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Estos animales que habitaban la ribera norte
del río Coatzacoalcos, fueron aún más perjudicados
que las especies mayores, pues sus organismos no cuentan con defensas
naturales que impidan la absorción directa de los contaminantes,
lo que provocó en muchos casos su muerte instantánea,
a diferencia de otros animales como los pelícanos que, mientras
resistían el embate de la contaminación, fueron rescatados
y rehabilitados.
El arroyo Tepeyac, uno de los más impactados por el derrame,
era el principal hogar de la rana leopardo (Rana berlandieri),
una especie en riesgo bajo la categoría «protección
especial» dentro de la Norma Oficial Mexicana; además,
el sitio albergaba dos especies de serpientes (Nerodia rhombifera
y Thamnophis) que al igual que los anfibios fueron removidas
en las labores de limpieza junto con el lirio acuático contaminado.
“Las ranas, como la mayoría de los anfibios, no sólo
respiran por los pulmones, sino que lo hacen a través de
la piel; por eso en el momento del derrame absorbieron el hidrocarburo
rápidamente, se intoxicaron de inmediato y murieron, sobre
todo las ranas jóvenes y las larvas“. El investigador
calificó como una “desventaja natural” esta característica,
pues los anfibios no poseen ni una capa impermeable de plumas como
las aves, ni pelo como los mamíferos, ni tienen la capacidad
de protegerse de eventualidades como ésta, a diferencia de
otros animales que por instinto pudieron huir del sitio afectado.
Las labores de rescate y protección animal, incluso de organismos
internacionales como la Fundación Internacional para el Rescate
de Animales (IFAW, por sus siglas en inglés), se enfocan
justamente a las grandes especies animales, sobre todo aquellas
que son carismáticas, como los pelícanos; pero sobre
especies pequeñas o medianas hace falta un estudio y un diagnóstico
científico más completo. Reconoció que, aunque
las dos especies de serpientes afectadas por el hidrocarburo son
menos vulnerables a la contaminación (pese a que se impregnan
de él igual que los anfibios), algunos ejemplares no sobrevivieron
a la aversión de la gente, pues por su color oscuro y aspecto
hosco fueron consideradas peligrosas o venenosas y sacrificadas
durante o después de la extracción de lirio contaminado.
Monitoreo
y seguimiento
Morales Mávil aclaró que éste es sólo
un diagnóstico preliminar, pues la UV propone un estudio
completo, detallado y preciso para conocer a ciencia cierta el grado
de afectación de estas especies, para proponer estrategias
de largo plazo para la restauración del sitio y de los grupos
de animales afectados.
En primer lugar, el trabajo universitario implica el monitoreo de
diferentes sitios, el registro de la composición de estas
especies afectadas y el análisis de la estructura de la población.
Esto se realizará en la poligonal que demarca la zona de
mayor afectación: río Coatzacoalcos, zona de manglar
en Pajaritos, Nanchital, arroyo Tepeyac y las áreas más
cercanas al punto de la fuga.
Según dijo, el seguimiento no sólo se orientará
al registro de las condiciones ecológicas del ecosistema,
pues una de las propuestas principales podría ser la reintroducción
de especies (ranas y serpientes) a su hábitat natural, una
vez que se encuentren las condiciones ambientales adecuadas y se
haya eliminado por completo la contaminación.
La búsqueda de animales vivos, su captura, limpieza y marcaje
estarán considerados en primer lugar, así como, la
extracción de muestras de sangre y excretas: “Esto
nos va a ayudar a saber si todavía existen hidrocarburos
o metales pesados que hayan afectado su organismo, para que cuando
las especies sean saludables podamos iniciar la reproducción
en cautiverio”.
Laguna
de Pajaritos, seriamente afectada
La Laguna de Pajaritos fue una de las zonas más afectadas
por el derrame petrolero, pues el crudo no sólo impactó
a la flora y la fauna acuáticas, sino también a plantas,
biota y árboles adultos que fueron impregnados del hidrocarburo
cuando éste se internó hasta nueve metros tierra adentro,
alertó Gustavo Carmona, del Instituto de Neuroetología.
El especialista en ecología de manglares, quien pudo constatar
en los recorridos esta afectación, señaló que
el grupo universitario observó una gran mortandad de cangrejos
y, por la presencia del crudo, ni siquiera pudo determinar a qué
especie pertenecían. Además, pudo ver directamente
la afectación a la fauna acuática, pero sobre todo,
el impacto que causó el crudo a los manglares.
En Pajaritos hay un área considerable de manglar, que mide
de dos a tres hectáreas, y aunque la población en
su totalidad no fue dañada, algunos mangles cuyas raíces
fueron impregnadas por el crudo sufrirán las consecuencias
de la contaminación, morirán en el lapso de tres meses
a un año, además de la vegetación riparia y
acahuales que conviven con ellos.
El investigador, también académico de la Facultad
de Ingeniería y Sistemas de Producción Agropecuaria
en Acayucan, dijo que la afectación en Pajaritos se debió
en parte a las condiciones climáticas que se presentaron
el día del derrame y los posteriores, como pudo constatarlo
personalmente, ya que recorría la zona de manglares en lancha
cuando el hidrocarburo empezó a fluir.
La Universidad Veracruzana cuenta con un cuerpo académico
totalmente preparado para tomar medidas que apoyen tanto la investigación
como la reparación del daño ambiental en la zona de
manglares: “Podríamos tomar la experiencia que hemos
desarrollado, por ejemplo, en el pantano de Santa Alejandrina, en
la zona de Minatitlán, que fue afectado por hidrocarburos
y donde, desde hace tiempo, trabajamos con éxito cuestiones
de remediación y reforestación, incluso en áreas
donde el hidrocarburo había impregnado el suelo”.
Aseguró que en esa zona, el trabajo científico se
desarrolló además con algunas especies de árboles
que están protegidos por la Norma Oficial Mexicana e, incluso,
en las listas internacionales de plantas en peligro de extinción,
y destacó el éxito obtenido con plantas propias de
humedales.
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