Raúl Arias Lovillo
En los años más recientes del desarrollo y modernización de la Universidad Veracruzana pueden identificarse numerosos proyectos e iniciativas que por su alcance o envergadura se han hecho un lugar propio en la historia de nuestra casa de estudios.
Valga como ejemplos referir al Modelo Educativo Integral y Flexible, el desarrollo de la más sólida plataforma tecnológica universitaria creada recientemente en el país o, en un sentido institucionalmente más profundo y perdurable, el establecimiento de ambiciosas y exitosas políticas en materia de transparencia, rendición de cuentas, defensoría de los derechos universitarios y, sobradamente, la participación colegiada de los universitarios en la toma de las más importantes decisiones.
La celebración del reciente Congreso Universitario, que en la UV estamos llevando a cabo, en intensas jornadas de sol a sombra en los cinco campus, forma parte indefectible de esta iniciativa que fortalece y renueva nuestro espíritu universitario y nuestra idea de comunidad.
La democratización de nuestras universidades, sobre todo las que pertenecemos a América Latina, forma parte de los grandes pendientes que como instituciones debemos encarar, junto con el financiamiento, la cobertura, la modernización y la excelencia, por citar algunos de los principales puntos de la agenda universitaria.
En la Universidad Veracruzana, sobre todo en la administración reciente, se han redoblado esfuerzos para fortalecer los cuerpos colegiados a todos niveles. Hoy, facultades, centros de investigación, regiones, campus y la institución en general han establecido, en la mayoría de los casos, mecanismos de participación de la comunidad universitaria en general basados en los principios que nos confirman como una institución orgullosamente pública.
Hemos asumido con toda responsabilidad y madurez que las principales decisiones de nuestra casa de estudios, en todos niveles, nos pertenecen exclusivamente.
En su momento, el reto no era menor. Tuvimos que hacer frente a inercias históricas, a prácticas añejas enraizadas en el mecanismo institucional que, sin embargo, ya no tenían cabida en estos nuevos tiempos.
Pero, a pesar de todo, asistimos puntual y decididamente al llamado de la impostergable democratización universitaria y nos entregamos a ejercicios colectivos pero colegiados como el Foro o el Congreso Universitario. A estas y otras plenarias concurrimos estudiantes, trabajadores de todos niveles, académicos, investigadores y funcionarios para debatir, por decirlo en términos lisos y llanos, quiénes somos, dónde estamos, qué queremos y hacia dónde queremos ir.
Y dimos en llamarlo academización de nuestra casa de estudios. Ha sido nuestra respuesta constante y cada vez más académicamente fortalecida a las demandas domésticas de nuestra casa de estudios pero también a las coyunturas externas.
En cientos de exposiciones, los universitarios decimos lo que necesitamos decir sobre nuestra institución y también escuchamos aquello que en ocasiones no quisiéramos escuchar. Es el epicentro de una renovada vida institucional. Nos referimos a pendientes y oportunidades en materia de investigación, docencia y política universitaria. Tomamos acuerdos y disentimos en temas que van de la infraestructura a la materia laboral. Exponemos sobre nuestros más importantes logros y revisamos puntualmente nuestros pendientes.
Es la comunidad universitaria en su conjunto la que, ciertamente, se expresa pero, más importante aún, la que con su participación define el devenir inmediato de la Universidad. Somos todos juntos, el colectivo académico y estudiantil, quienes hemos tomado colegiadamente las decisiones más importantes de los años recientes, se trate de temas estrictamente académicos o de coyunturas políticas externas que, naturalmente, impactan en la Universidad.
El Congreso Universitario que hoy continuaremos celebrando en el campus Coatzacoalcos-Minatitlán-Acayucan, al sur del estado de Veracruz, será el último que me corresponda encabezar como Rector y lo he hecho y lo haré con el mayor honor. He asistido con gran atención y orgullo al ejercicio de la inteligencia universitaria, del pundonor y de la innovación. Del valor civil para encarar los obstáculos pero también de la indudable certeza sobre el mejor futuro para la máxima casa de estudios de Veracruz.
He seguido meticulosamente la formidable emergencia de una nueva generación de estudiantes, críticos, participativos y vibrantes. Y también hemos visto con todo respeto y admiración el crecimiento en número y fortaleza de la participación del sector académico femenino, que ya hoy ocupa un primerísimo lugar en las filas de nuestra casa de estudios.
Estoy seguro que al finalizar el presente Congreso Universitario en el campus de Xalapa, habremos escrito un nuevo y muy honorable capítulo de la democratización de nuestra vida universitaria.
La academización de nuestra casa de estudios fue una añeja demanda de los universitarios veracruzanos. Hoy es meta cumplida.
Por ello, hoy, los universitarios podemos decir que las decisiones fundamentales de la institución son colectivas, colegiadas, participativas y plurales pero que, sobre todo, deben ser indefectible e inexorablemente nuestras.
