Colaboración y confianza académica

Una de las tareas más apremiantes en el ámbito universitario (si nos apuramos, en cualquier terreno de la vida), es generar condiciones para el desarrollo de un trabajo colaborativo que contribuya a tejer redes de sentido entre los miembros de una comunidad académica; experiencia nada fácil por llegar a representar la renuncia a una serie de certezas que han vertebrado nuestra cultura institucional y docente. Lo que resulta contrastante, si se toma en cuenta que el nuevo paradigma de la educación busca promover, incentivar esta forma de trabajo, centrado en la co-participación responsable, el diálogo, el consenso y la toma de decisiones colegiadas.

Sirvan estas reflexiones, para compartir parte de la experiencia que desde hace un par de meses, pero sobre todo en las últimas semanas, hemos vivido un grupo de profesores de la facultad de Ciencias de la Comunicación, quienes entendiendo la pertinencia de sumar voluntades y saberes, hemos dispuesto de una agenda para comenzar a definir los rumbos de una tarea en particular que seguro terminará por impactar en otros ámbitos de nuestra vida académica: el Trabajo recepcional y sus formas de acreditación.

Lo importante de este ejercicio ha sido la palabra y el terreno que se le ha ido ganando a la confianza (algo nada fácil en nuestra experiencia) para compartir intereses, incertidumbres, decisiones, todo en aras de una suerte de bien común en dónde la administración, los docentes y los estudiantes se vean beneficiados. La referencia ha sido una que de tan simple no necesariamente ha sido fácil: atender al espíritu del reglamento; es decir, de lo institucional y normativo, algo que tanta falta hacía a nuestra comunidad.

Sí, vamos construyendo de a poco, paso a paso, con los resquemores propios de quienes están entendiendo la pertinencia de este tipo de ejercicios, donde el individualismo se abre a lo colectivo, lo personal da ocasión a lo común, lo docente se deja cobijar por lo institucional.

Es verdad, parafraseando un tanto al maestro Raúl Trejo, quien hace poco le decía a Javier Solorzano, no se trata de confiar del todo como para que no nos sorprendan aquellos que no les ha interesado el bien común, pero no puede ser de otra forma, tendría que ser un deber, procurar ganar en las confianzas.

Y sí, ahí estamos, con el objetivo de contribuir a que repensemos la forma en que ciertas prácticas educativas pueden llegar a ser distintas, en la coyuntura de una celebración que también tiene que producir experiencias académicas y no sólo festivas. Falta mucho, pero mucho por hacer, pero el inicio lo asumir como alentador.