Obra del Mtro. Guillermo Gadda en la galería Ramón Alva de la Canal
El primero de cuatro hermanos, de padre descendiente de italianos y madre veracruzana, Guillermo Gadda sintió el llamado de la pintura en los primeros años de su infancia. Sus primeros trazos evidenciaron su talento que fue perfeccionando poco a poco.
Su infancia y adolescencia la vivió entre la casa de sus padres, y la casa de sus padrinos, una propiedad situada en la calle de Enríquez, donde almacenes Monte Alegre (hoy Bazar Enríquez) estaban establecidos en los años de 1950. Ahí monto su estudio donde pasaba la mayor parte del tiempo practicando.
Abandonó Xalapa en los sesenta empujado por las ganas de sumergirse en las grandes urbes del mundo para impregnarse de universalidad y abrir su mente a experiencias múltiples que, sin duda, enriquecieron su mirada y la soltura de sus pinceles.
Su curiosidad innata y su condición de poliglota le permitió viajar por todo el mundo, la mayoría de las veces solo, y las menos, como guía de turistas, viajes en los que llevaba su caballete portátil a cuestas y aprovechaba para pintar.
De modales refinados, gustaba por las piedras preciosas, las cuales utilizaba como base para diseñar joyería para uso personal, mismas que lucía junto con sus atavíos un tanto cuanto estrafalarios pr opios de un artista.
Su vida transcurría entre viajes y pinceles, los cuales podrían durar meses, así como su encierro, creando nuevas formas de arte y expresión plástica.
Su proceso creativo era complejo y fugaz. Interrumpido por una idea, debía comenzar en ese momento una nueva obra, lo cual ocasionaba que tuviera varios cuadros en proceso al mismo tiempo. Así mismo pasaba con aquella obra añeja en un rincón sin terminar, ya que el día menos pensado encontraba el pretexto perfecto para ser concluida. No comulgaba con la idea de pintar por encargo ni de donar obra por compromiso a los grandes museos.
Sentó base en Paris algunos años para estar más conectado con tierras europeas, africanas y asiáticas. Lugares como el monasterio de Meteora, al norte de Grecia, hasta Senegal, pasando por Roma, China, San Francisco o Colombia, sirvieron de escenarios para quedar plasmados en algunas de sus creaciones.
Ecléctico, camaleónico, encontraba inspiración en los objetos más inimaginables, que guardaba en su casa, para un día, juntarlos con otros en una composición perfecta que inmortalizaba en un lienzo. Llaves, alambres, corcholatas, piedras, clavos, corchos, monedas, pueden verse en toda su producción.
Guillermo Gadda, enigmático indescifrable, amigable y pícaro, con un manejo extraordinario y fino del doble sentido, supo ganarse la amistad y el cariño de muchos, los cuales, en las reuniones de su casa, entre vinos y quesos, escuchaban narraciones de extravagantes historias y anécdotas nacidas en alguna de sus aventuras alrededor del mundo.
En el lugar donde estuviera, daba clases a jóvenes, futuros pintores, que se interesaban por el arte, su obra y por aprender de su técnica.
Visitaba Xalapa una vez al año para ver a su familia y charlar con sus amistades.
Casas de políticos, artistas y galerías de todo el mundo, albergan su obra, como legado que perdura hasta nuestros días y por lo cual se define como uno de los mayores exponentes de la plástica mexicana a nivel internacional.
FAMILIA GADDA
La exposición permanecerá en exhibición del 29 de octubre al 30 de noviembre de 2014. Entrada libre.