Para ayudar a las plantas a progresar en suelos con pocos nutrientes,
erosionados, degradados y deteriorados, o para mejorar la producción
de horticultura y floricultura, los hongos micorrícicos
son una de las alternativas más innovadoras y eficientes.
La micorriza, palabra que proviene del griego mico-hongos
y rizas-raíz, es una simbiosis entre hongos y
raíces de plantas que, al entrar en contacto con las plantas,
integra una asociación que resulta benéfica para
ambas.
Según José Miguel Barea, doctor en Microbiología
de suelos y experto en el estudio de esta simbiosis, existen dos
grandes grupos de micorrizas: las ectomicorrizas, que se integran
por la existencia de hongos superiores como son las setas, y las
micorrizas arbusculares, que son microorganismos muy pequeños,
hongos que no se perciben a simple vista.
El investigador español aseguró que el estudio de
las micorrizas ha progresado en cuanto a la investigación
básica, sobre todo en aspectos de fisiología, bioquímica
y biología molecular; no obstante, la aplicación
práctica en sistemas agrícolas es incipiente. Aun
así, reconoció que en la Universidad Veracruzana
hay una línea de investigación y aplicación
que pocos estudiosos han desarrollado: “Lo que nos ha llamado
la atención es la aplicación de micorrizas para
reactivar los suelos que han sido contaminados por derrames de
petróleo”.
Dijo que incluso en Granada, España, donde él labora
junto a un numeroso grupo de investigación, el trabajo
que durante años ha realizado Dora Trejo, en la Facultad
de Ciencias Agrícolas de Xalapa –apoyada por Ronald
Ferrera, del Colegio de Posgraduados– ha sido reconocido
por su impacto y su calidad. “En España no tenemos
este problema, desafortunadamente, porque tampoco producimos petróleo,
pero sabemos por los estudios que aquí han realizado que
la aplicación de micorrizas en estos casos es una alternativa
importantísima y sumamente efectiva, aunque aún
falta desarrollar más la investigación”.
Al presentar a universitarios de Biología y Agronomía
de la UV un panorama del estudio y los alcances de las micorrizas,
también recordó que la investigación moderna
en esta área comenzó en 1950, cuando investigadores
británicos se percataron de la existencia de unos hongos
que no se notaban en los suelos de cultivo pero hacían
crecer a las plantas.