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Ofrece
Pitol donar su biblioteca a la Universidad
Entrega
UV el doctorado Honoris Causa a Ida Rodríguez Prampolini
y a Sergio Pitol
Álvaro Belin Andrade y Edgar Onofre Fernández
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Para
Rodríguez Prampolini, este reconocimiento le causa mayor
alegría que el Premio Nacional de Historia 2001, por tratarse
de la Universidad de su estado natal y una de las mejores del país
/ Al reconocer a Pitol, la UV incorpora la alegría y agradecimiento
de lectores y amigos por el reconocimiento a su obra: Carlos Monsiváis.
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En
la cumbre de sus carreras, reconocidos en el país y más
allá de nuestras fronteras por sus aportes a la literatura
mexicana, uno, y al estudio, conservación y valoración
de nuestras artes, la otra, Sergio Pitol e Ida Rodríguez
Prampolini, veracruzanos ambos, recibieron el viernes 29 de agosto
el reconocimiento de sus paisanos, al obtener el doctorado Honoris
Causa por parte de la uv. Los dos, emocionados por tan alta distinción,
no ocultaron su orgullo por haber sido objeto de un homenaje que
proviene de la institución educativa señera de Veracruz.
Durante su intervención, Sergio
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Por
sus aportes al estudio, conservación y valoración del
arte y la cultura, Ida Rodríguez Prampolini recibió
el doctorado Honoris Causa. La acompañan el gobernador Miguel
Alemán y el rector Víctor Arredondo. (Foto: Luis Fernando
Fernández) |
Pitol
hizo un anuncio que provocó el júbilo de todos: la donación
a la UV de su biblioteca personal, cuando ya no esté entre
nosotros.
En tanto, Ida Rodríguez Prampolini hizo pública la enorme
alegría que le significa recibir un reconocimiento que la hace,
por fin, profeta en su tierra: Cuando en febrero de 2001 recibí
el Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía,
ninguna autoridad de Veracruz me acompañó al acto, me
sentí desamparada
Por ello, el grado Honoris Causa que
hoy recibo de la Universidad veracruzana me causa mayor alegría
que el premio nacional.
Ahí, en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información
que albergará también algún día la biblioteca
personal de otro doctor Honoris Causa, Carlos Fuentes, el gobernador
Miguel Alemán Velazco y el rector Víctor Arredondo entregaron
el reconocimiento que, apenas el mes pasado, aprobó por unanimidad
el Consejo Universitario General. |
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Ida
Rodríguez propone crear carrera en Arte popular en la UV
Rodríguez Prampolini, quien se dijo heredera de una tradición
de simpática altanería basada en la seguridad de descender
de una estirpe de libertadores, defensores de la patria, destacó
la necesidad de trabajar con la sociedad que la llevó
a fundar y dirigir el Instituto Veracruzano de Cultura, Ivec, en
1987 y felicitó al rector, con cuyos propósitos
dijo coincidir, por orientar el rumbo de la Universidad Veracruzana
hacia una mayor contribución en el abatimiento de la desigualdad
de niveles y oportunidades de desarrollo individual y colectivo
a través de
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El
escritor veracruzano Sergio Pitol recibió el grado de doctor
Honoris Causa, y anunció su decisión de donar su biblioteca
a la Universidad Veracruzana. (Foto: Luis Fernando Fernández) |
un
paradigma alternativo en la educación superior basado en
la distribución social del conocimiento.
Sin la cercanía con la realidad social y sin el propósito
de incidir en ella, aunque sea de mínima manera, y tratando
de modificarlo en pro de la educación y la justicia social,
la vida, para mí al menos, no tiene mucho sentido,
señaló.
Rodríguez Prampolini citó a Pablo Latapí Sarre
para definir el lugar desde donde ha transcurrido su trayectoria.
Citó el artículo El año nuevo y la historia
oculta, de quien ella calificó una autoridad de México
en educación: En este año regreso a mi reflexión
sobre la doble historia del país: la visible que protagonizan
los actores políticos y la oculta que construyen muchos ciudadanos
anónimos con sus acciones cotidianas: maestros que forman
valores diferentes en las siguientes generaciones, pensadores y
críticos sociales, artistas que imaginan otros mundos posibles,
líderes de opinión, que concientizan e impulsan procesos
de cambio. ¿Qué mueve a la historia oculta?,
se pregunta, y él mismo se responde: Si hubiéramos
de ir a la raíz última, tendríamos que señalar
el deseo como la fuerza fundamental que anima la actividad incesante
de los seres humanos y le da sentido.
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Al
referirse a la tarea del historiador, dijo concebir la función
social de la historia como un instrumento para el mejoramiento moral
y espiritual de los seres humanos: sin la proyección
teórica y práctica y sin una ética absoluta,
el trabajo del historiador no estará completo. También
destacó la importancia del método de enseñanza
viva en esta tarea ante el desdén que autoridades y sociedad
han tenido ante su pasado.
