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Desde
hace poco más de una década, los diversos temas relacionados
con la ecología y las ciencias ambientales han dejado de
ser tratados sólo por un círculo reducido de profesionales
dedicados a esas áreas. Ahora también son manejados
por el grueso de la población civil. Es común escuchar
hablar a políticos, amas de casas, jóvenes y niños
acerca de la importancia de proteger los ecosistemas y sobre la
forma en que diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) trabajan
e interactúan con los tres niveles de gobierno (federal,
estatal y municipal) y la iniciativa privada para solucionar los
numerosos problemas ambientales.
En el presente texto no sólo damos cuenta de los principales
problemas que afectan al medio ambiente, sino también de
la labor que los gobiernos federal, estatal y municipal deben realizar
para procurar el equilibrio ecológico de nuestro país;
pero sobre todo presentamos información sobre cuáles
son la características, cuántas son y qué papel
desempeñan las organizaciones no gubernamentales que se encargan
de salvaguardar el patrimonio natural del estado de Veracruz.
El
papel del gobierno en la conservación
Al hablar sobre temas como la ecología y el medio ambiente
surge la pregunta: ¿cuántas instancias gubernamentales
se dedican a la protección, el aprovechamiento y el estudio
de los recursos naturales? Ante tal cuestionamiento, investigamos
y encontramos que las dependencias federales que colaboran, de manera
directa o indirecta, en dichas labores son las secretarías
de Gobernación, de Relaciones Exteriores, de Marina, de Desarrollo
Social, de Energía, de Economía, de Comunicaciones
y Transporte y de Turismo, pero en mayor medida participan la Secretaría
de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Social,
Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Dada la importancia de las funciones que realizan estas dos últimas
secretarías en el área de la conservación ambiental,
consideramos necesario presentar una lista de las dependencias que
cada una tiene a su cargo, sin mencionar la estructura administrativa
con que cuentan en sus oficinas centrales.
Semarnat: Comisión Nacional de Agua, Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente, Instituto Nacional de
Ecología, Comisión Nacional Forestal y Comisión
Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
Sagarpa: Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca,
e Instituto Nacional de Pesca.
Por su parte, el gobierno estatal cuenta con la Secretaría
de Desarrollo Regional, en la que existe la Coordinación
Estatal de Medio Ambiente, y la Secretaría de Desarrollo
Agropecuario y Pesquero, que tiene diversas áreas que trabajan
a favor del medio ambiente. Además, Veracruz tiene diversos
consejos estatales y regionales, entre los que sobresale por sus
acciones el Consejo Estatal de Protección al Ambiente.
En el ámbito municipal cuentan con un regidor encargado de
los diversos temas ambientales (parques y jardines, ecología,
limpia pública, agua, etcétera), y si la estructura
lo permite tienen una dirección de ecología municipal
(Barba, 1994) y (Rodríguez y Hernández, 1994).
Con este breve recuento nos percatamos de la existencia de una estructura
gubernamental que sirve para investigar, conservar y aprovechar
los recursos naturales de nuestro país. No menos importante
resulta el hecho de que, para cumplir sus actividades, estas instituciones
se apoyan en varias herramientas, como las múltiples legislaciones
que regularizan la protección, el aprovechamiento y el estudio
de nuestros recursos, sensu lato: Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, Constitución Política
del Estado de Veracruz-Llave, Ley General de Vida Silvestre, Ley
de Aguas, Ley de Pesca, Ley Forestal, Ley General del Equilibrio
Ecológico y Protección al Ambiente, Ley de Bienes
Nacionales y su Reglamento para Uso y Aprovechamiento del Mar Territorial,
Vías Navegables, Playas, Zona Federal Marítimo Terrestre
y Terrenos Ganados al Mar, Ley de Asentamientos Humanos, así
como numerosas normas oficiales mexicanas.
La importancia de proteger los ecosistemas
Al efectuar un análisis de las actividades de la raza humana
en los últimos 500 años, podemos notar que el inmenso
campo del conocimiento se ha incrementado considerablemente. Sólo
del siglo XIX a la fecha se ha generado más información
científica y tecnológica que durante toda la historia
de la humanidad, investigación que ha enriquecido todos los
rubros del saber (Russell, 1976).
