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Participaron cerca de 400 editoriales
La FILU crece en sapiencia y relevancia, y perfecciona sus propósitos: Arredondo

Edgar Onofre Fernández

Dedicada a la comunicación de cara al siglo XXI, con la parpación de un valioso grupo de académicos, investigadores y expertos que viven y hacen la historia de y en los medios de comunicación, el 26 de septiembre abrió sus puertas la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU), en cuyo marco se rindió homenaje al español Juan Luis Cebrián y a los mexicanos Pablo Latapí Sarre y Carlos Monsiváis.
Ante cerca de 2 000 personas que colmaron el vestíbulo principal de la USBI, el rector Víctor Arredondo se refirió a los homenajeados como “tres brillantes personalidades, de sobresaliente actividad profesional y en cuyo haber encontramos aportaciones fundamentales al pensamiento crítico de nuestra sociedad”, hombres que, por su vocación de servicio, quehacer
Enrique Florescano Mayet puso la voz de alarma sobre la crisis que vive la enseñanza e investigación histórica en nuestro país. (Foto: Luis Fernando Fernández)
intelectual y comportamiento ético, “son ejemplo para las generaciones actuales”.
En presencia del titular de la SEC, Juan Maldonado Pereda, y del maestro José Carreño Carlón, Arredondo señaló que, en su misión, los galardonados “se valen de la comunicación para transmitir, de manera desinteresada, lo que es para ellos y para nosotros el papel fundamental de los individuos en las postrimerías del siglo XX y los principios del siglo XXI”.
Su trabajo, sapiencia y calidad humana no sólo motivó a la uv a rendirles un homenaje, sino que además la obliga a difundir en sus aulas y espacios educativos “su mensaje que reivindica las verdades contra el engaño”, afirmó Arredondo.
Frente a la comunidad universitaria, el rector les hizo entrega de la Medalla al Mérito Universidad Veracruzana por sus brillantes trayectorias en el ámbito de la comunicación.
A Juan Luis Cebrián, por orientar el cambio sociopolítico y cultural que implica una transición democrática como la vivida por España al final del periodo franquista y cultivar un periodismo creativo y esclarecedor.
A Pablo Latapí Sarre, por delimitar las necesidades y posibilidades de las reformas que requiere el sistema educativo, con propuestas perspicaces e imaginativas.
Y a Carlos Monsiváis, por criticar de manera infatigable y con sátira vehemente los usos y abusos del poder y promover a la cultura como eje rector de las interacciones e identidades colectivas.
Por su parte, el destacado investigador de la educación Pablo Latapí Sarre aseguró que, después del reconocimiento que le otorgó la Universidad Veracruzana con la Medalla al Mérito, sus añejos vínculos con esta casa de estudios quedarán fuertemente estrechados.
Justo después de recibir esta distinción, Latapí Sarre destacó el nombre que esta casa de estudios ha labrado a través de los años en el panorama universitario nacional e hizo referencia a los lazos académicos que lo han unido a la uv y las relaciones que mantuviera con distintos rectores como Fernando Salmerón, Rafael Velasco Fernández y el propio Víctor Arredondo.
Juan Luis Cebrián recibió la Medalla al Mérito, por cultivar un periodismo creativo y esclarecedor.
Tres personalidades que merecen ser reconocidas
José Carreño Carlón –quien fungió como presentador de los homenajeados– aseguró que difícilmente se hubiera encontrado mejor marco que la filu para condecorar a los tres intelectuales, y destacó la creciente trascendencia de esta feria en el ámbito nacional e internacional.
Académico de la Universidad Iberoamericana, Carreño Carlón dijo que el hilo conductor que une los campos de la educación, la comunicación y la cultura como signos de identidad, fusiona, a su vez, la vida y obra de los tres personajes que reciben la Medalla al Mérito, “universitarios tan fieles a la raíz de la palabra”.
Sobre Juan Luis Cebrián, expresó que su obra aporta un valor indiso-ciable para la comunicación mexicana en tanto su trabajo como fundador y periodista del diario El País fungió como vehículo en el tránsito a la democracia en España y a un periodismo moderno, responsable y crítico. “Cebrián es un periodista asumido como factor de la democracia y un apasionado de la unidad de la lengua española que, a través de su inmersión en mundos diversos, ha construido una actitud antidogmá-tica, desmitificadora que no vota por la exaltación ni por la crispación”.
Carreño aseguró que Pablo Latapí colocó la reflexión crítica sobre la educación mexicana en la agenda del público de nuestro país, a través de su quehacer en los medios y la educación, en los años sesenta. Además, estudió los problemas de la educación mexicana, desde las disparidades del sistema educativo hasta la desigualdad en la asignación de recursos, mientras buscaba alternativas para que la educación superior promoviera una sociedad más justa.
“Latapí no se ha limitado a investigar y difundir, a publicar y a formar investigadores diseminados en una red destinada a lograr que sea la investigación la que determine la formulación de las políticas públicas en el sistema educativo. También se ha comprometido en acciones directas lo mismo actuando en la base del sistema
Pablo Latapí Sarre la recibió por delimitar las necesidades y posibilidades de las reformas que requiere el sistema educativo, con propuestas perspicaces e imaginativas.
educativo –como cuando fue a alfabetizar a campesinos de Querétaro– que aportando sus saberes en la punta del propio sistema”.

