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Festival
Internacional Erasmo Capilla, la apología de la música
de cámara
Jorge
Vázquez Pacheco |
Cerca
de 50 artistas europeos de primer nivel se dieron cita en Xalapa
para compartir experiencias y capacidades artísticas
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Erasmo
Capilla, violinista y director de orquesta xalapeño, ha sido
el único músico mexicano que ha ganado tres premios
internacionales en Europa. |
El
Primer Festival Internacional de Música Erasmo Capilla, efectuado
a finales de agosto y los primeros días de septiembre de 2006,
resultó una conjunción de talentos que no se había
visto en Veracruz en épocas recientes. Cerca de 50 artistas
europeos de primer nivel se dieron cita en la capital veracruzana
para compartir experiencias y capacidades artísticas en una
de las áreas más demandantes en el arte sonoro: la música
de cámara.
Ése, que se considera el renglón musical más
exigente y de buen gusto, se ha visto favorecido con la aparición
de la Orquesta de Cámara de Xalapa y la actividad que llevan
a cabo grupos universitarios como el Trío Clásico; pero
faltaban los nombres de los grandes protagonistas en Europa, de modo
que el Gobierno del Estado y la Universidad Veracruzana (UV), con
la colaboración de la Embajada de Bélgica en México
y la coordinación general de Erasmo Capilla, se propusieron
realizar una auténtica apología de la música
de cámara.
Capilla, violinista y director de orquesta xalapeño, que ha
sido el único músico mexicano que ha ganado tres premios
internacionales en Europa, echó mano de sus relaciones en el
Viejo Continente para invitar a sus amigos a participar en un festival
que justificadamente llevó su nombre. La respuesta del público
xalapeño fue extraordinaria; incluso, la totalidad de las actividades
programadas tuvieron una copiosa asistencia, algunas con cupo casi
total en la Sala Grande del Teatro del Estado.
La
música de cámara en su mejor expresión
En medio de un impresionante desfile de participantes, todos ubicados
en la línea más importante del quehacer musical europeo,
fue destacable la participación de la Orquesta de Cámara
de Bruselas, organismo que funciona bajo la guía del violonchelista
de origen español Mario Villuendas. Este admirable conjunto
dejó constancia de un trabajo bien organizado y caracterizado
por una entrega absoluta en su desempeño. Como bien lo mencionó
el propio Villuendas: “hicimos la consigna de presentar la música
de cámara en su mejor expresión”.
En efecto, a lo largo de más de dos semanas de actividad constante,
Villuendas y su agrupación contribuyeron sensiblemente al lucimiento
del festejo y fueron pieza elemental en la realización de los
programas que funcionaron como el homenaje que la capital de Veracruz
rindió a Wolfgang Amadeus Mozart, a dos siglos y medio de su
natalicio.
El concierto inaugural, efectuado el sábado 26 de agosto en
el Teatro del Estado, fue una sorprendente combinación del
arte mozartiano con la creatividad de Rafaël D’Haene, el
actual director del Conservatorio Real de Bruselas.
Ivanov
y los pianistas
Vino más tarde, el martes 29, la impresionante demostración
de poderío y musicalidad del joven violinista de Amberes, Yossif
Ivanov, quien al lado del pianista Daniel Blumenthal entregó
su impactante recreación de sonatas de Mozart, Beethoven y
Franck con el estreno en México de Pavana e gagliarda de D’Haene.
Un día después se presentó el magnífico
Cuarteto Arriaga, con el Primer cuarteto del «Mozart español»,
Juan Crisóstomo Arriaga (otro de los homenajeados durante el
festival), el Cuarteto Koechel 157 de Mozart y el hermoso Quinteto
en mi bemol, opus 44 de Robert Schumann, de quien no se perdió
de vista su aniversario luctuoso a siglo y medio de su desaparición.
El dúo de pianistas rusos Youlia Zaichkina y Alexander Mogilevsky
nos mostraron el otro rostro de la música para ballet de Tchaikovski
y Prokofiev, con arreglos del talentoso Míkhail Pletnev, notable
virtuoso del piano y director fundador de la Orquesta Nacional Rusa,
uno de los primeros organismos musicales independientes luego del
derrumbe del comunismo y de la desaparición de la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
El festival también se llevó a cabo en el auditorio
del Instituto Superior de Música del Estado de Veracruz, donde
participó el pianista de origen cubano Mauricio Vallina, quien
dejó constancia de un arte pleno en expresividad y perfeccionismo
técnico, con obras de Schumann y Liszt. En este mismo escenario,
uno de los mejores foros para la música de cámara en
Xalapa, se presentaron la soprano Dinah Bryant y el pianista Daniel
Blumenthal, quienes interpretaron obras variadas de autores como Mozart,
Schubert, Gershwin, Poulenc, Wolf y Strauss.
Es importante resaltar la eficiencia creativa de un pianista como
Blumenthal, el cual dio cuenta de la versatilidad que le distingue
y que le ha hecho incursionar hasta en los terrenos propios del jazz.
Fue impresionante su manera de complementar el desempeño de
la soprano wagneriana en las cuatro canciones de George Gershwin,
mientras que Bryant demostró por qué se le considera
una de las más aptas intérpretes de los duros dramas
escénicos de Wagner y de Strauss.
Capilla,
Enesco y Géza
El lunes 4 de septiembre se volvió a presentar Blumenthal en
el Teatro del Estado, pero esta vez a lado de su amigo de toda la
vida Erasmo Capilla, quien no pudo seleccionar programa más
complejo y arriesgado que el que eligió: la Sonata de Debussy,
la Sonata opus 134 de Shostakovich y la Tercera sonata de Brahms.
