- Afirmó Víctor Toledo, poeta y traductor veracruzano
- Es el creador de los Rosagramas, sonetos-caligramas en forma de rosa
- La actualidad demanda seres humanos en los que se conjugue el conocimiento científico y la conciencia humanista, aseguró
Víctor Toledo, poeta y traductor.
Paola Cortés Pérez
La poesía es la voz de la naturaleza, afirmó Víctor Toledo, poeta y traductor veracruzano, es la conexión sagrada entre los hombres y la tierra. A través de la poesía la naturaleza puede comunicarle a la humanidad sobre sus males y sufrimientos, y al mismo tiempo es una herramienta para sensibilizarla en el cuidado y protección del medio ambiente.
En entrevista concedida previo a su participación en el Primer Encuentro de Ecocrítica y Ecopoética “En ti la tierra”, organizado por la Dirección General de Difusión Cultural de la Universidad Veracruzana (UV), el escritor destacó que “los hombres pueden morir, pero nunca van a morir ni la poesía ni la tierra, entonces ella misma nos grita para que nos salvemos a nosotros mismos a través de ella”.
De ahí, consideró, es importante acercar a los jóvenes a la poesía, porque la actualidad demanda formar hombres más completos, hombres en los que se conjugue el conocimiento científico y la conciencia humanista, y sólo se podrá lograr con una buena educación que abarque las matemáticas, la música, la poesía, una lengua (náhuatl o maya, según la región), entre otras disciplinas.
“Se debe tener una buena educación cultural, regresar a los cuentos de hadas, que es lo más valioso de la literatura y son aleccionadores para tomar decisiones más acertadas en la vida. Desde luego, al comprender la poesía, la comprensión de la música y de las matemáticas se dará por sí solas”, apuntó.
Por otro lado, habló sobre cómo surgieron los Rosagramas, que son sonetos-caligramas en forma de rosa creados por él. Relató que cuando falleció su madre le dejó un rosal sin espinas, lo cual le pareció muy raro y lo abandonó a causa de la tristeza y depresión ante la pérdida irreparable que sufrió, hasta que un día decidió rescatarlo.
“Lo puse en un lugar con sol y de pronto se secó, pero lo sorprendente fue cuando comenzó a renacer, pues coincidió con que yo empecé a escribir sonetos sobre la rosa. Salía un pimpollo o un brote de rosa e iba saliendo un soneto, además por ese tiempo también dirigía una tesis sobre la rosa en la lengua castellana. Todo coincidió.”
Mencionó que más tarde se percató que al centrar los sonetos se convertían en capullos de rosa, de tal manera que al ser caligramas los nombró rosagramas, entonces el soneto y su forma hacen el capullo de la rosa y las citas famosas sobre la flor hacen los tallos o los pétalos.
“Así fue surgiendo por correspondencia baudeleriana y por sincronicidad junguiana este poemario, en donde también estos caligramas tienen colores y cada color es simbólico, y por supuesto la forma de la rosa tiene que ver con el tema del soneto”, finalizó.