Para referirse a Carlos Monsiváis, Carreño Carlón recordó que Gabriel García Márquez ha dicho que existen muchos Monsiváis, pues en el mismo día aparece en Chile hablando sobre Pablo Neruda, en Berlín discurriendo sobre el cine mudo alemán, en Chiapas revisando el derrumbe del nacionalismo, en el df cantando la versión sin censura de “La Gloria eres tú”, de José Antonio Méndez, en Nueva York fustigando la america-nización chatarra de la elite empresarial mexicana y, en la noche, haciendo trizas el informe de Vicente Fox.
Monsiváis habla en presente de lo que va a ocurrir, expresó Carreño, y García Márquez también distingue esa capacidad de anticipar, con precisión y lucidez fuera de serie, “el seguimiento y las consecuencias de la información, así como los métodos de análisis y estilos de resistencia y crítica cultural que han construido importantes públicos de lectores y seguidores, a través de varias generaciones”. Pero ésta no es la capacidad de un profeta sino la de un intelectual que ha sabido “desarrollar y popularizar formas de observación, maneras de escuchar, métodos de análisis y formas de expresión que revelan sentidos profundos de la realidad, con lenguajes cada vez más relajados a partir de un humor probablemente corrosivo, pero contundente y eficaz”.

La revolución digital ha creado la ilusión de que hay una libertad nueva: Cebrián
Sin duda el plato fuerte de la filu, la mesa magistral “La Comunicación de cara al siglo xxi”, reunió a tres de los más destacados y críticos periodistas para hacer un recorrido de apenas tres de los múltiples vértices que comprende la disciplina que dio tema al evento.

Se reconoció a Carlos Monsiváis por criticar de manera infatigable y con sátira vehemente los usos y abusos del poder y promover a la cultura como eje rector de las interacciones e identidades colectivas.
Juan Luis Cebrián desarrolló el tema de las nuevas tecnologías en comunicación, desde los beneficios y posibilidades que este medio ha permitido para la sociedad hasta las más duras críticas que ha recibido.
Aseguró que es posible suponer que Internet ha entrado en el cielo, a través de portales religiosos como el de la virgen María, y en el infierno, a través de la pornografía, el crimen organizado, la pedofilia, etcétera. Con ello “comprobamos que Internet es el paradigma de lo que ya llamó John Naisbitt ‘la paradoja global’, y se convierte así en una metáfora de la sociedad en la que vivimos”.
Al comentar los fenómenos de integración al mundo contemporáneo, Cebrián explicó que la concepción global tiene extremos opuestos donde hay voces que dicen: “se trata de un sistema articulado y orgánico, una especie de aparato o de gobierno en la sombra, o simplemente una tendencia, una corriente cultural,
Víctor A. Arredondo, José Luis Rivas y Juan Maldonado Pereda, durante un recorrido por los pasillos de la FILU.

