- Nunca se acabarán, tienen una vitalidad espeluznante
- El antropólogo Alessandro Lupo presentó su libro El maíz en la cruz: Prácticas y dinámicas religiosas en el México indígena
- Le acompañaron la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, y el antropólogo Félix Báez Jorge
Karina de la Paz Reyes
Para el italiano Alessandro Lupo, las culturas indígenas no son sobrevivientes, sino algo vivo, por ello a través de sus investigaciones intenta proporcionar un enfoque antropológico, crítico, con énfasis e interés en el dinamismo que siempre ha caracterizado a estas sociedades.
“Qué maravilla este mundo indígena que todos los días renace de sus cenizas. Es como un ave fénix que se muere, desaparece, que es excluido, que es conculcado pero al mismo tiempo se reinventa y apenas le das un espacio u oportunidad y vuelve a resurgir de las cenizas para demostrar una vitalidad espeluznante.”
Lupo compartió que cuando inició sus investigaciones en México, hace 35 años, decía: “¡Rápido, hay que estudiar estas cosas antes que desaparezcan!”, ahora que tiene 56 años y lleva a sus estudiantes a las comunidades indígenas les expresa: “Nunca se va acabar esto, porque siempre habrá algún mexicano que lo invente de otra forma, que lo renueve”.
El antropólogo presentó su libro El maíz en la cruz: Prácticas y dinámicas religiosas en el México indígena, publicado bajo el sello del Instituto Veracruzano de la Cultura, el 23 de septiembre. Le acompañaron la rectora de la Universidad Veracruzana (UV), Sara Ladrón de Guevara, y el profesor-investigador Félix Báez Jorge.
Ahí expresó que sus maestros Italo Signorini y Carmelo Lisón Tolosana le enseñaron que la voz de los actores sociales tiene su matiz, contenido, riqueza y poesía; por ello merece ser escuchada y no parafraseada, trastocada y malinterpretada en las investigaciones antropológicas.
“Mucha gente lee lo que yo escribo, pero cuando citan algo de mis libros casi nunca citan mis palabras, sino las de mis coautores. En mi libro ustedes no encontrarán la palabra informantes, porque es una palabra antigua y colonial que denotaba la postura hegemónica de un antropólogo que iba y sacaba informaciones de una persona sumisa, que le prestaba su voz para conocer algo y que luego él reelaboraba y muchas veces parafraseaba.”
Dijo que ésta es la razón por la cual siempre se ha esforzado para trabajar en el idioma indígena aprendiendo: el huave y el náhuatl. “Como ya no tengo tiempo para hacer largos trabajos de campo, sigo trabajando con huaves y nahuas, porque si lo hiciera con purépechas, mayas, mixtecas –como me gustaría–, no me daría el tiempo de aprender su idioma; entonces tendría que hacer una etnografía muy superficial donde no puedo asir el núcleo, la esencia de la cultura de esta gente”.
Lupo se congratuló en decir que cuando algún colega cita sus investigaciones, no dan su nombre como referencia sino la de sus coautores. Por ejemplo “Miguel Cruz, curandero de una de las rancherías de Cuetzalan, que dice cosas tan impresionantes como ‘el maíz es más vivo que nosotros, porque es nuestra alma, y si no comiéramos maíz no estaríamos vivos’ ”.
Félix Báez Jorge, Sara Ladrón de Guevara, Alessandro Lupo y Claudia Domínguez.
El maíz en la cruz (2013) fue publicado en primera ocasión en italiano bajo el título Il mais nella croce: Pratiche e dinamiche religiose nel Messico indigeno y reúne 12 ensayos que Alessandro Lupo ha divulgado (ya sea en conferencias, congresos o como capítulos de libros) a lo largo de casi tres décadas, resultado del trabajo con los huaves del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, y los nahuas de la Sierra Norte de Puebla.
En su intervención, Sara Ladrón de Guevara comentó que este volumen aborda las representaciones simbólicas, los cuentos de los abuelos, une a la memoria a través de la tradición oral y la observancia del culto. Además interpreta las interpretaciones y las reinterpretaciones de los antropólogos, informantes, creyentes, paganos y cristianos.
“El maíz en la cruz resulta ya un título sugerente, el maíz sigue siendo la planta en torno a la cual gira el sistema conceptual agrícola indígena.
La asociación simbólica mesoamericana del hombre con el maíz es agrícola, doméstica, terapéutica y sobre todo ritual. Y si los hombres somos lo que comemos, en Mesoamérica los hombres estamos hechos de maíz y nos alimentamos de maíz. El maíz es nuestra carne y nuestro alimento, real y ritual, de facto y simbólico.
”Y la cruz, símbolo por excelencia de Cristo en el discurso cristiano, resulta en la imaginería prehispánica la forma precisa del maíz”, dijo la Rectora.
“Lupo reconoce que la decodificación de los signos interpretativos indígenas no es afín entre la clase sacerdotal y los fieles indígenas, ocurre lo mismo en las palabras que en las imágenes, por eso la cruz puede ser maíz, por eso el sol puede ser Cristo, por eso Cristo es el maíz”, añadió.
Por su parte Báez Jorge comentó que en 1973 México tenía una antropología muy diferente a la actual, que incluso estaba detenida en discusiones bizantinas, cuyo resultado era el olvido por buen tiempo del trabajo etnográfico de fondo.
Pero “es indudable que la misión etnológica italiana sentó un precedente en el estudio etnográfico, etnológico de las comunidades indígenas de México”, cuyo impulsor fue Italo Signorini y su discípulo Lupo.
“Le tocó a Alessandro cargar con su cruz, llevar adelante la obra de Signorini, y lo ha realizado muy bien, y lo ha enriquecido tanto a nivel de los alumnos italianos como de los mexicanos.”
Félix Báez compartió con el auditorio la lectura del prólogo del libro, de su autoría.
La presentación tuvo lugar en el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV y fue moderada por Claudia Domínguez. Al acto asistieron autoridades como el director del IVEC, Rodolfo Mendoza Rosendo, comunidad académica y estudiantil, y amistades del autor.