En especial, en estas dos últimas décadas se ha experimentado
una alta preocupación en todos los pueblos del mundo por
el deterioro de los ecosistemas naturales, mismos que han sido explotados
de manera inmisericorde. Hemos visto la extinción de especies
animales y vegetales, y sabemos que otras miles están al
borde de desaparecer. Asimismo, sabemos que miles de toneladas de
contaminantes industriales son vertidas en la atmósfera,
en los suelos y en los mares, ríos y lagunas, y que todo
esto ha provocado el calentamiento global
Ante tal panorama, el Homo sapiens debe adoptar y simultáneamente
aceptar la ingente responsabilidad que se plantea (sin excepción
de raza, cultura o personalidad) frente a la degradación
acelerada del medio ambiente, del cual formamos parte. Al mismo
tiempo, debe buscar las causas y comprender los efectos del impacto
ambiental.
En el estudio de este tema encontramos dos aspectos relevantes:
el biológico y el social matizado con un complejo y diverso
grupo de intereses económicos. Este último ha constituido
por sí mismo el núcleo de la problemática humana
en los contextos diversos de todos los pueblos. En relación
con el primer aspecto mencionamos la transformación acelerada
de los ecosistemas –selvas tropicales, lagunas costeras, playas,
entre otros– con sus respectivos efectos colaterales ya de
sobra conocidos. En cuanto al segundo, un claro ejemplo es el papel
de los trabajadores del campo y de las diversas comunidades de campesinos
que habitan en zonas rurales, los cuales han sido acusados –la
mayoría de las veces injustamente– de la destrucción
de su entorno natural.
En distintos foros académicos nacionales e internacionales
se ha mencionado hasta la saciedad la importancia de proteger los
ecosistemas y la diversidad biológica que habita en ellos;
sin embargo, su destrucción continúa a pasos agigantados.
Sin duda, algo ha faltado o algo ha fallado, algo que no ha sido
comprendido por la población y que no hemos sido capaces
de hacer entender. Ante ello, surgen muchas preguntas, pero las
que tienen mayor relevancia son: ¿Quién es el responsable
de proteger la biodiversidad? ¿Quién es el encargado
de designar a esos guardianes? ¿Cuál es la postura
de la sociedad ante el problema ambiental? ¿Qué sucede
en la zona costera?
Considerando la magnitud del problema, sabemos que no basta con
promulgar numerosas leyes de protección al medio ambiente
y procurar su equilibrio, o prohibir la cacería, la captura
y la comercialización de la vida silvestre, o crear nuevas
dependencias dedicadas a su protección, o ser receptores
de spots efectistas para detener el ecocidio; lo que hace falta
y se torna cada vez más urgente es hacer cumplir las leyes
y participar activamente, promoviendo, a través de diversas
estrategias, la educación ambiental y de conservación
en la población, porque la mayor parte de los mexicanos carece
de educación, conciencia y ética.
El
papel de las ONG en la conservación
En la actualidad, son evidentes tanto la creciente toma de conciencia
de la gente como su interés por participar activamente en
la conquista de soluciones reales que ayuden a preservar el medio
ambiente. Todo ello resulta importante dado que la población
puede proponer los cambios necesarios para lograr el deseado desarrollo
sustentable.
La existencia de estas agrupaciones es ya una imperiosa necesidad
para la reorientación de la política a seguir, ya
que en sí mismas reflejan las demandas de la sociedad en
cuanto a problemas urgentes se refiere. Sin embargo, su razón
de ser no debe consistir sólo en señalar los problemas
existentes y los errores y horrores cometidos en el pasado, sino
también en proponer soluciones de trabajo conjunto entre
el gobierno, las organizaciones no gubernamentales y la población
civil, para lograr una meta común: proteger los recursos
naturales (Ogarrio, 1992) y (Rodríguez y Hernández,
1994).
