Estudiantes de los posgrados del Instituto de Investigaciones en Educación escriben sobre los cambios provocados en sus actividades académicas por el periodo de confinamiento. En esta entrega, Borja Tomé Castedo, estudiante de la Maestría en Investigación Educativa (MIE), comparte sus percepciones respecto a las nuevas formas de organización, la funcionalidad del actual sistema de trabajo, sus expectativas sobre la eficacia del aprendizaje por medios virtuales, los retos para la enseñanza en el posgrado, y sugiere algunas estrategias que podrían incorporarse a la nueva dinámica. El texto se presenta a modo de preguntas y respuestas.
Por: Borja Tomé Castedo
¿Qué ha cambiado en la organización de las actividades académicas? En términos de organización considero que lo ha cambiado ha sido el contexto en el cual nos tenemos que organizar (alumnado y docentes). En mi caso personal, antes dependía de un camión que me llevara a la universidad; ahorita dependo de la conexión a internet, que en mi caso es menos confiable que los traslados en camión para llegar a tiempo.
¿Cuáles son las desventajas de la virtualidad? En un contexto virtual de trabajo perdemos lo más importante del acto educativo escolarizado: la presencia. Sin ella no hay encuentro físico. La virtualidad requiere de una comunicación fría, es decir, no sentir el diálogo ni la espontaneidad que permite el encuentro presencial entre compañeras(os) y docentes. La capacidad de apasionamiento, no solo por aprender sino por compartir lo aprendido, se diluye ante la ausencia de un grupo de personas que cobija y debata las reflexiones.
¿Funciona la virtualidad? Podríamos decir que la virtualidad, en tiempos de pandemia, sí es funcional y sí es eficiente. Las universidades siguen laborando, los docentes y alumnado seguimos produciendo nuestros trabajos. Sin embargo, el confinamiento hace reflexionar sobre la tarea educativa en estos términos. La funcionalidad y la eficiencia siguen presentes ante un contexto de crisis sanitaria, pero hay algo que nos causa ruido en la práctica educativa. Es posible que falte añadir otros factores que no estén relacionados con la productividad material, sino con la afectiva. ¿Tiene sentido la práctica educativa sin el encuentro y sin la experiencia del diálogo presencial? Pareciera que en este contexto de trabajo solo cuentan los aspectos cuantitativos (cuánto tiempo nos reunimos) y no los aspectos cualitativos (cómo es el tiempo en el que nos reunimos).
¿Qué retos observas? Me resulta complicado abstraer la reflexión hacia el futuro de la virtualidad educativa. Si llegamos al punto de que la virtualidad siga incursionando más y más en la práctica educativa, el mayor reto será hacer uso de la reflexividad, como investigadores(as) para poder discernir entre qué momentos requieren de virtualidad y qué momentos requieren de encuentro y presencia. Mientras más se diluyen estas fronteras, más complicado será darse cuenta. Entonces, el reto ante esta situación será reflexionarla para activar nuevas prácticas. En cierto sentido, cuando los modelos educativos escolarizados se cierran al mundo que les rodea y solo se dedican a estudiarlo desde el escritorio o las aulas, están funcionando también con la misma lógica de la virtualidad. El reto sería, a partir de estas reflexiones, abrir los seminarios fuera de las aulas y tener un mayor contacto con la sociedad que participa, implícita o explícitamente, en los estudios socioeducativos en este caso.
¿Cuáles son algunas estrategias posibles para llevar adelante la escuela a distancia? No considero que haya un amplio abanico de estrategias innovadoras para la práctica educativa a distancia. Podríamos hacer más énfasis en nuestro aprendizaje individual, con recomendaciones de los docentes que no solo impliquen formatos textuales, sino también, audiovisuales, etcétera. Aunque también las y los estudiantes de la MIE de esta generación estamos en tiempos de entrega de avances de tesis, de reflexionar sobre el capitulado, de empezar a pensar en acabados finales. Por lo tanto, este contexto de confinamiento también nos está permitiendo avanzar en este sentido.
En la foto, Borja dialoga con habitantes de Naolinco, Veracruz, en 2019 como parte del proyecto de saberes ambientales, en colaboración con la Maestra Sandra Mesa Ortiz (IIE-UV).
* Estudiante de Maestría en Investigación Educativa (IIE-UV), de la Línea Territorio, Comunidad, Aprendizaje y Acción Colectiva.