Enero-Marzo 2005, Nueva época No. 85-87 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Trimestral


 

 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Palabras y Hechos


 Tendiendo Redes

 ABCiencia

 Ser Académico

 Quemar las Naves

 Campus

 Perfiles

 Pie a tierra

 Créditos



 

 

 

Captan sensores de la UV
el sismo que causó tsunami
en el sureste asiático

Edith Escalón

Los sismos son impredecibles, pero la información hace posible aminorar sus efectos catastróficos. El Golfo de México no está considerado como zona de riesgo, al no existir placas tectónicas que pudieran generar terremotos

Las tres estaciones de monitoreo sísmico de la UV encargadas de registrar la actividad geológica del Pico de Orizaba registraron, tan sólo 20 minutos después, los dos temblores que provocaron del otro lado del mundo el tsunami que cobró la vida de más de 200 000 personas en países del sudeste asiático.

Gracias a la precisión, sensibilidad y amplificación de estos instrumentos, las estaciones de monitoreo –operadas por la UV y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred)– registraron, además, los 9 grados de magnitud de los terremotos y las sucesivas vibraciones y oscilaciones que se presentaron en toda la tierra, en los 30 minutos posteriores al evento sísmico. “Tener esta información, apenas unos minutos después del terremoto, demuestra la capacidad de nuestro registro sísmico”, dijo Ignacio Mora, director del Centro de Ciencias de la Tierra de la UV, desde donde se coordinan las estaciones Halcón 1, Halcón 2 y Chipe, localizadas a más de 4 200 metros de altitud en las caras norte, sur y este de la montaña.

Explicó que la velocidad de propagación de las ondas sísmicas en la roca es superior a los 6 000 metros por segundo, razón por la cual el tiempo transcurrido entre el momento del sismo y el registro en las estaciones de control fue relativamente corto: “Aunque no lo sentimos, graficamos este sismo como lo hacemos con muchos otros que se presentan casi todos los días”.

No obstante, aceptó que conocer la magnitud del temblor –equivalente a la vibración que provocaría la explosión de un millón de bombas atómicas, según sus propias palabras– no los alertó sobre sus consecuencias, en primer lugar porque no todos los terremotos de esa magnitud, aún los que se originan en el mar, provocan maremotos o pérdida de vidas humanas, pero sobre todo, porque en ese momento no conocían ni podían determinar el epicentro. “Sabíamos que era fuerte, pero no dónde había sido, simplemente porque no se puede determinar el origen de un sismo sin cálculos matemáticos que contrasten numerosos registros entre puntos de referencia distantes geográficamente. A escala global, nuestras estaciones de monitoreo están prácticamente en el mismo lugar”.

El investigador, quien forma parte del organismo federal Centro de Información y Registro Sismológico (Cires), reconoció que, a diferencia del clima o la actividad de la atmósfera, los sismos son impredecibles, aunque aceptó que la información hace posible aminorar sus efectos catastróficos. Redes de monitoreo sísmico podrían evitar, por ejemplo, la afectación que sufrieron países lejanos al epicentro del maremoto asiático, donde las olas –que viajan por el mar a menos de 300 kilómetros por hora– llegaron mucho tiempo después de que los instrumentos de medición registraran las señales: “Eso hace una diferencia abismal que podríamos aprovechar”.

De haber tenido una red mundial organizada que intercambiara información y tuviera presencia y reconocimiento global, habría sido posible alertar, por ejemplo, a las personas de la India o de África, que fueron alcanzadas por el tsunami horas después de lo ocurrido en Indonesia o Sri Lanka.

En el contorno costero del Océano Pacífico, expuesto al arribo de estos maremotos, sí existe una red de alertamiento de tsunamis, basada en la intercomunicación de numerosas estaciones de monitoreo sísmico que están pendientes de los litorales americanos, asiáticos y australianos, además del polo sur. No obstante, no cubre otros puntos de menor riesgo, como el mar Adriático, donde se generó el terremoto que causó el tsunami en diciembre pasado.

En nuestro país, dijo, existe la tecnología suficiente para crear una red de alertamiento de tsunamis, pero hacerla mucho más eficiente requeriría mucho más que recursos humanos: “Necesitaríamos montar varias estaciones de monitoreo en todo el litoral del Pacífico, incluso con tecnología propia, pero estamos hablando de recursos importantes que no sé si el gobierno estaría dispuesto a costear”.