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Nota: Navegando río abajo en un barquito de papel

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Publicado por Oliva Noticias en Miércoles, 15 de julio de 2020

 

¿Te acuerdas o te han contado cómo eran los ríos de nuestra región hace 50 años? Seguro que sí y muchas veces, porque recordar la belleza y los momentos tan agradables que se vivieron en ellos, es algo digno de contarse. Hoy nosotros queremos contártelo otra vez, pero de una manera un poco diferente.

¿Te has puesto a pensar qué le pasa a una hoja cuando cae a un río? ¿Hasta dónde podrá llegar? Los científicos has estudiado sus destinos y actualmente se sabe que eso dependerá de la especie (como todo en biología), del río y de los organismos que ahí habitan.

Sin nuestro aporte de basura, las hojas y ramas que caen de los árboles ribereños serían el principal alimento para los organismos que viven en las corrientes. Claro que las algas también aportan.

No es una dieta aburrida, la vegetación circundante de los ríos, en condiciones naturales puede llegar a ser muy variada. En ella encontramos diferentes tipos de hojas, con diferentes durezas (contenido de fibras), indumentaciones (pelos, espinas, ceras) y una diversidad de compuestos químicos. Incluso en una misma planta las hojas pueden variar mucho, si ha comido lechuga puedes apoyar lo que decimos: mientras las hojas de afuera son un poco secas y fibrosas, conforme nos vamos acercando a su centro, se tornan más suaves y dulces. Estas diferencias son más notables cuando provienen de un huerto cercano y en otra nota te contaremos el porqué.

Los científicos han etiquetado con isótopos estables la hojarasca de diferentes especies de plantas en un mismo sitio, y esto les ha permitido seguirlas ¡hasta las tripas de los microorganismos y macroinvertebrados! Encontrando rutas del flujo diferentes para cada tipo de hoja.

De los estudios con isótopos estables surgen tres patrones de viaje. El primero nos indica que hay hojas que se descomponen lentamente, que transfiere una mayor cantidad de nutrientes a niveles tróficos más altos en comparación con las hojas que se descomponen rápidamente. Esto parece claro si lo comparamos con la comida que permanece más tiempo el refrigerador sin descomponerse,  nos permite comer más de ella.

En segundo lugar, hay hojas que se descomponen rápidamente, les gustan más a las bacterias, mientras que las hojas  que se descompone lentamente son preferidas por los hongos. Y tercero, hay hojas que al caer inician su proceso de descomposición y mucho más rápidamente. Este tipo de hojas se descomponen casi al tocar el agua y pasan a formar parte de los sedimentos del lugar (ese lodo que es suavecito de pisar).

Además, los microorganismos y macroinvertebrados no siempre prefieren comer lo mismo. Se han realizado experimentos que analizan sus preferencias en los que se encontró que inicialmente prefieren las hojas que se descomponen rápidamente, pero después de algunas semanas de descomposición, su preferencia cambia a las hojas que se descompone más lentamente.

Características del río

Así como las especies de plantas son diferentes, los ríos también son muy diferentes entre sí. Mientras hay ríos con pendientes pronunciadas, una rápida velocidad del flujo y gradientes contrastantes de luz, también hay ríos sin pendiente, con flujos lentos y cuyo ingreso de luz se mantiene constante.

Hay ríos y lagos de alta montaña, pedregosos, fríos, de aguas cristalinas donde podemos ver nadar los peces. Ya también hay ríos gordos, con aguas cálidas y profundas, donde no podemos ver el fondo y nadar en ellos es toda una aventura ¿Qué tipos de ríos conoces?

Organismos

Independientemente de sus características, un río en estado de óptimo, es decir sin contaminación, mantiene diferentes grupos de organismos. Los cuales aportan una gran parte de la belleza y diversión que podemos encontrar en un cuerpo de agua, son únicos para cada río y muchos de ellos prácticamente desconocidos para la ciencia.

De hecho en las aguas dulces podrás encontrar microorganismos, invertebrados, peces y anfibios dentro de la corriente, y anfibios, reptiles, aves y mamíferos en el paisaje ribereño circundante. Todos sensibles a un entorno cambiante.

Los organismos más pequeños son los encargados de colaborar para que las hojas se integren al ciclo de nutrientes, y se les conoce como descomponedores y detritívoros. Los descomponedores son básicamente bacterias y hongos, y los detritívoros son principalmente protistas (organismos unicelulares que pueden formar colonias),  insectos y crustáceos, que se alimentan de los detritos (las hojas previamente tratadas por los descomponedores) utilizando desde estructuras celulares hasta piezas bucales complejas para macerar y transformar el material en partículas más pequeñas.