Además, de último momento decidió invitar al
maestro rumano Dorel Fodoreanu, chelista del Cuarteto Enesco, para
la impactante exposición del Dúo para violín
y violonchelo de Zoltán Kódaly. Es difícil describir
la emotividad del público ante la contundente demostración
de eficiencia en ambos artistas. Si alguna duda existía en
torno a la capacidad de Capilla, éste fue el momento para despejarla,
pues estableció un increíble diálogo instrumental
con uno de los chelistas más competentes en Europa, y aquí
no hay que perder de vista que Fodoreanu es también catedrático
en el Conservatorio de París.
Durante la jornada del martes 5, participó Fodoreanu con el
Cuarteto Enesco y con un selectísimo trío de invitados:
la pianista Roberte Mamou, el clarinetista Walter Boeykens y el contrabajista
holandés Niek de Groote. Ellos nos hicieron escuchar un Quinteto
de Hummel, el Quinteto Koechel 581 de Mozart y el formidable Trío
«Archiduque» de Beethoven. Además, como un inconveniente
impidió llegar el día acordado a los integrantes del
Trío Sonnetto, su lugar fue tomado por Mauricio Vallina, para
repetir en el Teatro del Estado lo que días antes había
expuesto en el Instituto Superior de Música. |
Durante
el evento, la Orquesta de Cámara de Bruselas fue dirigida
por Erasmo Capilla. |
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Al día siguiente, tocó el músico que representó
al simpático niño violinista mudo en la película
El violín rojo. Nada tímido, a diferencia de su personaje
fílmico, el suizo Géza Hosszu-Legocky se plantó
en el escenario con la pianista japonesa Akane Sakai para interpretar
un programa modificado –algo acorde con su extrovertida personalidad–
y en el que las Cinco melodías sin palabras de Prokofiev
fueron cambiadas por las Danzas rumanas de Bela Bartók. Géza,
pese a una notoria juventud, ya cuenta con la experiencia de haber
actuado al lado de Martha Argerich, quien le considera uno de los
artistas más talentosos de la nueva generación.
La
recta final
Posteriormente, se interpretó el programa que fue calificado
como el más atractivo del ciclo y para el que se contó
con la participación del magnífico Cuarteto Enesco
con Mamou, Boeykens y De Groote. El listado de obras fue realmente
notable: el Cuarteto “Disonancias” de Mozart, el Dúo
para violonchelo y contrabajo de Rossini, la Obertura sobre temas
judíos de Prokofiev y el famoso Quinteto “La trucha”
de Schubert, una combinación atractiva vista desde cualquier
ángulo.
Uno de los puntos de interés de este concierto, al que asistió
un gran número de contrabajistas, fue el Dúo de Rossini
que fue interpretado por dos virtuosos: Dorel Fodoreanu y Niek de
Groote. Simplemente impresionante. De “La trucha” ni
qué mencionar. Ante la destreza y conocimiento de causa de
ejecutantes como los reunidos esa noche en el Teatro del Estado,
no hay objeción. Por añadidura, el extraño
timbre oscuro que Mamou imprimió a su interpretación
se ajustó del todo a la atmósfera generada por los
demás instrumentistas. Fue el brindis por el gusto más
elevado en el arte de la música de cámara.
El domingo 10 se realizaría la clausura del festival, pero
ya se encontraban en Xalapa los integrantes del Trío Sonnetto,
y el concierto de la Orquesta de Cámara de Bruselas, dirigida
por Capilla, se convirtió en la penúltima jornada.
En ella, el desempeño de Erasmo en el podio fue una demostración
de solvencia artística y comprensión de estilos diversos;
además, Capilla y la Orquesta de Cámara mostraron
una empatía artística como pocas veces habíamos
observado. Aquí no hubo entrega a medias ni apatía;
todo fue ofrecido poniendo el corazón por delante y con la
mejor intención de agradar a la asistencia.
Finalmente, el festival se clausuró con la participación
del Trío Sonetto, cuyos integrantes no se dejaron amilanar
por el inconveniente que les impidió viajar desde Bruselas
en la fecha acordada con Capilla y, dado el interés que despertaron
en ellos tanto Xalapa como el festival de su amigo, nunca estuvieron
de acuerdo con la cancelación. De esta manera, con el tiempo
mordiendo los talones, arribaron a Xalapa y en estas tierras demostraron
su talento.
El
nivel artístico de los participantes, lo más destacable
Los músicos y el público que asistieron a las diversas
jornadas del Primer Festival Internacional de Música Erasmo
Capilla coincidieron en que el atractivo del mismo no fue sólo
la programación, sino también la estatura artística
de los participantes, es decir, el nivel “tope” europeo
en la capital de Veracruz para una serie de recitales y conciertos
que representaron un costo mínimo para la Universidad Veracruzana.
Y es que fue posible reunir a tantas luminarias gracias a la amistad
que éstas cultivan con Capilla desde hace más de dos
décadas. De otra manera, no habría en Veracruz recursos
monetarios capaces de soportar el fuerte egreso que significaría
cubrir los honorarios que acostumbran cobrar.
Por otra parte, es necesario reconocer la labor de coordinación
(aquello que denominan logística) que llevó a cabo,
con gran acierto, la Dirección de Difusión Cultural
de la UV, que ya tiene encima la tarea de organizar el siguiente
festival, el cual deberá ser mejor que éste que culminó
con resultados tan satisfactorios. |
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