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Nombres como el de Claudia Corona, Rodrigo
Álvarez, Guadalupe Colorado, Citlalli Guevara y Diana Castro
destacan en una interminable lista de exalumnos del CIMI que han
realizado estudios de maestría y doctorado en universidades
de Alemania, Holanda, Bélgica, Austria, Inglaterra, España
y Estados Unidos, o que han nutrido a la Orquesta Sinfónica
de Xalapa, la Orquesta Sinfónica Juvenil, la Banda del Gobierno
del Estado y la Orquesta Universitaria de Música Popular,
entre otras agrupaciones.
Veracruz ha sido semillero de grandes músicos desde la fundación
de su Facultad que, a partir de 1981, se ha dado a la tarea de encauzar
y dar seguimiento al talento infantil a través del CIMI,
una escuela creada especialmente para los niños.
Pero esta escuela, en la que hay un alto índice de graduados,
no sólo ha formado músicos, sino que también
ha ayudado a muchos niños a ser mejores estudiantes, profesionistas
y seres humanos, alimentando con la música su espíritu.
Antecedentes
del CIMI
Según la fundadora del CIMI, Eloisa Almazán, en 1976
se abrieron las inscripciones para el primer Curso Experimental
de Iniciación Musical, dirigido a niños de siete a
nueve años. Las clases eran impartidas por la propia maestra
Almazán, su hermana Marcela y la profesora Paz Navarro.
Con éste y los cursos siguientes quedaron estructurados los
Talleres Infantiles de la UV, a los que acudían hijos de
músicos, principalmente, quienes estaban organizados por
edades y repartidos en pequeños grupos de 10 y 12 alumnos.
En aquel tiempo se impartían clases de Iniciación
musical, Conjunto coral y Orquesta rítmica, además
de Flauta dulce, sesiones en las que se utilizaban xilófonos
y metalófonos, sonajas, maracas, raspadores, crótalos
y triángulos.
Junto con ella, Manuel de Elías, Eugenio Szleziak, Enrique
Velasco y Alfonso Moreno reunieron sus esfuerzos para diseñar
un plan de estudios y así se creo lo que hoy se conoce como
CIMI. “Este plan de estudios incluía ocho semestres
e integraba tres disciplinas básicas: Solfeo, Conjunto coral
o instrumental e Instrumento”.
De esta manera, en octubre de 1981, el CIMI quedó instalado
en Zamora 40 e inició sus cursos con 35 alumnos, en su mayoría
provenientes de los talleres de música y del ciclo de iniciación
infantil que existía en la Facultad de Música
Satisfactorios,
los 25 años de trabajo
Cutberto Córdoba, coordinador del Centro, comentó
que ha sido una tarea satisfactoria haber cumplido con éxito
y durante 25 años la labor de brindar bases sólidas
a infantes de hasta 12 años, quienes no sólo son futuros
instrumentistas, alumnos de la Facultad de Música o miembros
de orquestas, sino personas sensibles que adquieren una disciplina,
hábitos y un orden de estudio, aparte de una amplia cultura.
“Generalmente, los niños del CIMI son buenos estudiantes
en sus diferentes escuelas, gracias a los valores que les inculcamos.
Encausamos su energía al grado que son melómanos consumidores.
Formamos públicos a la par que nuestros alumnos desarrollan
un nivel elevado, estandarizado en su educación”.
Explicó que es muy grande la demanda para ingresar al CIMI
–el cual cuenta con 260 alumnos y 40 maestros–, y es
que en cada periodo de inscripciones solicitan su entrada entre
100 y 120 niños, por lo que la labor para elegir quiénes
quedan es muy difícil. De hecho, los maestros saben que no
todos los que entran serán ejecutantes, pero no por eso son
menos exigentes: “No nos podemos dar el lujo de no ser cuidadosos
con la educación de los pequeños; si los preparamos
lo mejor posible, tendrán mayores posibilidades de quedar
en la Facultad”.
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