El posgrado se concibe como espacio para facilitar el aprendizaje, más que como estrategia para transmitir determinados saberes. Es con base en una perspectiva de aprendizaje autónomo como se determina la ruta que cada estudiante seguirá para profesionalizarse en un ámbito vinculado a las prácticas educativas, entendiendo lo educativo en un sentido amplio y considerando ámbitos tanto escolarizados como no escolarizados. Cada estudiante y su director/a de trabajo recepcional, nutriéndose con las opiniones y sugerencias de otros/as profesores/as y estudiantes, definen los cursos y experiencias educativas optativas más pertinentes, en función de los intereses del/la estudiante, del tipo de práctica profesional en que esté implicado/a y del proyecto o programa (ligado a las LGAC del posgrado) al que esté adscribiendo su intervención profesionalizante.
Lo que le da congruencia al proceso de aprendizaje de cada estudiante es el vínculo entre un plan de profesionalización y la oferta de cursos. El posgrado ofrece al estudiantado varios ámbitos de profesionalización, a los que puede adscribir su trabajo y en el marco de los cuales habrá de titularse. Ello, sin excluir la posibilidad de que el(la) estudiante proponga un proyecto distinto de profesionalización.
El proceso de profesionalización está anclado en las prácticas que cada uno de los y las estudiantes desarrolla en la institución u organización donde se desempeña profesionalmente. Es a partir de estas prácticas que quienes ingresan al posgrado formulan un proyecto de profesionalización, con componentes de acompañamiento de iniciativas, facilitación de acciones educativas y/o sistematización de prácticas. Para el desarrollo de dicho proyecto cuentan con tutoría permanente, en particular de parte de los directores/as de su trabajo recepcional, que puede ser una tesis o una memoria.
En este esquema el aprendizaje queda ligado a dinámicas de colaboración con actores diversos de la sociedad.
Cada proyecto de colaboración / acción educativa se formula a partir de clarificar una serie de aspectos actitudinales, teóricos y metodológicos, que se reflejan grosso modo en el siguiente esquema:
Estructura de un anteproyecto de colaboración educativa para la interculturalidad y la sustentabilidad
Título. Referencia clara al proceso que se va a acompañar o a la sistematización que se va realizar, así como al lugar donde se está desarrollando
Planteamiento del problema y marco contextual. En este apartado se responde a las siguientes preguntas:
- ¿Qué actividad de colaboración e investigación se está realizando o se pretende realizar? ¿Cuál es la relevancia del tema-problema que se aborda? ¿Qué ideas justifican la importancia del trabajo propuesto?
- ¿Cuál es el posicionamiento (teórico, político, etc.) que se toma frente al mencionado tema-problema? ¿Qué es lo que se busca conocer o transformar y por qué?
- ¿Quiénes (o qué corrientes teóricas) ya han abordado el tema-problema en cuestión, y cómo lo han abordado (local, regional o globalmente)?
- ¿En qué contexto se ubica el trabajo? Región geográfica, temporalidad, aspectos sociales, políticos, económicos y culturales de la zona de trabajo, grupos sociales implicados o afectados por la situación o problema.
Objetivos
- ¿Para qué se hace el proyecto? Enunciar qué se busca “contribuir a fortalecer”, “contribuir a resolver”, “contribuir a modificar”, y qué se requiere “registrar”, “identificar”, “conocer” y “explicar”.
- ¿Con quiénes y para quiénes se realizarán las acciones educativas y la sistematización de prácticas?
- ¿Cuáles son las preguntas que el trabajo va a responder y/o las problemáticas que ayudará a resolver?
Metodología
- ¿Cómo se piensan impulsar, concretamente, los procesos de facilitación o acompañamiento, la sistematización de prácticas y la colaboración con actores sociales?
- ¿Qué métodos e instrumentos se utilizarán para convocar, debatir, sistematizar, organizar datos y analizar la información?
- ¿Cuáles son los actores clave en el proceso de intervención y sistematización de prácticas educativas?
Cronograma