interesa? Yo te apoyo.
¿Cómo
evaluar al alumno en las materias de lectura y redacción?
ya. No sé cómo se vaya a evaluar en otras materias.
Te pueden decir cómo se puede evaluar un trabajo escrito.
Hasta ahora, siempre se nos dijo: escribe un trabajo,
sin mayores criterios ni pautas ni mucho menos. Nosotros estamos
intentando ofrecer géneros académicos; no existe un
solo género, hay diferentes. Y en lugar de pedir un trabajo,
hay que solicitar al alumno escríbeme un resumen, un
ensayo, un artículo. Cada uno tiene parámetros
específicos. Entonces, al maestro se le da la oportunidad
de poder evaluar con justicia el escrito del alumno y a este último
poderlo desarrollar de acuerdo con esos criterios y no en el aire:
escribe un trabajo. ¿Qué, cuál,
cómo, por qué?
Cuatro
criterios se manejan en el programa de lectura y redacción
que impulsa el Modelo Educativo Integral y Flexible de la uv: adecuación,
coherencia, cohesión y corrección. ¿Éstos
se pueden aplicar en la evaluación de un trabajo escrito?
ml. En esta serie de pautas creo que, en el momento en que se hablaba
de la corrección, estamos refiriéndonos otra vez a
cuáles son los criterios que tiene un género académico.
El género académico, como cualquier otro, literario
o no, es una especie de modelo que tiene sus propias reglas, necesarias
para la comunicación. Pero, al mismo tiempo, el género
da la posibilidad de romperlas y de ahí la creación.
¿Cuál es el lugar de la evaluación aquí?
Para poder transgredir estos moldes necesitas conocerlos. Es como
Picasso: para poder crear el cubismo necesitó ser un excelente
pintor académico. ¿Qué es lo que se está
proponiendo con esta forma como evaluación? Es exactamente
lo mismo. Conoce las reglas para que puedas desde ahí romperlas
y crear. Y la escritura puede ser creativa en el más riguroso
artículo de investigación, no importa en dónde,
pero primero hay que saber las pautas mínimas para lograr
la comunicación y después recrearlas, si es necesario.
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