Los animales polinizan alrededor del 87% de las plantas con flores del mundo. La polinización es clave, tanto en los ecosistemas naturales como en los cultivos humanos. Es vital para la producción de alimentos y aunque existe otros tipos de polinización no dependientes de la interacción con animales, (por ejemplo, la autopolinización, la polinización por viento (anemófila), polinización por agua (hidrófila), por mencionar algunos) la polinización por animales (zoófila), presenta las mayores ventajas para las plantas.
Los animales que polinizan, son principalmente insectos, aves y murciélagos. Permiten que las plantas se fertilicen, tengan frutos y produzcan semillas para reproducirse.
Entre todos los polinizadores, las abejas son un grupo muy importante. Benefician a poco más del 35% de las especies de plantas con flor y son esenciales en la producción de 87 de los cultivos principales que proveen alimento a los seres humanos. Además, también polinizan plantas medicinales, forrajeras y ornamentales.
Si su número se redujera (y lo está haciendo), la diversidad de alimentos lo haría también. Principalmente, la diversidad local y regional como el maíz, las calabazas, chayotes, chile, frijol, entre otras, que son polinizadas principalmente por abejas.
Además, la polinización no es el único servicio ecosistémico que obtenemos de las abejas. La apicultura, es decir, la actividad dedicada a la crianza de abejas ha estado ligada nosotros desde hace miles de años.
Incluso antes de qué fuéramos humanos, ya recolectábamos miel, robando colmenas de abejas silvestres.
La apicultura verdadera, empezó cuando construimos cavidades artificiales dentro de las cuales las abejas podían construir panales, para que la reina pusiera sus huevos y las trabajadoras hicieran miel. Al respecto, conocemos como colmena al lugar donde vive la colonia de abejas, su hogar. El panal, en cambio, se encuentra dentro de la colmena, son como los diferentes pisos interiores, donde se ubican las celdas para criar a las abejas y hacer la miel.
Existen registros de qué los egipcios cultivaban miel para el año 2450 a. C. Esta actividad se extendió a Europa y Asia rápidamente. Mientras tanto y de forma independiente, la apicultura también surgió en Mesoamérica a partir de las abejas que aquí vivían, abejas sin aguijón.
Esta larga historia de asociación con las abejas, la compartimos con varias especies de animales. Por ejemplo, los chimpancés crean herramientas con ramas para desgarrar colmenas de abejas silvestres y robarles la miel.
Pero los beneficios que la humanidad ha logrado de tal asociación son extraordinarios. La evidencia más antigua de los usos de las abejas y sus productos, data de hace más de 9000 años, en una vasija de cerámica de Anatolia donde se encontró cera de abeja. Para estas primeras civilizaciones, la cera y la miel, eran elementos de su comercio, alimentación e ingredientes medicinales importantes. Además, los objetos hechos con cera, eran parte importante de rituales milagrosos y religiosos, pero también de aplicación cosmética y para impermeabilizar embarcaciones.
Las colmenas eran propiedades de gran valor en todo el mundo. Por ejemplo, puede encontrase sobre su uso en las obras políticas, económicas, científicas, literarias y artísticas producidas durante la Edad Media.
En esta época la apicultura era una de las actividades más rentables y de ellas se obtenía, además de un endulzante altamente valorado, materia prima para adhesivos, impermeabilización, pigmentos de pinturas y se usaba en la fundición. Además, una de las bebidas más apreciadas durante el medievo, el hidromiel, tenía su base en la miel de abeja. Las colmenas también se usaban como armamento desde el siglo XVI y hasta pasada la mitad de la Edad Media. Robar colmenas en ese entonces era considerado un delito grave.
Al mismo tiempo del otro lado del mundo, los Mayas ya contaban con una sólida cultura apícola. Usaban la miel como mercancía de comercio con los Aztecas, para rendir tributo y también como ingrediente en las bebidas, principalmente para endulzar el atole. Su escritura incluya jeroglíficos para abejas, colmenas y panales. Su importancia era tal, que animaban a sus dioses cada año mediante bailes rituales, para que los campos dieran flores en abundancia y se mantuvieran productivas sus abejas.
Pero esta actividad no era propiamente apicultura sino meliponicultura, utilizando abejas sin aguijón del género Melipona. Las Meliponas a diferencias de las Apis (las abejas europeas), no producen colmenas de cera pura, sino de cerumen, que es una mezcla de cera con resina de vegetales. Sin embargo, se sabe poco del potencial de la meliponicultura, ya que con la conquista se perdió mucho del conocimiento que ya teníamos. Esta pérdida, se aumentó con la posterior introducción de Apis melífera, que se introdujo junto con la cultura de la apicultura europea.
Lo anterior sumado a que se está registrando una disminución mundial de abejas y que nuestro país mantiene una gran diversidad de abejas nativas (alrededor de 2000 especies), ha despertado el interés por conservarlas. Además de recuperar y promover el conocimiento de la meliponicultura y rescatar el vínculo ancestral que tenemos con ellas.
El conocimiento científico del beneficio de varias de las especies nativas (originarias de nuestro país) nos han revelado la relación que tienen estas abejas con el medio ambiente pero también con la salud humana. La Dra. Guiomar, nos cuenta que las abejas, además de ser imprescindibles para mantener vivos nuestros ecosistemas, son fuente de numerosos productos con beneficios a la salud como compuestos antimicrobianos y antihipertensivos.
Conoce más acerca de nuestra relación con las abejas nativas de nuestro territorio y los beneficios que nos brindan. El próximo martes 8 de junio, a las 5 de la tarde por https://sabadosenlaciencia.webex.com/meet/tardesdeciencia o por Facebook Live en @SabadosenlaCienciaXal
Acompáñanos en la charla “Abejas nativas: comida, salud y ambiente” compartida por la Dra. Guiomar Melgar Lalanne del Instituto de Ciencias Básicas y sus colaboradores Raymundo Torres Moreno y Amaury Andrade Velásquez.
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