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PALABRA CLARA
Un vals sin fin sobre el planeta
Emilio Carballido (1925-2008
Jacqueline Bixler
Jacqueline E. Bixler es profesora distinguida de Literatura
Latinoamericana en la Universidad de Virginia Tech.
Autora del libro Convención y transgresión:
el teatro de Emilio
Carballido (Universidad Veracruzana, 2000); también ha
publicado libros sobre Sabina Berman, Víctor Hugo
Rascón Banda y otros dramaturgos mexicanos.
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Nuestras vidas son los ríos,
nos está esperando el mar,
y si aquí nos divertimos,
ya será mejor allá.
Mimí y Fifí, Orinoco |
Nuestro compañero de viajes, Emilio Carballido,
hizo su último trayecto el 13 de febrero, cuando
lo llevaron a descansar eternamente en el Cerro de
Macuiltépetl en Xalapa. Aunque nació en Orizaba
(según fue revelado hace poco) y pasó gran parte de
su vida en el Distrito Federal, su verdadera “casa” ha
sido Xalapa, adonde llegó por primera vez en 1954
para reponerse después del éxito deslumbrante de Rosalba
y los Llaveros (1950) y el fracaso total de La sinfonía
doméstica (1953). Xalapa siempre fue para Carballido
un lugar de renacimiento. Durante las muchas temporadas
que pasó en la Atenas veracruzana, escribió
algunas de sus obras más exitosas, dio clases y talleres,
fundó y dirigió la revista teatral Tramoya y construyó
“Orinoco”, una linda casa hecha a su capricho, en
la que gozaba plenamente de la vida con Héctor, sus
gatos y un desfile constante de visitas.
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Mimí y Fifí. Foto: Archivo Emilio Carballido |
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Es difícil resumir la larga e intensa vida de Emilio
Carballido en unas cuantas líneas. Hombre de múltiples
pasiones, profesaba una honda fascinación por
el cine, la música, la literatura, la comida, el vino, los
gatos..., pero lo que más le encantaba era viajar. De
hecho, su primer recuerdo era de un viaje: “Es un
tren, hay un niño, un bebé, que va en brazos, el tren
entra a un túnel y el niño llora. Yo sé que soy yo” (70
años de Carballido, 52). Cuando no estaba sentado a la
mesa, rodeado de amistades y compartiendo tragos y anécdotas, se le veía en movimiento continuo. En un
libro que se preparó para un homenaje a los setenta
años del maestro, Sabina Berman observa que Emilio
es como un chupamirtos “que incansable va de flor
roja en fl or roja, de delicia en delicia, y sólo se detiene
para clavarse en otra delicia, y en sus viajes de hedonismo
va esparciendo el polen que fecunda entre sí
a las delicias” (70 años de Carballido, 21). Es decir, que
mientras él iba gozando de todo lo que el mundo le
ofrecía, no se iba sin dejar un poco de ese “polen” que
era su joie de vivre.
Emilio hablaba mucho y de todo, salvo su vida
personal. Estos datos (o “gatos”, como decía él) los
apuntó en unas ochenta libretas de contabilidad,
un verdadero diario de navegación en el que queda
constancia de los últimos sesenta años de su vida. En
estas crónicas, Emilio anotó sus observaciones, sus
experiencias personales y sus muchos viajes. No hay
duda que estas libretas contienen personas y episodios
que después formaron parte del mundo dramático del
autor. Aunque desde la infancia le encantaba viajar,
su primer salida al extranjero fue en 1950 cuando le
dieron una beca Fulbright para ir a Nueva York. Ahí
empezó un “vals sin fi n” que lo llevó a todos lados
del planeta. Según Héctor Herrera, su compañero de
muchos años y andanzas, es más fácil hacer una lista
de los países que no visitó:
...decir los países que no visitó, quizá sea más fácil:
Australia y Oceanía. No conoció África a excepción de
Egipto en donde recibió un reconocimiento. De Asia
le faltó conocer Singapur, Malasia, Vietnam, Pakistán,
Afganistán, Bangladesh, Filipinas, Nepal, las repúblicas
ex soviéticas. Recuerda que, con el Ballet Nacional,
hizo una gira de seis meses por la Unión Soviética
y China, incluso pararon en la capital de Mongolia.
También vivió seis meses en Japón y visitó la India en
dos ocasiones en los años sesenta y en el 2001. En ese
viaje también fuimos a Camboya, Bali y Tailandia. De
Medio Oriente visitó Turquía e Israel. De Europa, no
estuvo nunca en Hungría, Bulgaria, ni los países escandinavos.
Tampoco estuvo en Irlanda. De América sólo
le faltó conocer Alaska, Paraguay, Ecuador y Uruguay.
Del Caribe sólo visitó Cuba y Puerto Rico. |
Seguir toda la trayectoria teatral de Carballido es
hacer un largo viaje por seis décadas de vida teatral
mexicana y por todas las estructuras y estilos dramáticos
habidos, desde el detallado realismo de Rosalba
y los Llaveros hasta el ambiente minimalista, mágico y
musical de Los zorros chinos (2000). Desde el reparto
enorme de Homenaje a Hidalgo (1960) hasta el ser solitario
del monólogo Pasaporte con estrellas. Desde el humor
descomedido de Te juro, Juana, que tengo ganas (1965)
hasta la nostalgia trágica de Conversación entre ruinas (1969). Desde los pueblitos aislados de Un pequeño día
de ira (1961) y Ceremonia en el templo del tigre (1983) hasta
las calles pobres y violentas de D. F. 52 obras en un acto.
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