que está gobernada por alguien o responde a un plan, o es un movimiento autónomo que escapa a los poderes tradicionales, o un fenómeno casi exclusivamente económico…”
El premio Nobel de Economía, Stigler, ha llamado a estas interrogantes “el malestar de la globaliza-ción”, porque generan una paradoja, una contradicción interna a la hora de enfrentarse con ella, dijo el fundador de El País. Pero, “¿qué es lo que distingue a la sociedad actual de la de tiempos anteriores, qué sucede para que hechos al fin y al cabo tan circunstanciales a la historia –como el flujo de capital y de personas a través de las fronteras, la imitación de modas, o la interpretación de las culturas y las lenguas– merezcan ahora, más que nunca, el apellido de lenguas, culturas o economías globales?”
La respuesta, señaló, reside en la capacidad tecnológica, recientemente adquirida por los humanos, de transmitir la información en tiempos reales. Y por eso, esta sociedad global por la que circulan millones de dólares a través de la red, que permite el desarrollo de la educación y de la investigación, potencia los servicios médicos, ensancha los mercados y derriba las fronteras, “no ha merecido el apelativo de sociedad del mercado global o sociedad global de las finanzas o sociedad global de las migraciones, ni siquiera el de sociedad global del aprendizaje, sino que se llama sociedad global de la información”.
Pero, advirtió, los nuevos sistemas globales y digitales de la información generan, por un lado, una mayor productividad y una mayor riqueza, pero, por otro, una mayor concentración de poder y también una enorme acumulación de capitales como no se había conocido en la historia.
Esta revolución digital ha provocado la ilusión de que hay una libertad nueva para expresarse, una libertad para crear prácticamente la Internet. “Es la utopía del anarquista, todo el mundo puede decir lo que quiera y como lo quiera oír. Sin embargo, aunque parezca una revolución tranquila, pasan dos cosas: una, inmediatamente después de que la revolución triunfa, se establece una etapa de terror… estamos en la etapa de terror de la revolución de Internet, se han deshecho fortunas, cerrado empresas, arrumbado ideas y se han puesto en duda profecías; dos, que es un lugar controlado por jóvenes, y los maestros, los gobernantes, los empresarios tienen miedo ante esta revolución liderada por jóvenes. Y la peor manera de orientar un cambio y controlarlo es tener miedo a ese cambio”, finalizó el miembro de la Academia de la Lengua.
Lo que nos hace evolucionar o crecer es la comunicación con los demás: Latapí
En su intervención, Pablo Latapí Sarre criticó el uso de los términos “sociedad del conocimiento y sociedad de la información” y citó al poeta inglés de origen norteamericano T. S. Eliot: “Dónde quedó la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento, dónde el conocimiento que hemos perdido en la información”. Se trata, pues, de tres niveles distintos, por lo que “confundir estas tres cosas, olvidarse de que hay dos barreras, diluir la primera bagatelizando la información como si fuera ya conocimiento y, sobre todo, ignorando la segunda barrera, el paso a los valores, el sentido de la vida y del hombre, sería un enorme error”.
Identificó un paradigma que interpreta a la especie humana, gestado hace 30 años, y que se aleja de poner el conocimiento y la razón como distinción del ser humano y empieza a hacernos seres comunicables, “animales comunicables”, lo que hace suponer que “lo que nos constituye son los intercambios, lo que nos hace evolucionar o crecer es la comunicación con los demás”.
Ante tal escenario, “¿podremos recuperar para el siglo xxi una educación que enfrente audazmente la totalidad de la realidad humana, sus incertidumbres, sus oscuridades, sus contradicciones?” De ser así, afirmó el especialista en educación, encontraríamos una nueva ética que nos ayude a encontrar el sentido del ser humano y a definir otras posibilidades de nuestra existencia.
Latapí Sarre realizó una aproximación a los efectos de la comunicación en las esferas sociales de México, país donde se ha caído en la fácil tentación de denunciar los antivalores de la televisión, de impugnarla porque define su objetivo como industria del entretenimiento, “porque es para entretener no para educar”.
El problema es que tales impu-taciones y quejas no arrojan soluciones, porque este medio masivo va a seguir existiendo y seguirá operando bajo sus propias reglas. El paso que debe darse, recomendó, es que las instituciones educativas la aprovechen para cumplir con sus funciones sustantivas: “hay que desmantelar la televisión ante los alumnos, desde el punto de vista pedagógico: desarmarla para comprenderla, descifrar su lenguaje y gramática”.

Ninguna familia se siente completa sin un hijo que estudie comunicación: Carlos Monsiváis
Carlos Monsiváis, por su parte, habló sobre el estallido de las escuelas de comunicación, que significan una revolución cultural y un vastísimo mercado de empleos y desempleos: “La carrera divulga vigorosamente un nuevo vocabulario, las ideas sobre sociedad de masas, las reflexiones sobre la tecnología y cambios de mentalidad, y la teoría y los lugares comunes en torno al fenómeno de los medios masivos, o medios a secas… Ciencias de la Comunicación desborda conceptos que, asimilados o no, van de la ronda de planes de estudio, cambiados modestamente cada cinco años, a los artículos y las conversaciones”.
Esta carrera, expresó el escritor, descubre una nueva zona de ilusiones y realidades laborales y, de paso, instala el vocablo que es piedra de toque de la credulidad y la credibilidad, fuera y dentro de los campos universitarios: comunicar sustituye a la demasía de verbos como hablar, dialogar, relacionar, expresar, informar, poner al tanto. Único verbo con aureola, por así decirlo, comunicar es la acción que invade los hogares, preside las conferencias de los medios y los mítines, da cuenta de los escenarios aerodinámicos y le confiere autoridad cultural instantánea a las agencias de publicidad y lo carismático.
“En cada país latinoamericano, los egresados de Ciencias de la Comunicación colman las oficinas de gobierno, anuncian las bondades del empresariado, se dejan ver en las agencias de publicidad, los diarios y las revistas, manejan las agencias de relaciones públicas, los canales de televisión, las estaciones de radio y las empresas de video profesional y cine, integran el círculo de aspirantes a videoastas y cineastas. Si los científicos y los técnicos marcan la realidad del desarrollo, los comuni-cadores o comunicólogos fijan el ritmo del trato con la modernidad”, aseguró el cronista.
A los ansiosos por internarse en esa zona del poder que es la persuasión, dijo Monsiváis, la condición de comunicólogos les ofrece no la técnica de la hipnosis perfecta, “sino aquello que se acerca a la respuesta eficaz de la pregunta ¿cómo se transforma un candidato en un gran videoclip? La comunicación, así, se vuelve no la vía complementaria del poder, sino el poder paralelo”.
El autor de Días de guardar afirmó que, en el horizonte de la clase media, ninguna familia se siente completa sin un hijo o hija que estudie comunicación, y que, probablemente en un futuro, el que no haya estudiado la carrera no tendrá derecho profesional a decodificar la realidad. Y esto es porque “lo que ocurre en los medios es para muchos la realidad terminal”.
Confesó que siempre ha creído que ciencias de la comunicación no es todavía, formalmente hablando, una carrera, pues no estructura un conocimiento y no proporciona un mínimo de saberes de aplicación efectiva. “Nos hemos convertido en un país de comunicólogos, de expertos distribuidos en mesas redondas a las que sólo les faltan las cámaras de televisión, y este vuelco nacional, el viaje de Latinoamérica, el conjunto de naciones, al simposio de las posna-ciones, todo lo determina: las discusiones enardecidas, los rechazos, el falso distanciamiento irónico, la ignorancia teatral... Según creo, ciencias de la comunicación es el gran enigma académico de esta etapa”.

