El mundialmente reconocido pugilista Mohamed Alí (fallecido en 2016) y el actor canadiense Michael J. Fox, son dos casos muy conocidos de personas afectadas por la enfermedad de Parkinson (EP). En ambos, la rigidez y los temblores del cuerpo se volvieron la prueba inequívoca de la severidad de su padecimiento; no obstante, estos son solo algunos de los síntomas con los que tienen que convivir por el resto de sus vidas quienes sufren la también llamada “parálisis agitante”.
Dificultad para desplazarse, tragar y masticar, afectaciones en el habla, trastornos del sueño y del sistema digestivo, depresión y pérdida de la memoria, son otros problemas que tienen que enfrentar quienes son diagnosticados con este padecimiento del que, en México, no se conocen las cifras de incidencia con exactitud, aunque se calcula que cada año se diagnostican entre 40 y 50 nuevos casos por cada 100 mil habitantes. Después del Alzheimer, esta es la enfermedad crónica neurodegenerativa más frecuente.
En México se calcula que cada año se diagnostican entre 40 y 50 nuevos casos por cada 100 mil habitantes
Un enfermedad incurable
Michael J. Fox tenía 29 años de edad cuando le fue diagnosticada la EP, un caso que los especialistas reconocen como de inicio temprano, pues es mucho más frecuente que se presente en personas mayores de 50. Desde entonces, han pasado casi tres décadas, durante las cuales –además de su labor altruista–se ha dedicado a probar los diferentes tratamientos que la ciencia médica ofrece: farmacológicos, quirúrgicos y terapéuticos. No obstante, la enfermedad no ha detenido su curso.
“Actualmente la EP no tiene cura y los tratamientos solo están dirigidos a controlar o disminuir algunos de los síntomas, es decir, son paliativos. Tampoco hay forma de prevenir la enfermedad, pues aún se desconoce cuál es su origen; aunque se ha considerado la incidencia de factores tanto genéticos como medioambientales, además del proceso natural de envejecimiento del organismo”, apuntó el Dr. Luis Isauro García Hernández, académico del Centro de Investigaciones Cerebrales de la Universidad Veracruzana.
Estudioso de la región del cerebro encargada de modular el movimiento, el Dr. García Hernández explicó que el “mal de Parkinson” implica una pérdida importante de las neuronas (células del cerebro) que se encargan de producir dopamina, una sustancia química que está relacionada con funciones muy importantes del organismo, tales como: el movimiento, la memoria, el placer, el comportamiento, el aprendizaje y el sueño, entre otras.
“Lo que aún no se sabe con exactitud es por qué mueren estas neuronas. Algunas investigaciones han asociado esta pérdida con la exposición o contacto con metales pesados, pesticidas u otras sustancias tóxicas, incluidos ciertos tipos de drogas. Por otra parte, se ha encontrado evidencia de un posible vínculo entre las lesiones cerebrales traumáticas (golpes en la cabeza) y el Parkinson; lo cierto es que la mayoría de los enfoques con respecto a las causas de la EP apuntan a una combinación de factores”, señaló el investigador.
En defensa del deporte que lo convirtió en campeón sin rival en la categoría de los pesos pesados a los 22 años de edad, Mohamed Alí solía decir que la EP habría llegado a su vida aunque hubiera sido panadero; así, descartaba la posibilidad de que su padecimiento tuviera una relación directa con los innumerables golpes que recibió en la cabeza estando en el ring, como lo sugirieron algunos neurólogos que se interesaron en su caso.
Con más preguntas que respuestas, la ciencia médica se esfuerza por dar alivio a los síntomas que presentan las víctimas de la EP, quienes ven sucumbir su autonomía y calidad de vida día a día, hasta llegar a depender del cuidado de otros. Al respecto, el Dr. Luis Isauro mencionó que existen tratamientos farmacológicos que buscan llevar dopamina al cerebro; terapias rehabilitadoras que ayudan al manejo integral de la enfermedad; y, finalmente, tratamiento quirúrgico, cuyo objetivo es realizar una estimulación cerebral profunda a partir de la implantación de electrodos. Este último procedimiento no cura la enfermedad, pero ayuda a controlar más eficientemente los síntomas motores.
La Organización Mundial de la Salud estableció el 11 de abril como el Día Mundial del Parkinson, con el propósito de generar conciencia sobre esta enfermedad, pero en opinión del investigador, ésta es una tarea en la que deberíamos trabajar con mucha más insistencia. Si quiere saber más sobre este tema, le invitamos a visitar la siguiente página: http://www.diamundialdelparkinson.org.
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