Enero-Marzo 2005, Nueva época No. 85-87 Xalapa • Veracruz • México
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Investigadoras de la UV crean
un programa para bajar de peso

Alma Espinosa

Gracias al trabajo conjunto de tres académicas del Instituto de Psicología y Educación de la Universidad Veracruzana, hoy se cuenta con un proyecto multidisciplinario de tipo cognitivo conductual que ayuda tanto a niños como a adultos a cambiar su estilo de vida, con el propósito de bajar de peso.

De acuerdo con Dinorah León Córdoba, una de las integrantes de la línea de investigación Educación para la Salud, el estrés, la baja autoestima y las carencias afectivas son algunas de las causas más importantes por las cuales las personas padecen sobrepeso. Por ello es necesario que nutriólogos y psicólogos formen un frente común para disminuir este problema que se incrementa a pasos agigantados y más aún con la llegada de las nuevas tecnologías.

León Córdoba explicó que los problemas de comunicación también son factor para que las personas tengan un peso superior al apropiado de acuerdo con su estructura ósea. Esto lo ha podido percibir desde 1985, año en que comenzó a trabajar en la línea de investigación de la que se desprende el proyecto “Control de sobrepeso a través del manejo multidisciplinario”.

Con base en él aplica, junto con las investigadoras Dinorah Arely Escudero Campos y Ana Estela Kai Cacho, un programa en escuelas e instituciones de salud para ayudar a niños y adultos a enfrentar la parte psicológica que conlleva bajar de peso. Para lograrlo, procuran que el paciente tenga un nuevo estilo de vida que abarque todas las áreas de su existencia y no sólo su alimentación.

Su programa incluye el trabajo conjunto con nutriólogos, pero León Córdoba aseguró que la parte emocional es la más difícil de tratar porque los pacientes sienten un gran dolor al expresarse y prefieren no hablar al respecto. Como parte de este programa se trabaja la recuperación de la autoestima, con lo cual la persona siente la necesidad de bajar de peso. Cuando ya lo ha decidido, se le facilita cumplir con las dietas indicadas por especialistas y emprende actividades para ejercitar su cuerpo, lo que tiene un resultado más exitoso si se realiza de forma grupal, pues entre compañeros se motivan.

Según la investigadora, la forma en como las personas se relacionan con la comida es como se relacionan con el mundo. Por ejemplo, cuando la persona ya está satisfecha y acepta más comida es posible que, en otros aspectos, acepte cosas que inicialmente no quería. Como consecuencia puede sentir una sobrecarga emocional que le puede provocar remordimientos o que le puede llevar a ser víctima de un abuso.

El ritmo de vida es cada vez más acelerado y es difícil adaptarse rápidamente a los cambios sociales, políticos, ambientales y económicos. Este proceso es igualmente complicado para los niños, por lo que también padecen síntomas de depresión, angustia y ansiedad; en consecuencia, se refugian en la comida, tal y como lo hacen sus padres.

El sobrepeso, que cada vez se presenta en edades más tempranas, también es consecuencia de que los padres dan al niño comida para entretenerlo y, al crecer, aprende que comer es divertido y una forma de llenar un vacío, lo que se une al hecho de que la tecnología provoca que los niños realicen menos actividades físicas.

Con el fin de tener más elementos para tratar el control de peso, la investigadora –junto con Ana Kai Cacho– está desarrollando un estudio para ver cómo los niños perciben la dinámica de sus padres. Como producto de este proyecto estructurarán un programa de intervención en el que trabajarán con toda la familia, para que aprendan, entre otras cosas, a hacer contacto con sus sentimientos y sensaciones.