En este sentido, recordó una situación que vivió
durante sus años de estudiantes en Veracruz: Uno de los
recuerdos importantes que guardo es la Biblioteca del Pueblo, rica
en libros antiguos, pintados a mano y dorados, muchos en pergamino;
había también miles de ediciones, revistas y periódicos.
Siendo estudiante en
México
para la materia de historia de los Estados Unidos hice en el primer
semestre un trabajo sobre la intervención norteamericana del
47, que investigué en esa biblioteca.
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En
su intervención, Rita Eder destacó el impulso que ha
regido la vida personal y profesional de Ida Rodríguez Prampolini.
(Foto: Luis Fernando Fernández) |
Para
el segundo semestre hice una indagación oral y entrevisté
a algunos de los testigos del bombardeo del 14, empezando por mi madre,
mi abuela, mis tíos, mi nana y mis amigos de la Huaca. Cuando
quise consultar las páginas de El Dictamen encontré
que el cajón en donde se guardaban estaba lleno de agua, las
hojas se deshacían. Empezaba el desastre. En los años
cincuenta, la Biblioteca del Pueblo fue desmantelada y los libros,
documentos y periódicos, saqueados; lo que restó de
ese vandalismo fue amontonado en el patio y en el último piso
de un edificio en ruinas. Casi todo lo más valioso se perdió.
Todavía años después, en el sexenio de López
Portillo, un familiar con carta de la esposa del presidente se llevó
lo que quedaba de las fundaciones de los conventos e iglesias de Veracruz.
Según explicó, con los restos de la Biblioteca del Pueblo
se armó, durante su gestión al frente del Ivec, el Archivo
y Biblioteca Históricos en una casona restaurada del siglo
xvii en el centro de Veracruz.
Ida Rodríguez reconoció que, en nuestro país,
la Historia del Arte no sólo ha mejorado en la profundidad
que se alcanza, en la claridad y precisiones teóricas, sino
también en el número de investigadores. Hoy los estudios
de Historia del Arte se imparten en muchas universidades de la capital
y son pilar importante de la uv.
Frente a los consejeros universitarios y personajes de la vida académica
y cultural del estado y al país, la historiadora recordó
su propuesta al rector para crear la carrera en Arte Popular, con
la que la UV se colocaría como pionera en este tipo de estudios.
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El
arte por el arte vs el arte social, preocupación de Ida
Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de
la unam, Rita Eder Rozencwaig hizo una semblanza de Ida Rodríguez
Prampolini. En su texto destacó el impulso que ha regido la
vida personal y profesional de la homenajeada que, confundido en ocasiones
con la locura, se advierte utópico, vital, transformador,
riesgoso, bello, incómodo, imposible y por ello mismo digno
de realizarse.
Ida, dijo, pertenece generacional-mente a uno de los momentos más
activos y renovadores de la facultad. Entre sus maestros se encontraban
Justino Fernández y Edmundo OGor-man. Era la época
en que José Gaos, filósofo español venido a
tierras
mexicanas en calidad de refugiado de la Guerra Civil Española,
extendía su proyecto de conjuntar los esfuerzos interdisciplinarios
de sus colegas y alumnos filósofos, historiadores, historiadores
de arte, y otras más para armar un proyecto intelectual que
redundara en una filosofía de la cultura mexicana.
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Carlos
Monsiváis fue el encargado de hacer una semblanza sobre el
narrador veracruzano Sergio Pitol. (Foto: Luis Fernando Fernández) |
Inspirada en Ortega y Gasset, se preguntaba cómo constituir
esa filosofía de la cultura encontrando la respuesta en la
historia, y fundamentalmente en la historia intelectual o la historia
de las ideas. Su lucha genera-cional fue contra el positivismo y
en favor de la capacidad del hombre de interpretar los hechos históricos
desde su coyuntura. El valor de la imaginación fue, ciertamente,
parte de esa contienda, particularmente lo fue para Edmundo OGorman
y su entonces discípula y, más tarde, esposa.
Eder Rozencwaig destacó que la travesía de Rodríguez
Prampolini a través del arte moderno y contemporáneo
ha ido mucho mas allá de enumerar y describir movimientos
artísticos: Ida tenía una idea rectora, una razón
moral para impartir un curso que tocara el tema de la belleza o
las bellezas de la modernidad. Esa razón exploraba con tenacidad
la pregunta el arte, ¿para qué?.
El arte por el arte contra el arte social ha sido, sin duda, uno
de los temas que más le han preocupado, explicó la
también historiadora y alumna de Rodríguez Prampolini,
porque, insistía, no habría que preguntarse
por el arte si no podemos preguntarnos por los seres humanos. Su
relación con lo artístico ha sido paradójica:
por un lado poca gente en el campo de la crítica escribe
con tan buena prosa y en forma tan iluminadora sobre asuntos de
arte y, por el otro, siempre la dualidad y el imperativo moral de
que ocuparnos del arte será inútil si no se activa
como un instrumento para la vida.
