Dado
que los sistemas democráticos no han considerado la redistribución
social de la riqueza, las ciudades se han convertido en espacios
divididos entre civilizados y salvajes, y las relaciones entre individuos
se han transformado en nuevas formas de fascismo, de apartheid social,
aseguró Boaventura de Sousa Santos, sociólogo portugués
considerado el principal ideólogo de la globalización
alternativa y pionero del Foro Social Mundial, durante la conferencia
que dictó en la UV. |
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Los
modelos políticos y económicos vigentes en el mundo
han expulsado a las mayorías de los contratos sociales que
se pensaban establecidos y las han devuelto a un sistema de organización
social denominado Estado-Naturaleza, que se caracteriza por formas
de convivencia de violencia primitiva. “Hoy los obreros saben
que ya no tendrán más sus antiguos derechos laborales,
pero la juventud sabe que jamás tendrá ningún
derecho laboral”.
Este esquema social ha derivado en democracias de baja intensidad
en las cuales la relación entre la experiencia de vida de una
sociedad y sus expectativas de progreso se han invertido. “Las
expectativas de vida en el mundo son negativas: si la experiencia
social resulta miserable, el futuro se imagina peor. Si, en los setenta,
los titulares de los diarios anunciaban reformas, entendíamos
que eran para mejorar. Hoy entendemos que reformas significa empeorar,
al grado que la crítica se ha visto en la necesidad de defender
en muchas ocasiones no la reforma sino el status quo”. |
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De Sousa, acaso el principal reformador de las teorías democráticas
y sociales en el mundo, también destacó que los efectos
de la globalización hegemónica, propuesta por los
modelos neoliberales, resultan “moralmente repugnantes”,
toda vez que 340 millonarios del mundo, juntos, son más ricos
que 40 países del mundo donde viven dos billones de personas.
En tanto, el papel del Estado se ha modificado. Los Estados modernos
privilegian las relaciones mercantiles, incluso en temas como educación
y salud: “En el siglo XIX, se entendía que el Estado
arreglaba los problemas sociales. Hoy, la sociedad civil es la que
encuentra soluciones y el Estado es el problema”.
Para el profesor, “no existe una sola globalización,
sino varias. Una es hegemónica, neoliberal y mercantil, y
otra es contra-hegemónica, formada por movimientos de resistencia
y lucha de todo el mundo que han creado lazos entre ellos”.
Además, “se dice que no hay alternativa a la globalización,
pero sí la hay. El problema es que nuestras ideas políticas
(de cuño occidental y un tanto hegemónicas) no nos
permiten dar crédito a la alternativa que ha surgido a pesar
de las teorías”.
“Existe una crisis en el pensamiento político. Hoy
ya no existe una semántica en competencia entre la izquierda
y la derecha, sino una semántica hegemónica”,
que ha derivado en la homogenización de los discursos teóricos.
Por ello, hay una necesidad de establecer otra organización
política, “repensar el pensamiento crítico sin
miedo y corriendo riesgos, para que se propale la idea de que éste
no es el único mundo posible, que la realidad no se reduce
a lo que ahora tenemos”.
También analizó la conformación del Foro Social
Mundial (que ha congregado movimientos sociales de resistencia y
lucha de todas partes del mundo), su naturaleza y sus pendientes,
y explicó que la dimensión utópica del Foro
no resulta vaga, pues ha resultado la primera respuesta global a
la globalización hegemónica y neoliberal. En él
se ha concluido que no hay una sola forma de poder y opresión,
sino muchas; que debe haber igualdad entre los conceptos de igualdad
y diferencia, pues “tenemos derecho a ser iguales cuando la
diferencia nos hace inferiores, y diferentes cuando la igualdad
nos caracteriza”; que se debe privilegiar la rebelión
antes que la revolución, y que se debe gestar un nuevo internacionalismo,
basado no en la concepción acuñada por la hegemonía
de los países del Norte, sino en las necesidades de los países
del Sur.
“No existe un pensamiento único, la dignidad tiene
diferentes lenguajes para expresarse”. Por ello necesitamos
traducir los problemas y conocimientos de una cultura de manera
que sean comprensibles para otra y rechazó “la arrogancia
del pensamiento científico que no reconoce más conocimiento
que el suyo”. |