La complejidad de la evaluación en el Proyecto Aula

Una de las tareas más complicadas en el trabajo docente es sin duda alguna la evaluación, por lo menos es lo que pienso tras 20 años de experiencia como docente en el nivel superior. Cuanto más si uno ha sido testigo de la transformación de los paradigmas y aquellas concepciones desde donde se concibe teórica o pedagógicamente la evaluación; lo que en nuestro caso ha obligado a transitar de viejas concepciones a un modelo de gestión educativa en donde la evaluación es un elemento que se articula al llamado proceso enseñanza-aprendizaje-evaluación.
Sin embargo, ocurre en ocasiones que algunos docentes y un puñado de estudiantes, no dimensionamos lo que esto supone, por lo tanto al final, algunos profesores seguimos pensando como parte de los instrumentos y criterios de evaluación, la asistencia o que la presentación de un trabajo final es lo que vale. De allí que si al inicio un profesor les dice a los estudiantes que no evalúa trabajos finales sino procesos, quizá no comprendan.
Algo como esto puede estar ocurriendo en la Universidad Veracruzana, particularmente entre aquellos que participamos del Proyecto Aula, una suerte de modelo de gestión pedagógica que demanda a los profesores el diseño instruccinal de un programa por competencias para favorecer la construcción de una experiencia de aprendizaje donde el pensamiento complejo, la investigación y las tecnológicas son saberes ejes sobre los cuales se define la experiencia educativa del estudiantado. Para ello, se plantean 3 micro unidades de aprendizaje, en las que se abordan -en promedio- tres saberes teóricos (temas), vinculados estos a la triada de la complejidad, la investigación y las tecnologías.
Una forma de observar esas competencias es establecer niveles de evaluación, los cuales deben mostrar una articulación procesal; es decir, una relación intrínseca que contribuya al aprendizaje que se espera para ese momento tengan los estudiantes con relación al avance en el tratamiento de los temas, para lo cual deberán alcanzar objetivos de desempeñeo a través de la producción de evidencias de aprendizaje por cada etapa del proceso. Es decir, saberes y habilidades deben quedar demostrados por los estudiantes a través de la realización de productos que van creciendo en su nivel dificultad.
He aquí la complejidad, pues si bien en el encuadre se le puede hablar de esto al estudiante, incluso en distintos momentos a lo largo del periodo, los jóvenes no dimensionan del todo ni la naturaleza ni el sentido de ello. Por lo tanto, no cmprenden el por qué y para qué de tantas actividades en aula, cuanto menos si se les dice habrá actividades virtuales en la plataforma virtual que la UV ha diseñado para promover las TIC.
Siendo que no somos muchos profesores los que estamos en el Proyecto Aula y trabajando con esa tecnología, no todos los estudiantes conocen de ella, o tampoco tienen desarrolladas las comptencias digitales que se supone debieran poseer como nativos digitales, por lo que suelen requerir de un tipo de gestión docente que va de atender la ausencia de habilidades tecnológicas básicas a la falta de ellas o su propia actitud para entrarle (ya reflexionaremos sobre ello un día de estos)
Total que tras esto, no deja de llamar a atención cuando un estudiante se acerca y pide saber el porqué de su calificación, quienes al mostrarseles los números del historial de su aprovechamiento, en su semblante se asoma la sorpresa, pues quizá no imaginan el desmenusamiento que se hace de todo lo planeado y que está dicho en el diseño instruccional que a un click desde el inicio de clases está en EMINUS. Por supuesto que menos aquellos estudiantes que nunca van a clases, quienes cobijados en excusas de cualquier tipo, esperan ser evaluados con un trabajo final.
No, pues no, como docentes no podemos evaluarlos (pues ni siquiera por delicadeza o cortesía para decir que trabajan o por algún problema familiar se presentaron al inicio del periodo o se apersonaron a tiempo, según sea el caso), pues no hay evidencia pedagógica que permita observar un proceso en la construcción de sus conocimientos como de los dominios a que exije el Proyecto Aula. Por lo menos en estos casos.
Así que evaluar no es tarea sencilla, de allí que se siga explorando en posibilidades en torno a una evaluación eficaz, que tome el pulso de lo pretendido en la Universidad Veracruzana, y procurado por cada uno de los docentes que participan del Proyecto Aula y que empleados en EMINUS para generar ambientes de aprendizaje que innoven los procesos pedagógicos.