La filu celebró su décima edición
Este año, la feria del libro universitario alcanzó su tercera edición internacional, gracias a los esfuerzos de la Universidad Veracruzana, el Gobierno del Estado y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, organismos que, desde 1994, han procurado hacerla un evento de trascendencia internacional.
A lo largo de este periodo, afirmó el rector Víctor Arredondo, la feria no sólo ha crecido en el número de actividades, editoriales, participantes y público, sino también en sapiencia y relevancia, al tiempo que ha perfeccionado sus propósitos. El nuevo milenio fue el momento adecuado para conferir al encuentro una dimensión internacional, para adecuarse a las exigencias de la globalización del conocimiento.
Cerca de 300 editoriales de diversos países y aproximadamente 24 000 personas asistieron a la I Feria Internacional del Libro Universitario 2001. Fue durante la edición siguiente cuando se entregó, por vez primera, la Medalla al Mérito Universidad Veracruzana, recayendo en las personas de José Sarukhán Kermez, Gonzalo Halffter Salas y Arturo Gómez Pompa, científicos de proyección internacional en los campos de la ecología y el desarrollo sustentable, tema central de la filu 2002.
Para ampliar los beneficios de la feria a otras regiones universitarias se instauró, igualmente por vez primera, una subsede en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, por lo que el número de concurrentes se incrementó. En Xalapa participaron 320 editoriales y 40 690 asistentes; mientras que en Veracruz intervinieron 104 casas editoras y hubo una asistencia de 16 956 personas.
La filu 2003, cuya temática fue “La comunicación de cara al siglo xxi: la distribución social del conocimiento en el era de la información”, reunió a renombrados intelectuales y profesionales de la comunicación y a casi 400 editoriales de Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, España, Estados Unidos, México y Venezuela.
De este encuentro cultural destacaron, además de la entrega de la Medalla al Mérito a Juan Luis Cebrián, Carlos Monsiváis y Pablo Latapí, cuyas conferencias magistrales se reseñan líneas arriba, las participaciones de José Woldenberg, Nahief Yehya, Jorge Fernández, Federico Campbell, Leonardo Curcio, Raymundo Riva Palacio, Gilberto Guevara Niebla, Florence Toussaint, Marco Levario, Ernesto Villanueva, Raúl Trejo Delarbre, Javier Corral Jurado, Alma Rosa Alva de la Selva, Fátima Fernández Christilieb y Carlos Marín, entre otros; las mesas redondas a cargo de comunicadores y periodistas, así como la presentación de 18 nuevos títulos editoriales de la uv. A estas actividades se sumaron presentaciones de grupos musicales, exposiciones, talleres de pintura, radio y creación plástica para niños y adultos, torneos de ajedrez, obras de teatro y, por supuesto, presentaciones de libros.
De esta manera, como señaló el rector Víctor Arredondo, a lo largo de una semana se logró fomentar “el debate para el intercambio académico y profesional sobre el papel de la comunicación en el espacio educativo que definen los acelerados cambios tecnológicos; se analizó la función de la prensa y de los medios de comunicación en la construcción de la democracia, su responsabilidad, sus valores éticos y el significado del periodismo en una época en que lo único constante es el cambio, y se puso a discusión el papel fundamental de la tecnología en la vida contemporánea, en particular, el impacto de sus aplicaciones en la educación y sus repercusiones en nuestra sociedad”.