La presencia de Carlos Miguel Prieto al frente de la Orquesta Sinfónica
de Xalapa ha impreso una nota característica de vitalidad,
dinámica y nuevo bríos a la actividad del organismo
sinfónico más antiguo del país. Esto resulta
evidente no sólo en la programación, sino también
en la asistencia cada vez más nutrida a las audiciones ofrecidas
por la OSX.
Con un programa dedicado íntegramente a Ludwig van Beethoven,
la osx abrió su segunda temporada de conciertos 2003. El
repertorio estuvo integrado por la obertura Coriolano y la Novena
sinfonía, la última que escribió el compositor
y que ha pasado al dominio general como la Sinfonía coral
por su inusitado empleo de voces. En esta ocasión participaron,
además del Coro de la uv y de la Camerata Coral de la Facultad
de Música, los solistas Angelina Rojas (soprano), Carla López
Speziale (mezzo-soprano), Leonardo Villeda (tenor) y Jesús
Suaste (barítono).
La obertura Coriolano escrita en 1807, en Viena ha sido
siempre una de las preferidas del público, evocadora de la
figura indómita del general romano Cayo Marcio, quien, según
los datos del historiador y filósofo griego Plutarco, conquistó
Corioli en la región de El Lazio, de allí su proclamación
como Coriolano. William Shakespeare retomó la historia de
Coriolano para una de sus obras dramáticas, y de este personaje
Bee-thoven recogió forma y carácter para crear una
obertura que estaba destinada a ser parte de la música incidental
para una tragedia escrita por Heinrich von Collin, amigo suyo
En su obertura, de la que destacan la figura orgullosa del general,
las súplicas de los personajes femeninos y el cruel final,
el maestro hizo a un lado la tentación de narrar los hechos
paso a paso, para concretarse a presentar su concepto del drama
mediante el carácter contrastante de los temas principales
y un desarrollo que obedece a los lineamientos de la forma de sonata.
En el pasaje final, desarticulador e inesperado, alude al final
trágico del general y nos muestra al Beethoven que no siempre
insistía en los finales apoteósicos, capaz de situar
a la muerte misma en los momentos de trascendencia y culminación
sonora.
La Novena sinfonía surgió de un proyecto ideado por
Beethoven en 1793, que consistía en llevar a la música
el texto An die Freude, de Friedrich Schiller. Ya en 1823 esta composición
mostraba los caracteres de grandiosidad y magnificencia, de modo
que el autor la consideró el marco adecuado para la oda de
Schiller. El inicio de esta obra, cuyas proporciones majestuosas
no se dan sólo en el cuarto movimiento, es tan sorprendente
que se erigió como modelo que siguieron los compositores.
Se trata de un principio en forma de tremolo, misterioso e indefinido,
en que el tema no se presenta de inmediato sino que tarda en cobrar
forma.
El scherzo, que pasó a ser el segundo movimiento en lugar
del tercero, inicia con cuatro compases dialogados entre cuerdas
y timbales, y se desarrolla en forma de fuga a cinco voces a la
manera de un ensayo sobre una sola figura rítmica, con irrupciones
esporádicas de un rústico trío en tonalidad
mayor y un segundo motivo en tonalidad de fa. El tercer tiempo es,
básicamente, una larga y tranquila melodía cuyas variaciones
alternan con música complementaria. Todo ello prepara la
irrupción del cuarto movimiento, el que contiene la Oda a
la alegría.
Obras
de Ravel y Shostakovich
La conmemoración del Día de los Adultos Mayores no
pasó inadvertida para la osx, por lo que el concierto del
29 de agosto estuvo dedicado a ellos. Fue un programa interesante
que incluyó el Concierto para piano en sol mayor de Maurice
Ravel y la Séptima sinfonía de Dmitri Shosta-kovich,
además de la participación como solista del pianista
italiano Benedetto Lupo, quien llegó precedido de notables
credenciales artísticas: medalla de bronce en el Octavo Concurso
Internacional Van Cliburn, con debut en Nueva York en el Alice Tully
Hall, en 1992; triunfador en la bienal del Premio Internacional
Terence Judd, debut en el Wigmore Hall de Londres, en 1993, así
como actuaciones como solista con las más importantes orquestas
del mundo.