Nuestro país está guiado por una política centralista
que, en muchos casos, funciona con prontitud y tino para solucionar
variados conflictos ecológicos, pero en otros no considera
ni resuelve problemas particulares. Esto último se debe a
que la cobertura de dicha política es muy amplia y a que
tiene un diverso y complejo mecanismo burocrático. Para poder
entender esta política, tendríamos que retroceder
seis siglos o más en nuestra historia, con el fin de analizar
y comprender la dinámica del viejo sistema de gobierno que
tenía sometidas a las distintas etnias asentadas a lo largo
y ancho del territorio nacional.
De manera simultánea y ante el aparente debilitamiento del
sistema político, la población civil que se preocupa
por su entorno empieza a formar pequeñas e incipientes asociaciones
civiles no gubernamentales, que han proliferado de manera acelerada
desde la década de los ochenta, aproximadamente, como una
respuesta rápida a dilemas existentes (Ogarrio, 1992).
Estas asociaciones u organizaciones surgen de objetivos específicos
como proteger un bosque, un lago, una especie animal o vegetal…
o colaborar en la investigación científica o en el
campo de los derechos humanos, entre otros.
Constituidas por ciudadanos con una gran conciencia de la problemática
ambiental, las ONG actúan –la mayoría de las
veces– con buenas intenciones y sin seguir intereses políticos.
Comprometidas únicamente con sus ideales, pero sin dejar
de apoyar a las dependencias gubernamentales, realizan con entusiasmo
acciones en un plazo muy corto de tiempo y logran planteamientos
coherentes y resultados positivos.
Sus miembros, cansados ya de suplicar, ahora ejecutan acciones radicales
y exigen como ciudadanos, presionando así a las autoridades
para que éstas den respuestas precisas y efectivas a la problemática
ambiental.
Por todo ello, día a día se reconoce la labor de estas
asociaciones no gubernamentales; incluso, cada vez más se
les solicita su opinión sobre diversos temas y en varias
partes del mundo se organizan foros para ser escuchadas.
Las
ONG en Veracruz
En Veracruz operan muchas organizaciones no gubernamentales, cuyas
acciones y proyectos –en la mayoría de los casos–
se ven sumamente limitados por los recursos económicos. Algunas
son financiadas por agencias internacionales, dependiendo de la
obra que se requiere emprender y de su trascendencia, pero otras
realizan con éxito congresos, simposios o mesas redondas
para obtener los recursos económicos; con ello logran mantener
su ritmo de actividades y asegurar el pago de sus medios de difusión,
que los hay altamente especializados en ciencias o de simple divulgación.
Esto ocurre en el caso de las organizaciones que cuentan con una
compleja maquinaria operativa, pero ¿qué pasa en el
lado opuesto de la moneda con las asociaciones de menor plantilla?
Aquí se desentraña un fenómeno muy interesante:
su economía se cimienta en las autocooperaciones para solventar
los gastos de difusión; es decir, en sus filas hay altruistas
y filántropos que colaboran y reconocen la importancia de
su acción.
Considerando lo anterior, surgen las preguntas: ¿Qué
es lo que motiva el funcionamiento de estas ONG?, ¿su motor
descansa en la disposición de los miembros, no en su cantidad?,
¿será que sus valores de pertenencia son más
claros?
Una característica particularmente importante de estos grupos
es el alto sentido de trabajo en equipo; además actúan
respetando ideas claras y definidas y con la convicción firme
de que la labor que realizan beneficia la historia natural de nuestro
planeta. También el arraigo de sus miembros en determinados
territorios los hace profundos conocedores de sus problemas y de
los efectos de las estrategias centralistas que se han practicado
en su entorno natural. A estos elementos hay que sumar el nulo compromiso
político que tienen las ONG y que les da libertad de acción
(Ogarrio, 1992 y Rodríguez y Hernández, 1994).
Ahora bien, ¿cuántas organizaciones no gubernamentales
existen en territorio veracruzano? La más reciente información
de Rodríguez y Hernández (1994) nos indica la presencia
de 498 asociaciones, distribuidas en 142 de los 210 municipios existentes.