Los detritívoros también se clasifican en grupos según su tipo de alimentación funcional, basados ​​en el tamaño de las partículas que ingieren. Los que trituran y consumen trozos gruesos de materia (principalmente hojas o pedazos de ellas) se les conoce como trituradores o desgarradores, los recolectores consumen materia fina que se deposita en el lecho del arroyo, los filtradores consumen partículas de diferentes tamaños que se encuentran disueltos en el agua y los raspadores, los cuales pueden ser herbívoros y comer las algas adheridas a las hojas en descomposición, o depredadores y se comer otros animales que ahí se encuentran, literalmente raspan la hoja.

Y como ya puedes estar imaginando, una vez que las hojas sen encuentran en las panzas de estos diminutos animales, sólo es cuestión de suerte para que pasen a una panza más grande. Las redes tróficas pueden ser muy complejas y mantenerse dentro del agua, saliendo ocasionalmente para llegar a tu plato en forma de trucha frita o acamaya en caldo. Pero también puede salir del agua dentro de la panza de una libélula para seguir su camino por destinos inesperados y totalmente sorprendentes.

Así es como las zonas ribereñas y los arroyos son focos de biodiversidad, pero se han degradado a través de la canalización de ríos, vertido de desagües, construcción de presas, deforestación e invasiones de especies no nativas. La degradación o pérdida de la vegetación ribereña reduce el hábitat y los flujos de vida silvestre, aumenta la temperatura, reduce la calidad y cantidad del agua y rompe las redes alimenticias que te acabamos de contar.

A nivel mundial, la composición de especies de plantas ribereñas está cambiando, con un aumento en plantas tolerantes a la sequía, especies agrícolas y no nativas. Estos cambios provocan la muerte gradual de los organismos del lugar, ya que reducen o aumentan poblaciones de microorganismos alterando las relaciones que existían. Lo anterior impedirá gradualmente que las acamayas o truchas lleguen a tu plato, cortando también el flujo económico que se mantiene de este recurso.

Los cuerpos de agua son sensibles a los principales impulsores del cambio global, incluida la pérdida de biodiversidad, el calentamiento, la deposición de nutrientes (lo que hacemos cada vez que le bajamos a la tasa del baño) y a la contaminación con productos químicos sintéticos.

Todo el planeta se está calentado. Los lagos, ríos y océanos, muestran aumentos sustanciales en los nutrientes y temperatura, reduciendo la complejidad trófica y la longitud de la cadena alimentaria. El calentamiento climático aumenta la descomposición mediada por microorganismo, pero disminuye la mediada por macroinvertebrados, ya que la materia se desintegra más rápido.

Es por ello por lo que la gran parte de la diversidad de especies de macroinvertebrados son considerados como indicadores de la calidad del agua y del estado general del ecosistema. Ante el cambio global las reducciones en su diversidad pueden ser irreversibles. Al disminuirse o desaparecer, los depredadores que se alimentan de ellos también tienen el mismo destino.

Muchos contaminantes impactan tanto a bacterias y hongos como a macroinvertebrados, reduciendo la descomposición. Por ello cuando pasamos junto a un río múltiplemente contaminado nos llega un olor pestilente, es el olor de nuestros desechos que el río no alcanza a descomponer. Estos contaminantes son principalmente fungicidas, comúnmente utilizados en la agricultura y que siguen matando los hongos, ahora del río. Además, cambian el sabor de todo lo que cae en él, incluyendo las hojas de la vegetación, con ello se ralentiza la descomposición en general. Un efecto similar lo tienen los pesticidas, los productos farmacéuticos y de cuidado personal.

Al mismo tiempo que depositamos nuestros residuos en los cuerpos de agua y agregamos sustancias toxicas, cambiamos la composición de especies de plantas de las zonas ribereñas, con efectos variables en las redes alimentarias. Las respuestas pueden ser dramáticas si las plantas producen compuestos letales novedosos para los ecosistemas o sutiles variando en el contenido nutricional de las hojas.

Una de las actividades más fascinantes de cuando éramos niños y visitábamos un río, era observar esos pequeños animalitos que escapaban rápidamente cuando levantábamos una piedra, capturar ajolotes y perseguir libélulas ¿O no? Sin saber que su presencia era un indicador de agua limpia y un ecosistema fuerte. Poco a poco fue más difícil encontrarlos, hasta que un día el río dejó de parecernos un sitio seguro y agradable.

Mucha de la belleza de los ríos cercanos a las ciudades permanece y permanecerá aun después de nosotros. Pero que agradable es pensar que, al depositar un pequeño barco de papel en la corriente del río más cercano a nuestra casa, después de pasar por muchas pancitas diminutas, llegará a nuestra ventana a través del canto de un papamoscas viajero.

Información con Ciencia para Oliva Noticias Multimedios

Gladis Yañez y Rodrigo López de Sábados en la Ciencia

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