Luppo logró una excelente interpretación de la obra
de Ravel, quien manifestó alguna vez que esta pieza estaba
estructurada a la manera clásica de Mozart y Saint-Saëns.
Esto resulta perceptible en la partitura, en la que es posible descubrir
al Ravel amante de las aristas diáfanas y puristas, presentadas
con un eclecticismo estético desenfadado. De hecho, quien
escucha esta sinfonía descubre temas de inconfundible origen
vasco y gitano español, o la optimista sucesión de
motivos inspirados en el jazz, citas al estilo de Stravinski y,
desde luego, las reminiscencias del antiguo estilo barroco francés,
todo ligado mediante la transparencia de una sorprendente orquestación,
que es la característica elemental en la obra de este compositor.
Dmitri Shostakovich inició la composición de su Séptima
sinfonía en la ciudad de Leningrado, en julio de 1941, cuando
la población sufría los bombardeos de los ejércitos
alemanes que habían cerrado el cerco con la ayuda de la milicia
finlandesa. En ese entonces, el músico había intentado
integrarse a las fuerzas de resistencia, pero se le negó
tal posibilidad por motivos de salud y sólo se le permitió
colaborar con las brigadas de socorristas. Fue en Kuibyshev donde
se celebró la audición primera en marzo de 1942. Su
éxito sinfonía fue inmediato, por lo que fue interpretada
por segunda vez en Moscú, el 29 de marzo del mismo año,
y su carácter de música para la resistencia resultó
elemental para su rápida difusión. Sin embargo, la
ejecución de la obra en Leningrado se observaba como un anhelo
difícil de alcanzar, no sólo por lo que se vivía
en aquellos aciagos días, sino porque la complejidad misma
de la pieza. Por fin, luego de mil peripecias, el 9 de agosto de
1942 la sinfonía Leningrado pudo ser escuchada en la ciudad
en que Shostakovich la inició, bajo la dirección de
Karl Eliasberg.
La osx bajo la batuta de ocho jóvenes directores
Para sorpresa de muchos, el concierto presentado por la osx el 5
de septiembre estuvo dirigido por ochos alumnos del curso de dirección
que Enrique Bátiz impartió los días previos.
El repertorio estuvo conformado por la Octava sinfonía de
Antonin Dvorák y la sinfonía Primavera de Robert Schumann.
Cada obra incluye cuatro movimientos, por lo que cada joven director
tuvo la oportunidad de dirigir un movimiento.
La pieza de Dvorák es una obra fresca y rebosante en libertad
formal. Una aparente dispersión de ideas, aunque de fascinante
hermosura, sorprendió a sus contemporáneos por su
renuncia al esquema estructural que reclamaba la tradición
europea. Estas ideas, de fascinante e irresistible hermosura, se
suceden en una continuidad casi rapsódica y mediante una
instrumentación directa y transparente, y desde el inicio
mismo el tema de introducción deja de ser un simple prólogo
para pasar a convertirse en un elemento propio del primer movimiento.
Si alguna duda hubiese en torno de su carácter eminentemente
popular, la sucesión de melodías de corte folklórico
bohemiano en tonalidad menor, durante el tercer movimiento, confirman
la preferencia del autor por la música de su tierra.
Por su parte, la sinfonía de Schu-mann fue escrita durante
el periodo mayormente fecundo en la trayectoria del maestro, que
coincide con el inicio de su relación con Clara Wieck, con
quien se casó en 1840, a pesar de la negativa del padre de
la joven. Con esta unión inició una de las colaboraciones
matrimoniales más productivas que registra la historia del
arte: Clara comprendía perfectamente la naturaleza del talento
de su esposo y él, a su vez, resultó en un marido
agradecido que no perdió oportunidad para impulsar las virtudes
artísticas de su mujer. Con el respaldo de su compañero,
Clara se convirtió en la figura femenina más importante
en la música del siglo xix.
