Humanismo, Modernidad y Bienestar
Cuando Hegel afirma en el prefacio a los Principios de la filosofía del Derecho, que todo individuo es hijo de su tiempo, podemos pensar en Octavio Paz. El tiempo privilegiado que vive y del cual es producto, abarca el siglo pasado y gracias al poder crítico de su circunstancia histórica, forma parte también, de los que abren territorios reflexivos sobre las discusiones respecto al cambio de época, ya atisbadas en 1950 en El laberinto de la soledad, da cuenta que el discurso secularizador de la razón ilustrada que sentó las bases sociopolíticas de la modernidad occidental ya no es viable.
Se distingue por alimentar incesantemente una conciencia crítica que le ayuda a comprender el mundo convulso en el que nace y vive, defiende continuamente la libertad del hombre encaminada a preservar los valores del humanismo. Libertad que posibilita la defensa de la persona humana y la convivencia democrática. Considera que el humanismo es siempre comprometido y un lugar donde tiene cabida todo el rigor del análisis crítico.
El escritor, nos propone un neohumanismo cuya finalidad tiene que ver con un intento de rescatar el valor de la persona humana y la reconciliación de los individuos, con la intención de desarmar los materialismos de su época que lo sujetan.
Para Paz, hay que poder preservar tanto el bienestar de las personas como la convivencia comunitaria con los demás, y su propuesta va en el sentido de recuperar el sedimento utópico de lo que, a su juicio, son las dos tradiciones políticas de la modernidad: el marxismo y el liberalismo. En este sentido se relaciona directamente con el bienestar social que apunta tanto al individuo como al mundosociedad en el que nace y con el que se relaciona.
Es propiamente apuntando al ideal del neohumanismo, que se posibilitaría la necesidad de una redefinición sociocultural y el mejor camino es a través de recuperar la subjetividad, aspecto desdeñado por las teodiceas epistemológicas del siglo pasado que dieron lugar a los campos de exterminio en Europa y con respecto al caso Latinoamericano podemos observar, entre tantas cosas, las grandes desigualdades sociales con la consecuente migración masiva en condiciones inhumanas y violentas y el paso ilegal a nuevas fronteras en busca de distintas circunstancias.
El autor recurre, en gran parte de sus textos, encontrar la mediación entre opuestos. Queremos traer a colación el binomio razón e imaginación. Paz logra una dicotomía al invertir el orden de los términos; es así como la imaginación plasmada en la poesía trastoca el orden de lo temporal que la razón le impone, con lo que construye un poderoso punto de convergencia, que puede ser leído también como una ideología o forma de utopía que permite el equilibrio entre la imaginación (poesía) y la razón (el tiempo lineal implacable y rígido). El poema, bajo este prisma, congrega en su interior pasado, presente y futuro, lo que llama su transhistoria.
El planteamiento de los problemas sociales actuales y las posibilidades de solución vienen, para Paz, de la mano de la imaginación; esta ruta subestimada por ingenua y pueril por otros autores, se apoya en, precisamente presentar idealmente una cosa, puesto que las propuestas venidas de la racionalidad moderna unidireccional no han dado cuenta de la complejidad del problema y por lo tanto de su mejora. Así la poesía se convierte en la otra voz que mediante su ejercicio puede hacernos llegar vías alternas de solución a las problemáticas relacionadas en primer lugar con el hombre mismo, su hábitat y la vida en común con los demás. Centrarse en un humanismo a la altura de los tiempos actuales, pareciera la alternativa; hace reiterados llamados a los jóvenes en ese sentido. Las ideas sobre la historia y el tiempo, consideradas por esas dos utopías antes mencionadas, la marxista y el capitalismo neoliberal, miran, para Paz, hacia el futuro o a un presente virtual, virtualidad que lo hace inasible colocándolo igualmente en el futuro. El futuro como tiempo engañoso que repite continuamente todavía no es ahora, y que nos niega. Lo que las personas quieren, lo quieren en el presente. El que construye la casa de la felicidad futura edifica la cárcel del presente1.
Atendiendo al presente conviene repensar desde América Latina la creación de democracias y mecanismos jurídicos para lograr también la autonomía tanto en lo individual como colectiva, encontrar el modo de lograr satisfacer el sustento y la seguridad, elementos de bienestar subjetivo y que para Paz también son cuestiones que no pueden esperar al futuro que repite todavía no es ahora. Rodríguez Barraza, A (2017). Humanismo y Modernidad: límites y alcances. Thémata, Sevilla.
1 Ibidem p. 303.