Rozencwaig dijo que Veracruz es para Ida un espacio de peregrinaciones
y constantes sorpresas. Lo mismo sus frecuentes visitas por la naturaleza
de la empresa en que se ha embarcado actualmente a los pueblos más
alejados en el que se encuentran comunidades indígenas aisladas
por malas carreteras, falta de agua y electricidad, lo mismo persiste
su fascinación por sus tesoros arqueológicas y ruinas
recientemente descubiertas.
Aquí, explicó, Ida ha podido entregar y hacer
realidad su visión sobre la cultura, su idea de servicio,
su comprensión de la política y de la militancia como
un trabajo continuo, pero más que eso, de su permanente conciencia
del otro, lo que la llevó a crear, en coordinación
con la uv, el Museo Virtual de Arte Popular (Popularte), un proyecto
de capacitación para la producción de artesanías
que tiene como fin no sólo el cultural sino la subsistencia,
según definió Eder.
Ha viajado por todo el estado para conocer mejor qué
es lo que, en términos de artesanías, producen estos
grupos, cuáles son sus formas de comercio y mercado para
hacer una labor que tenga sentido y eficacia.
Pitol,
mexicano universal: Monsiváis
Para empezar, quiero aclarar que soy veracruzano nacido por
azar en Puebla. Con esa declaración, Sergio Pitol,
escritor mexicano y erudito universal, puso en paz a sus biógrafos.
Y sí, así lo describió su amigo Carlos Monsiváis:
Mexicano globalizado (término que se usa ahora en lugar
de mexicano universal) por vocación y espíritu de
aventura, entusiasta por primera y por segunda naturaleza, canófilo,
amigo excepcional, hombre de izquierda, Sergio Pitol se concentra
siempre en su actitud esencial: ver la vida a través de la
literatura que es alabanza y exigencia de la forma, y es ganas de
leer el día entero la gran novela de la realidad
Para Monsiváis, el homenajeado vive entre atmósferas
y personajes literarios a fin de cuentas y en principio. Y esta
fe en que lo real es novelable y lo que no es novelable es irreal,
desemboca en un método incesante de Pitol: los desenmasca-ramientos.
Añadió que la Universidad Veracruzana, por el hecho
de otorgarle el doctorado Honoris Causa, incorpora la alegría
y el agradecimiento de lectores y amigos por el reconocimiento a
su obra, su persona, su actitud.
En Sergio Pitol, la uv reconoce el vínculo vivísimo
entre un literato y el proceso cultural al que enriquece, niega
sus efectos burocráticos y chauvinistas, diversifica, exalta
en sus logros estéticos y comunitarios, satiriza en su pompa
y su triste circunstancia, ve a trasluz y admira selectiva y generosamente,
expresó el autor de Días de guardar.
Para
la UV, mi biblioteca personal: Pitol
Por su lado, Sergio Pitol reconoció una deuda con la uv,
no sólo por estos 12 años que me han permitido
ampliar mi obra con tranquilidad, sino por la deferencia de Sergio
Galindo, quien publicó en forma profesional mi primer libro
de cuentos: Infierno de todos, y a casi a todos de los mejores escritores
de mi generación: Juan Vicente Melo, Juan García Ponce,
José de la Colina, entre otros.
Por ello, ofreció donar después de su muerte su extensa
biblioteca, reu-nida durante toda la vida, sin ningún
tesoro bibliográfico, ya que no hay libros del siglo xvi,
ni del xvii. Es sólo una colección de varios miles
de volúmenes, que me han servido para comprender y, sobre
todo, gozar de la literatura y que jamás podría leerla
entera, ni siquiera aunque viviera otros 70 años. Y
dijo su motivación: La uv me acogió con cordialidad.
He encontrado el lugar donde mejor he podido escribir, es decir,
donde mejor he podido vivir.
Sobre su faceta de viajero incansable, Pitol rememoró: En
una ocasión, a mediados de 1961, decidí pasar unos
cuantos meses en Europa. Esa temporada se convirtió en 28
años. Nada logró desarraigarme de mi país.
Pasaba vacaciones en México y, desde luego, jamás
dejé de visitar Córdoba. Pasé dos temporadas
largas en el país, una en Xalapa y otra en la Ciudad de México,
cada una de una duración de un año y medio. La mitad
del tiempo que estuve en el extranjero desempeñé diversos
empleos, sobre todo el de traductor literario, la otra fui diplomático.
El hilo que une a esos años, lo supe siempre, fue la literatura.
Explicó que, aun cuando el viaje admitía la experiencia
del mundo visible, la lectura, en cambio, me permitía
realizar un viaje interior, cuyo itinerario no se reducía
al espacio sino me dejaba circular libremente a través de
los tiempos. Escribir, por otra parte, significaba la
posibilidad de embarcarse hacia una meta que apenas se vislumbra
y lograr la fusión debido a esa oscura e inescrutable
alquimia de la que tanto se habla cuando se acerca uno al proceso
de la creación del mundo exterior y de aquel que subterráneamente
nos habita.
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