Esqueletos humanos, vasijas de cerámica
prehispánica, ofrendas mortuorias y puntas de flecha de
obsidiana en perfecto estado de conservación forman parte
de los más recientes hallazgos del equipo científico
de la UV que, durante 2004, realizó una exploración
arqueológica en Medias Aguas, del municipio de Acayucan,
en el sur de Veracruz.
Los restos humanos y materiales hallados datan aproximadamente
del año 1000 D.C., y fueron resultado de la excavación
hecha por los universitarios en diciembre de 2004, que se sumó
a la temporada de campo que realizaron en febrero-marzo de ese
mismo año, con el apoyo económico y el respaldo
institucional de la UV y otras instancias nacionales e internacionales.
Dirigidos por Roberto Lunagómez, investigador y académico
de la UV, ganador del Premio INAH a la mejor investigación
arqueológica del país (2002), los universitarios
lograron rescatar cinco entierros de cuerpos humanos, dos en la
primera fase y tres en la segunda, además de diferentes
materiales prehispánicos.
Xóchitl León, una de las jóvenes arqueólogas
del equipo, explicó que los últimos tres entierros
conservan sus características morfológicas (aún
después de mil años), pues son perfectamente identificables
sus cráneos, dientes, mandíbulas, pies, manos y
huesos largos, e incluso pudieron observar la posición
exacta en la que fueron sepultados de acuerdo a la disposición
de sus partes.
Nelly Núñez, otra integrante del equipo, explicó
que durante las dos semanas de diciembre localizaron también
diferentes materiales prehispánicos, entre ellos una broca
y dos puntas de flecha de obsidiana, cajetes con soportes de botón
y una vasija globular completa en perfecto estado de preservación,
además de incontables fragmentos de cerámica.
Si se suman a los últimos hallazgos los tres entierros
localizados a principios de 2004, cuando el financiamiento de
una organización norteamericana de investigación
(FAMSI) hizo posible la temporada de campo, resulta lógico
considerar al sitio de Medias Aguas como una verdadera veta arqueológica.
“Primero encontramos tres entierros, y por falta de tiempo
sólo extrajimos dos; al extraer en diciembre el que estaba
pendiente localizamos dos más, y al extraer éstos
encontramos una vasija de gran tamaño… es decir,
tenemos argumentos para pensar que el sitio tiene un enorme potencial”,
aseguró Roberto Lunagómez.
Más
que un cementerio
Para el equipo universitario, la serie de descubrimientos realizados
son un serio indicio de la importancia arqueológica de
Medias Aguas: “Por la cantidad de entierros que tenemos
en un área tan pequeña podemos suponer, con un alto
grado de certeza, que hay una disposición especial en esta
área, que reviste una importancia considerable”,
comentó Lunagómez.
Al cuestionarle si podría tratarse sólo de un cementerio
prehispánico, aseguró que en esa época los
cementerios no tenían el mismo carácter público
que tienen ahora, pues las zonas específicas que destinaban
para entierros tenían distintos estatus sociopolíticos.
“Si tenemos un número de entierros asociados con
ofrendas, que era una práctica común en la época
prehispánica, podemos suponer que quien ahí era
sepultado no era cualquier persona, sino una que tenía
un cargo o una jerarquía superior dentro de la sociedad
que se asentó en el sitio de Medias Aguas”.
Reconoció que aún no tienen claro qué clase
de personas fueron sepultadas en esa zona, pero la evidencia permite
suponer que no se trató de personas de clase baja. Explicó
que será hasta que analicen detalladamente los entierros
cuando puedan hacer conjeturas más precisas.
Lunagómez comentó que no habrá temporada
de campo en 2005, puesto que este año el equipo universitarios
se dedicará a analizar los materiales reportados y a conseguir
nuevos financiamientos para iniciar en 2006 una nueva exploración
arqueológica: “La idea es que el año próximo
podamos abrir unidades de excavación más amplias
para tratar de tener un contexto de este sistema funerario y buscar
monumentos en el sitio”.