Si bien es cierto lo ideal es ser congruentes en la vida, en un contexto como el mexicano y en medio de una sociedad tan dada a aprovechar los márgenes de lo permisible y disculpable, valores como este u otros, suelen obviarse en las prácticas y hábitos de las personas. Como quiera que sea, siempre habrá la oportunidad de definir en la vida de cada uno, una suerte de marco axiológico pertinente para dar viabilidad a un comportamiento que permita la generación de condiciones para reinventar el propio actuar de cada uno.
Por eso y aún cuando es algo poco redituable, un grano de arena para contribuir en la generación de un futuro donde las condiciones del actuar sean diferentes, desde los espacios escolares y aquellos lugares en donde interactuamos a diario, es tarea y principio de vida. Sin embargo, igual que se ha dicho antes, no es fácil, pues aún cuando en las instituciones educativas desde el discurso se abona para promover ciertos valores, lo cierto es que suelen caer en terreno árido pues no existen condiciones, ni hábitos, ni intenciones reales de hacer de la palabra una acción en el aula.
Así por ejemplo, si un docente, un estudiante, un funcionario o alguien de la comunidad académica dice y en su actuar muestra incongruencia, no pasa nada, después de todo vivimos y habitamos en un país donde buena parte de lo que se escribe o se habla para generar mejores condiciones de convivencia, no se reproduce ni aterriza en la realidad, pues muchas veces esos «valores», han sido definidos desde gabinetes pero no desde el consenso de una comunidad que cuando los lee, los ve distante y poco razonables en el contexto institucional.
De allí que cuando alguien me habla de realizar un trabajo en donde los valores pasen del análisis a su viabilidad, le pido me diga cuál valor promoverá, cómo definirá las estrategias para posibilitarlos y si considera que su actuar es congruente con lo que quiere hacer.
Como quiera que sea, no es fácil, pues además de saberse que el ser humano es la única especie que tiene que demostrar su condición natural: un ser racional, la verdad es que igual es la única que suele tropezar dos veces como la misma piedra. De allí que si bien puede resultar comprensible que haya personas que se desdicen al cabo del tiempo, que mientras escriben una cosa terminan por hacer otra, lo cierto es que sigo creyendo es posible la congruencia entre el decir y el hacer.
Escribo esto después un par de días en los que esto que ha sido premisa en mi vida quedó en vilo, pero igual tras la pregunta que me hiciera un estudiante sobre la posibilidad de arrepentimiento de lo que he hecho pero sobre todo de lo que escribo. Convencido le he dicho que jamás me arrepentiría de lo que escribo, aun cuando recordaba las palabras de Alvaro Mutis quien decía que no escribía ensayos porque no quería arrepentirse de lo escrito al cabo de los años.
En lo personal sigo creyendo en la palabra empeñada, en la transparencia, en la congruencia; en la libertad para aprovechar lo que está consagrado en la Constitución que nos rige, para reunirme y organizarme con quien yo quiera, para reconocer lo que hago mal, para pedir disculpas cuando lo juzgue pertinente o necesario; para dar una recomendación cuando me es pedida, para solidarizarme con lo que creo justo, razonable o necesario. En fin, para dar mi opinión sobre aquello de lo que puedo hablar, para declinar una invitación cuando sé que no soy la persona indicada, para aceptar equivocaciones pero también para defender aquello en lo que creo o aceptar lo razonable de un discenso.
En tanto esto ocurre allá fuera, lo cierto es que en las instituciones educativas, por los procesos verticales que caracterizan su gestión, no existen condiciones para horizontalizar procesos, por lo tanto para dar viabilidad, seguimiento y congruencia entre lo escrito y lo hecho, entre lo que se dice y se hace; de allí que valores como la congruencia, la honestidad, la responsabilidad brillen por su ausencia, si después de todo con decir que lo que se planea se hace bien, suele bastar; y esto puede ocurrir en el caso de estudiantes, profesores, funcionarios o cualquier gestor.