Conciertos
didácticos de la osx
Durante la segunda semana de septiembre, la osx realizó una
serie de audiciones de carácter didáctico, que culminó
con el concierto dedicado al Diario de Xalapa, un medio informativo
que desde su fundación y a lo largo de seis décadas
ha seguido detenidamente las actividades de la osx.
El director invitado fue Rey Alejandro Conde Valdivia, joven maestro
cuya actividad se ha centrado en el puerto de Veracruz como titular
de la Sinfónica Juvenil Daniel Ayala. Asimismo,
se presentó como solista Briza del Carmen Ronzón para
la interpretación del Concierto para flauta y orquesta de
Francois Devienne. Pero, en la primera parte del programa, músicos
y director ejecutaron música de ballet: La danza del sable
de Aram Jachaturian, fragmentos de Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev,
Rodeo de Aarón Copland y El cascanueces de Chaikovski.
En la misma audición se estrenó, en Xalapa, el Tangueo
sobre un puerto de Arturo Márquez, una pieza que evoca los
sonidos propios de Veracruz, desde el tintineo de quienes solicitan
su café en los restaurantes típicos del lugar hasta
las sirenas de los buques.
Guido
María Guida vuelve a dirigir a la osx
En el marco de las fiestas de San Jerónimo, en Coatepec,
la Sinfónica de Xalapa ofreció el quinto concierto
de la temporada, dirigido por el maestro invitado Guido María
Guida, quien fue asistente del recientemente fallecido Giuseppe
Sinopoli y es, actualmente, el responsable de la dirección
musical de la puesta en escena de la tetralogía de Wagner
Der Ring das Nibelungen (El anillo del nibelungo), un proyecto que
inició este año en México y que culminará
en 2006.
En esta audición, en la que Míkhail Medvid fungió
como solista, los músicos interpretaron Las cuatro estaciones
de Antonio Vivaldi y la Séptima sinfonía de Beethoven.
Il cimento dellarmonia e dellinvencione de Vivaldi abarca
doce conciertos, aunque el ciclo de cuatro que compone Le quattro
stagioni no sólo resulta el más conocido de este opus
8, sino que se ubica entre lo más popular que el arte musical
barroco nos legó.
Sobre la Séptima sinfonía se puede decir que es una
pieza poseedora de una energía desbordante, de la que el
autor también hizo gala en las sinfonías Tercera y
Quinta, y es la expresión de un genio en el pináculo
de su potencia creadora, que se mueve en un plano que ha dejado
muy atrás las connotaciones autobiográfi-cas. Se trata,
pues, de un ejercicio procedente de un talento que buscó
el juego sonoro en un nivel puramente musical. En este sentido,
para muchos estudiosos guarda un notorio parentesco con la sinfonía
Júpiter, la última que escribió Mozart.
Noche dedicada a Revueltas y a Mozart
El 26 de septiembre regresó al podio de la osx Carlos Miguel
Prieto, quien combina su actividad en Xalapa con los compromisos
que tiene como director asociado de la Houston Sym-phony Orchestra.
En este concierto, obras sólo de dos autores se dejaron escuchar:
el Concierto para piano núm. 20 de Wolfgang A. Mozart, con
Jean Louis Steuerman como solista, y Ocho por radio, Homenaje a
García Lorca, Redes y Sensemayá de Silvestre Revueltas.
Steuerman nació en Río de Janeiro. Inició sus
estudios a la edad de cuatro años y realizó su debut
con la Orquesta Sinfónica Brasileña cuando contaba
con apenas 14 años. En 1967 obtuvo una beca para estudiar
en el Conservatorio de Nápoles, y en 1972 fue gana-dor en
el Concurso Internacional Jo-hann Sebastian Bach de Leipzig. Después
de este logro, alcanzó unánime reconocimiento a lo
largo y ancho de Europa como solista y recitalista.
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