Participar como jurado en exámenes de oposición es ante todo un honor. Ser un buen jurado no es fácil, pero es muy fácil ser un mal jurado, de esos que comen alumnos y gozan masticándolos lentamente con tortuosas preguntas alejadas del motivo de una evaluación. Ser un buen jurado es una habilidad que se aprende con los años. Un jurado está en su lugar para aportar observaciones con el fin de estimular al alumno a mejorar su trabajo, está ahí para escudriñar dentro de lo que otros no vieron y que es defecto mejorable. Es un crítico objetivo, experimentado en la ciencia e investigación, interesado en compartir su conocimiento y en aprender lo que ignora y le están presentando. A razón del inicio de los exámenes de “Experiencia recepcional” comentaré algunos puntos que considero básicos para reflexionar y para promover una discusión sobre cómo hacer una buena evaluación de trabajos a nivel licenciatura. No existe guía para ser un buen jurado, pero algunas ideas pueden considerarse para tomarse a reflexión.
El contexto del alumno y su trabajo de Experiencia recepcional
Es importante entender que en Experiencia Recepcional se está evaluando a un alumno de licenciatura. No puede ni debe exigirse a un alumno en ese nivel que presente un producto con la extensión y con la calidad de un trabajo de maestría o doctorado. Debe esperarse un trabajo desarrollado dentro de un contexto de un programa de licenciatura, con un periodo escolar de tiempo corto de 15 semanas y con un alumno inexperimentado en el trabajo de laboratorio, en el análisis de resultados y en la escritura científica.
El tiempo
Quienes dedican la vida profesional a la investigación saben bien que se necesitan meses e incluso años para llegar a obtener un experimento con un diseño eficaz que brinde resultados confiables. Es decir, los buenos resultados tardan en llegar. Pero en licenciatura el trabajo de experiencia recepcional se realiza en un periodo de unos 3 meses, menos la cantidad de días no laborales, lo que resulta en un espacio de tiempo limitado y suficiente para hacer apenas unos pocos experimentos que exploren una parte de un problema, pero insuficiente para llevar a cabo una extensa serie de experimentos definitorios para la resolución del problema. Incluso el tiempo a veces sólo alcanza para hacer algún estudio piloto y nada más. En una buena evaluación el jurado debe ser consciente del tiempo en el cual el alumno realizó el trabajo; además debe esperar resultados e implicaciones acorde a ese tiempo. Evaluar desde esa perspectiva favorecerá una crítica acertada y limitada a esa realidad. Criticar con el contexto del tiempo en mente también ayudará a darle un valor adicional a los resultados, pues siempre merece gran reconocimiento la obtención de un resultado impactante dentro de un tiempo corto.
La experiencia
Un doctorante está dedicado en cuerpo y alma a la labor de la investigación, a una actividad de aprendizaje mental y físico que requiere rudeza cerebral y delicadeza física, es un entrenamiento de 3 a 4 años y es tan duro como el que se hace para correr un maratón. En cambio un estudiante de licenciatura tiene unas pocas semanas para aprender a trabajar en un laboratorio. En el pregrado se conoce por primera vez cómo es el proceso de labor en un laboratorio de investigación y ese aprendizaje es insuficiente para desarrollar las habilidades mentales y manuales necesarias para llevar con éxito una investigación. El buen jurado entiende esa limitante y la valora desde la perspectiva del esfuerzo, la analiza y la critica como una fortaleza desde la posición del alumno de licenciatura pero no desde la posición de un experimentado investigador. Un trabajo de experiencia recepcional acerca al alumno a descubrir lo poderoso de lo experimental, pero no lo vuelve un experto.
La estadística
Uno de los mayores retos del científico es elegir y saber hacer un análisis estadístico. Algunas veces es necesario solicitar ayuda a algún un colega con mayor experiencia en estadística para superar el reto. Si ese problema se presenta para los profesionales, es entendible esperar que se presente también entre alumnos de licenciatura. Sí, un alumno a ese nivel debe saber las razones por las cuales los resultados se analizan con tal o cual prueba estadística, pero pedirle que sea experto en el tema es mucho. Un buen jurado sabe que el análisis estadístico de un trabajo de licenciatura fue elegido y hecho por el director del trabajo. Entonces ese punto requiere una valoración desde ese perspectiva, esperando el alumno entienda y explique qué está presentando en sus resultados, pero sin esperar tenga el conocimiento de un curso de estadística. Una crítica debe ir orientada a la elección del análisis estadístico y sus resultados, no hacia el dominio del alumno sobre la prueba y sobre otras pruebas estadísticas no empleadas en el trabajo.
