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En
primer lugar, reconozco como un honor y una responsabilidad dirigir
el Consejo Veracruzano de Investigación Científica
y Desarrollo Tecnológico en esta su etapa inicial.
Esencialmente, la ciencia cumple el propósito de desentrañar
los secretos de la naturaleza, a veces con propósitos utilitarios
y otras para satisfacer la curiosidad del hombre y alejar ese sentimiento
de soledad frente al Universo. Podemos imaginarla como un edificio
en permanente remodelación y ampliación. Se ha ido
construyendo con tabiques, losetas y herrajes (llamados teorías,
modelos y leyes), combinados con cascajo de antiguas casonas que
alguna vez fueron teorías en boga o apotegmas de sumos sacerdotes.
Mucho de la obra negra y los cimientos son las primeras explicaciones,
datos y observaciones cuidadosas que son la esencia de la investigación
científica. A ésta han contribuido en diversas épocas
hombres y grupos de Veracruz. Como ejemplos, están los ecólogos
del periodo prehispánico, o Clavijero como naturalista.
A inicios del siglo XX se instaló la Comisión Geográfica
Exploradora en Xalapa; en la segunda mitad se aceleró la
conformación de centros de investigación en el estado
y la Universidad Veracruzana (UV) empezó a confeccionar su
sistema de investigación. En el último tercio aparecieron
nombres de veracruzanos en las contribuciones a la ciencia universal
–José Ádem en las matemáticas, Julián
Ádem en climatología, Carlos Casas Campillo en biotecnología
y Gonzalo Aguirre Beltrán en antropología, entre otros–,
como lo habían hecho 100 años antes el doctor Rafael
Lucio con la descripción de la lepra y Francisco Díaz
Covarrubias con el paso de Venus por el disco solar.
En los ochenta ocurrieron altibajos atados a las crisis y políticas
nacionales, y desaparecieron algunos de los centros fundados dos
décadas antes. En ese momento estuvimos en una posición
entre intermedia y baja en el contexto nacional.
Hoy, debemos superar esa situación no sólo por la
romántica ambición de comprender el Universo, con
la que inicié estas palabras, sino además porque con
la investigación en ciencia corre paralelo el desarrollo
tecnológico y, en buena medida, con éste el bienestar
social.
Vislumbro al menos tres planos en los que el desarrollo de la investigación
fomentará el desarrollo de Veracruz.
Primero: puesto que el trabajo científico no se realiza de
manera individual sino grupal, alrededor de cualquier centro o incluso
línea de investigación sólida se van derramando
capacitación y entrenamiento calificado para continuar con
la labor académica, pero principalmente para el desempeño
altamente profesional en la industria, el campo o los servicios.
Segundo: hay una cantidad importante de problemas que como sociedad
tenemos que afrontar y que tienen que ver con los fenómenos
medioambientales, o sociales como la migración y el empleo,
o francamente económicos como la mejora en la calidad y competitividad
de los productos veracruzanos, y que debemos conocer, es decir,
comprender antes de resolver, porque los grandes centros de investigación
del mundo difícilmente vendrán a ofrecernos soluciones
gratuitas.
Tercero: Veracruz puede ser asiento de centros de ciencia y tecnología
que generen empleos y derrama económica.
Consideraciones similares se han venido presentando en los últimos
años en distintos foros y medios, de manera que la Ley de
Fomento a la Investigación Científica y Tecnológica
del Estado, aprobada a fines del año pasado, responde a aspiraciones
de las comunidades de productores, académicos, gestores y
empresarios de la entidad. Desde luego, el reclamo mayor lo ha constituido
la labor de la comunidad de investigadores que, no obstante su pequeño
número, ha dado muestras reiteradas de creatividad.
Y digo que la comunidad de investigadores es pequeña porque
así lo revelan las cifras: si consideramos que el Sistema
Nacional de Investigadores tiene alrededor de 10 000 miembros, quiere
decir que, en promedio, en el país hay un miembro de ese
Sistema por cada 10 000 habitantes, pero en Veracruz apenas llegamos
a 0.3.
Como mero indicativo de la labor investigativa en el estado, el
Consejo que hoy se instala deberá ponerse como meta, para
su ejercicio de cuatro años, alcanzar la media nacional.
Este Consejo, además de promover una mayor coordinación
entre distintos niveles y áreas de gobierno en esta materia,
así como la gestión de recursos para la investigación
básica y aplicada, es una instancia necesaria para la coordinación
con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y otras instituciones
nacionales e internacionales.
De este modo, la instalación de este Consejo es una expresión
del compromiso con la investigación científica y el
desarrollo tecnológico asumido por el gobierno del licenciado
Fidel Herrera, que se concreta antes de cumplirse los primeros 120
días de ejercicio. Adicionalmente, el señor gobernador
en breve nos hará el anuncio sobre los fondos semilla que
aportará su administración para conformar los fondos
mixtos Conacyt-Gobierno de Veracruz.
Por todo lo anterior, es decir, por las oportunidades que se abren
en Veracruz para la investigación aplicada para enfrentar
los problemas del estado –aplicada en el desarrollo de tecnologías
que nos hagan más com-petitivos, y aplicada en comprender
mejor el Universo para sentirnos menos angustiados en él
y frente a él–, debemos congratularnos todos esta tarde.
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