A esto debemos incluir los datos de las últimas investigaciones
realizadas por Hernández-Baz (2001) (com. pers.), donde enlistan
un total de 570 ONG, en las que se concentra el trabajo de 10 000
ciudadanos. Con estos datos tenemos una visión mas completa
del potencial humano destinado a la protección ambiental
en el estado de Veracruz.
La
zona costera de Veracruz y las ONG
De sobra es conocido que Veracruz cuenta con una amplia diversidad
de hábitat acuáticos, que van de la región
de nieve y heladas (Pico de Orizaba y Cofre de Perote) y la selva
húmeda (Los Tuxtlas y Uxpanapa) hasta la zona marina y costera
del Golfo de México, todos aprovechados de una manera u otra
por el hombre.
Los ecosistemas acuáticos veracruzanos son sistemas tropicales
que se caracterizan por poseer una gran diversidad de especies.
Estos sistemas abarcan una superficie total de 253 643 km2 de mar
territorial, más de 40 ríos, 116 000 hectáreas
de aguas interiores y 745 kilómetros de litoral; tienen un
escurrimiento medio anual que oscila entre 200 y 1000 mm, similar
al de los estados de Tabasco y Campeche.
Asimismo, la entidad cuenta con alrededor de 29 puertos (marinos,
fluviales e interiores), destinados a fines pesqueros, turísticos,
militares, industriales y comerciales. Paralelamente, encontramos
sistemas costeros importantes ecológicamente, entre ellos
la laguna de Tamiahua, el complejo lagunar de Alvarado, los ríos
Papaloapan, Pánuco y Tuxpan, lagos tropicales como el de
Catemaco, la laguna de El Farallón, el Sistema Arrecifal
Veracruzano y el Sistema Arrecifal Lobos-Tuxpan, lagos de montaña
como los de Perote y el Pico de Orizaba, además de manantiales
y arroyos de aguas sulfurosas, entre otros. Lo riqueza con la que
cuenta la parte costera de Veracruz es, pues, abundante y variada,
de ahí la necesidad de planear su aprovechamiento (López,
1992).
Los municipios costeros de México y de Veracruz pueden dividirse
en dos. Un grupo conjunta a todos los municipios cuya economía
está basada en las actividades primarias: la agricultura,
la ganadería y, en menor medida, la pesca. El otro está
conformado por los municipios que tienen una economía sustentada
en la industria, el transporte, el comercio o el turismo. En cada
grupo hay distintas políticas costeras, diversos actores
y usuarios y diferentes intereses. (Moreno-Cassasola y col. 2002)
Es importante considerar que, sumado a lo anterior, tenemos 28 municipios
que colindan con la zona costera del Golfo de México (Arias,
1992), cuya tasa de crecimiento anual promedio es de 7 por ciento
y en los cuales se concentra el 30 por ciento de la población
estatal. En estos municipios hay cerca de 40 ONG con diversos fines,
entre las que destacan clubes de pesca, ganaderos, acuicultores,
observadores de aves, asociaciones de pescadores, cooperativas…
que en conjunto brinda una importante ayuda para la conservación
de los recursos costeros de Veracruz, pero simultánea-mente
los aprovechan.
Hay algunos casos específicos de asociaciones civiles que
tienen diversos proyectos de protección a nuestros recursos
naturales, como Pronatura, AC y el Fondo Mexicano para la Conservación
de la Naturaleza, AC, enfocado principalmente a las áreas
naturales protegidas. Otro ejemplo en la zona costera es una ONG
con menor infraestructura que las anteriores, pero no menos importante:
Chalchicueye, AC, asociación que maneja campos tortugueros,
fijos y temporales, en colaboración con el CRIP-Veracruz,
el Instituto Nacional de Ecología y la Universidad Veracruzana
(INEGI, 1999), al tiempo que se dedica a la conservación
de los arrecifes coralinos.
En estas zonas costeras existen también diversas áreas
de manglares, que son un recurso ecológico muy im-portante
debido a que, entre otras funciones, proveen há-bitat o bancos
a crustáceos, moluscos y peces; también son terrenos
invernales para aves migratorias y residentes. Por ello, en estos
momentos se están dando los primeros pasos para crear una
ONG en el municipio de Boca del Río, cuyo propósito
sea proteger los manglares.