La escritura científica
Lo útlimo y lo más difícil que aprende un científico es a escribir con claridad. La escritura científica es una mezcla entre la frialdad de la ciencia y la candidez de la literatura. Para un científico la escritura es siempre ejercicio creativo de aprendizaje, es siempre motivo de alegría y también de frustración. Imposible esperar que un alumno de licenciatura tenga estilo y refinamiento en la escritura científica. El buen jurado evalúa un trabajo de experiencia recepcional considerando la perfecta ortografía, la narrativa lógica y la claridad de ideas. Una crítica en esos tres conceptos será positiva y mejorará la calidad del trabajo; no puede esperarse estilo, pero sí lo mínimo necesario para entender un texto.
El método científico
Un trabajo científico es llamado así porque sigue un método científico. Los filósofos de la ciencia se han encargado de estudiar y refllexionar sobre el método científico. Existe un método científico, sí, pero definirlo es una acción abrumadora. En un trabajo de experiencia recepcional en investigación debe estar presente un método científico. El alumno muestra su capacidad para explorar un problema y para resolverlo con una serie de pasos ordenados y de procesos adecuados para resolver el problema. No necesita en ese punto saber si su trabajo se adecúa al pensamiento de Paul Feyerabend o de Thomas Kuhn (a menos que esté cursando una licenciatura en filosofía de la ciencia, lo que no sucede en la Facultad de Odontología). El buen jurado sabe que un alumno debe entender la metodología científica que siguió, debe poder explicarla y expresar lógicamente la resolución del problema. El buen jurado crítica el método científico porque conoce y entiende las formas de presentar el método científico.
El director del trabajo
El trabajo de experiencia recepcional de un alumno de licenciatura es el resultado de la dirección de un académico. La dirección del académico tiene mayor peso en el producto final de una tesis de licenciatura que en el de una tesis de doctorado, por ejemplo. El alumno de licenciatura es principiante en la actividad de la investigación y su quehacer en la ciencia es un complemento del aprendizaje básico. Por eso necesita un consejero a su lado en cada paso de la labor científica. Un doctorante en cambio está dedicado 100% a la investigación, tiene un alto grado de independencia y dedica el tiempo únicamente a investigar. En ese caso el director deposita casi la total responsabilidad del trabajo en el estudiante. No hay comparación real entre un alumno de licenciatura y un alumno de doctorado en cuanto a sus responsabilidades en una investigación. Claro, en licenciatura un alumno puede incumplir con su compromiso y eso llevar a un trabajo a mal término, pero es punto a discutir en otro momento. El punto aquí es entender que en licenciatura el alumno depende enormemente del conocimiento y de la buena dirección de su tutor científico. Aunque la relación alumno-director es tan compleja como un matrimonio y no todos están hechos para llevarla en paz y por supuesto es una relación que puede romperse. Un buen jurado reconoce el rompimiento inmediatamente al encontrarse con una investigación sumamente deficiente. Cuando el trabajo acaba mal y llega a presentarse frente al jurado, entonces debe evaluarse desde el des-entendimiento que tuvieron las partes involucradas y como afectó la situación en la calidad de la investigación. No siempre el alumno es el culpable de sus males científicos. Por el contrario si el trabajo es exitoso, vayan los aplausos para el alumno y su director.
La empatía
Finalmente, un jurado de experiencia recepcional es empático. Reconoce en el alumno a un ser humano, a veces nervioso al estar frente a un comité de evaluación, a veces temeroso por dudar de lo que hizo, a veces abandonado de quien debía guiarlo, a veces con un contexto familiar que afecta el desarrollo del trabajo, a veces soberbio por presentar un trabajo excelente, a veces hastiado de haberse encontrado con la ciencia, a veces emocionado por haber encontrado el amor en la ciencia. Un buen jurado sabe que el alumno es un ser humano y recuerda que también fue alguna vez un alumno.
Conclusión
Si un trabajo de experiencia recepcional llega al tiempo de presentación frente a un jurado es porque pasó un proceso de revisión y porque tuvo un seguimiento. Las ideas aquí presentadas parten de esa premisa. Un buen jurado aporta, crítica, escudriña en donde el ojo interno del alumno y el director no pudieron ver, pero sobre todo comparte su conocimiento para hacer del trabajo evaluado un mejor trabajo. Un buen jurado es un buen maestro.