Elizabeth Vázquez Narváez /
La mayoría de los casos de cáncer pueden prevenirse y ser tratados con garantía de éxito si se detectan en forma temprana. No obstante, estilos de vida inadecuados y la negligencia para someterse a revisiones de rutina, siguen siendo los grandes enemigos a vencer cuando de atacar esta enfermedad se trata.
Este fue el principal señalamiento en el que coincidieron investigadores de la Universidad Veracruzana al presentar durante la mesa redonda “Una visión científica sobre el cáncer” los avances de sus estudios en torno a este padecimiento que cobra anualmente, a nivel mundial, la vida de 8 millones de personas.
Investigadores de la UV de diferentes especialidades participaron en la mesa redonda «Una visión científica sobre el cáncer»
En México, por el número de muertes que causan, el cáncer de estómago ocupa el tercer sitio y el hepático el cuarto entre la población adulta, mientras que en las mujeres el cervicouterino tiene el primer lugar y el de mama el segundo; entre los hombres, el cáncer de próstata irrumpe con el tercer lugar.
Si todas estas variables del cáncer pueden ser prevenidas o bien tienen posibilidades de recuperación, ¿por qué las cifras de mortandad siguen siendo tan alarmantes?
Clara Luz Sampieri Ramírez y Rebeca García Román, académicas del Instituto de Salud Pública y especialistas en cáncer de estómago y de hígado, respectivamente, aseguraron que estas cifras están relacionadas generalmente con diagnósticos tardíos y que podrían cambiar si se hace conciencia sobre la importancia de evitar conductas de riesgo, de favorecer estilos de vida saludables y de realizar revisiones de rutina de manera frecuente.
Con este propósito, Clara Luz Sampieri trabaja en el diseño y validación de un instrumento que permita identificar a quienes están expuestos a un mayor riesgo de desarrollar cáncer de estómago entre la población local y evalúa la utilidad de ciertos indicadores (marcadores moleculares) para diagnosticar en sus etapas iniciales la enfermedad.
En una investigación con propósitos similares, pero orientada al cáncer de hígado, Rebeca García ha encontrado que la proteína tropomiosina podría ser un buen candidato para detectar en etapas tempranas esta patología, gracias a su especificidad y sensibilidad.
Ambas insistieron en que para prevenir estos y otros tipos de cáncer es esencial evitar el tabaco y el alcohol, hacer ejercicio regularmente, tener un alto consumo de frutas y vegetales frescos, evitar el sobrepeso y la obesidad; si existe infección por la bacteria Helicobacter pylori, tratarla adecuadamente; emplear el refrigerador para conservar los alimentos en lugar de preservarlos mediante el uso de sal, vinagre o ahumándolos y, finalmente, una recomendación sencilla pero fundamental: “desayunar todos los días, un hábito que puede hacer una gran diferencia”, concluyeron.
Sobre el poder de los alimentos también habló Deissy Herrera Covarrubias, del Centro de Investigaciones Cerebrales (Cice), refiriéndose específicamente a aquellos que por generar actividad biológica dentro del organismo aportan grandes beneficios para la salud.
“Se ha demostrado que los compuestos bioactivos de algunos alimentos poseen gran capacidad antioxidante y evitan el crecimiento y proliferación de células tumorales”, explicó la investigadora cuyos estudios han confirmado los efectos benéficos del licopeno (una sustancia presente en los tomates) para la prevención del cáncer de próstata y de enfermedades cardiovasculares, por lo que recomendó incluir estos frutos en la dieta diaria, preferentemente cocidos y acompañados de grasas buenas, como el aceite de olivo o de girasol.
Los tomates son fuente de licopeno, un potente antioxidante
Asimismo se refirió a la importancia de otros compuestos activos con actividad anticancerígena, tales como el gingerol, presente en el jengibre; el resveratrol de las uvas, la capsaicina del chile, la genisteína de la soya, el sulforafano del brócoli, el epilocatequin del té verde y otros muchas sustancias presentes en alimentos naturales, cuya inclusión debería considerarse en la dieta diaria.
Con más de una década de investigación sobre el cáncer de próstata, María Elena Hernández Aguilar, también del Cice, destacó el papel que desempeñan las hormonas prolactina y testosterona en el desarrollo de las patologías prostáticas, así como el sistema nervioso periférico, cuya degeneración podría ser la principal causa de estas enfermedades.
La Dra. Elena Hernández Aguilar, especialista en cáncer de próstata
Recalcó la importancia de que los varones se realicen exámenes rutinarios para detectar posibles patologías en la próstata, sobre todo si hay dificultad o urgencia al orinar; “pero aun cuando no haya síntomas es necesario hacer un tacto rectal, un ultrasonido y exámenes de sangre a partir de los 45 o 50 años, pues la enfermedad puede ser asintomática hasta que ya está muy avanzada”, mencionó.
Por su parte, Fausto Rojas Durán, ofreció una explicación detallada de la actividad que a nivel molecular despliega la prolactina, una hormona que participa en el desarrollo y progresión del cáncer de próstata.
Y puesto que una de las características de esta enfermedad es su capacidad de proliferar y migrar, el investigador, también miembro del Cice, evalúa si la estimulación con esta hormona y/o con testosterona es capaz de promover el crecimiento y la migración celular, o incluso, lograr un efecto inhibitorio de estas actividades.
Por su parte, Yamilet Ehrenzweig Sánchez, del Instituto de Investigaciones Psicológicas, presentó un revelador estudio realizado entre más de 200 mujeres entre los 30 y los 64 años con diferentes niveles de escolaridad, el cual puso en evidencia la poca información que existe entre la población femenina de todos los estratos sociales sobre la prevención del cáncer cervicouterino.
“Los resultados indicaron que mujeres que cuentan con escolaridad media superior y superior sabían más sobre la utilidad del papanicolaou y cuándo debían realizarlo que aquellas de baja escolaridad, lo cual era un dato que ya nos esperábamos; pero con sorpresa también nos encontramos que la totalidad de las mujeres que participaron en el estudio sabían muy poco sobre los factores de riesgo del cáncer cervicouterino, incluso aquellas con educación superior”.
El Papanicolaou es una prueba de bajo costo, sencilla e indolora, que dura menos de cinco minutos
La mayoría de las mujeres con educación superior se realizaron la primera prueba antes de los 30 años, y solo seis de cada diez mujeres con escolaridad básica o media superior lo hicieron después de los 30 años o no lo habían hecho, datos que a decir de la investigadora subrayan la necesidad de tomar las medidas necesarias para mejorar las campañas de información.
“Desde un innecesario pudor ante el hecho de que vean o toquen nuestros genitales, hasta la falsa presunción de que mientras no llegue el diagnóstico estamos exentas de la enfermedad, son las causas de que en México 9.7 de cada cien mil personas sigan siendo afectadas por el cáncer cervicouterino y en Veracruz esta cifra sube hasta 11.9, por lo que es considerado uno de los estados con mayor riesgo en todo el país”.
Hizo énfasis en que el papanicolaou es una prueba diagnóstica que, además de detectar cáncer cervicouterino, ayuda a identificar infecciones como las ocasionadas por el virus del papiloma humano (principal factor de riesgo para desarrollar este tipo de cáncer) y alteraciones hormonales y celulares, como las displasias.
“La prueba es de bajo costo, sencilla e indolora, su toma dura menos de cinco minutos y debe practicarse a partir de que se inicia la actividad sexual o a los 25 años, si es que ésta no existe”, concluyó.