Otro ejemplo de agrupaciones civiles es Redes Ecológicas,
AC, que tiene como objetivos constituirse como una red de información
ambiental y establecer canales de comunicación entre todas
las ONG del país, especialmente las del estado de Veracruz.
Aunado a lo anterior, la gente de residencia local (pescadores)
tiene un amplio conocimiento tradicional sobre el funcionamiento
de los ecosistemas marinos, lagunares-estuarinos y sabe que son
muy productivos y complejos; por ejemplo, funcionan como áreas
de cría y de alimentación, así como refugios
de una amplia gama de especies costeras y marinas. Por ello, si
las autoridades locales o estatales desean proponer un manejo integral
del sistema costero o de conservación, deben considerar siempre
el conocimiento y el punto de vista de los residentes locales.
¿Cómo
revertir la pérdida de los recursos naturales?
Después del recorrido por los temas desarrollados en este
texto, podemos concluir que en la lucha contra el deterioro ambiental,
específicamente el del estado de Veracruz, es fundamental
la participación y el trabajo de tres sectores: el gobierno,
que posee los recursos económicos para poner en marcha políticas
y programas para la defensa y el cuidado de los recursos; las ONG,
cuyos miembros son profundos conocedores de la problemática
existente en cada una de las regiones de esta entidad, por lo que
ayudarían a detectar los conflictos y sus posibles soluciones;
y la población civil, que puede servir como una fuente creadora,
inagotable y participativa. De hecho, cuando los usuarios de los
recursos, en este caso los principales actores de las zonas costeras
(pescadores, autoridades, ONG, campesinos y población en
general), participan en la definición de estrategias y en
el diseño de instrumentos técnicos, se garantiza un
mejor nivel en la implementación de los planes.
Por su parte, las autoridades municipales deben difundir toda la
legislación vigente en materia ambiental, en todas las comunidades
de su ámbito de competencia. Pero sin duda alguna, además
de los esfuerzos realizados por los actores mencionados, es importante
recalcar que para proteger los recursos naturales de nuestro estado
debemos:
· Hacer cumplir toda la reglamentación relacionada
con el medio ambiente.
· Vigilar que todas las instituciones que tengan que ver
con la protección de los ecosistemas funcionen de acuerdo
y con apego a su normatividad.
· Cuidar todas las áreas naturales protegidas de Veracruz,
procurando que exista el recurso económico suficiente para
salvaguardarlas.
Debemos, pues, tener como máxima que los recursos naturales
son categóricamente el patrimonio de la sociedad y que de
su sano equilibrio depende nuestra vida futura, así como
las posibilidades de supervivencia de las generaciones por venir.
Bibliografía
Arias, H. R. Información básica municipal de Veracruz,
Tomo I “Indicadores geopolíticos, sociales y económicos”,
Cambio XXI. Fundación Veracruz, 1992.
Barba, P. R. La legislación ambiental y la participación
ciudadana en la protección de la biodiversidad (trabajo inédito),
Unión de Grupos Ambientalistas, México, 1994.
INEGI, Estadísticas del medio ambiente, Tomo I, 1999.
López, D. E. “La pesca a pequeña escala, una
estrategia para la conservación de los recursos pesqueros
veracruzanos”, en Desarrollo y medio ambiente en Veracruz,
CIESAS Golfo-Instituto de Ecología y Fundación Friedrich
Ebert Stiftung, 1992, pp. 299-303.
Moreno-Cassasola, P.; Travieso, B. y Peresbarbosa, E. Desarrollo,
gestión y protección de la zona costera de Veracruz
(resumen ejecutivo), 2002.
Ogarrio, R. “El papel de las organizaciones no gubernamentales
en la conservación de la biodiversidad”, en México
ante los retos de la biodiversidad: 179-185, México, 1992.
Rodríguez-Vargas, D. y Hernández-Baz, F. Las organizaciones
no gubernamentales en el estado de Veracruz, Profepa y Sociedad
Veracruzana de Zoología, AC, 1994.
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