La academia que viene

En la facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación, de la Universidad Veracruzana, estamos pasando por lo que espero sea el anuncio de un cambio o por lo menos una ruptura con aquellas prácticas que devinieron en una inmovilidad académica durante muchos años. Digo esto porque, aun en medio de las desconfianzas que nos han caracterizado -poco a poco-, con la nueva administrativa nos hemos dado la oportunidad de pensar que la vida académica puede tener cabida de nuestra institución.

Si bien es cierto es pronto para dejarse encantar por estos soplos de «esperanza», lo cierto es que durante este periodo escolar ha habido guiños que permiten reconocer la hora para repensar lo andado como para definir una agenda de colaboración en la que podamos estar todos, es decir fortalecer una vida institucional que ha sido permanentemente desdibujada por hábitos y costumbres donde lo educativo no necesariamente ha sido su corazón.De allí que sea oportuno aprovechar la coyuntura de la acreditación, para superar el maquillamiento y en verdad aprovechar la inercia para situar lo académico por encima de otro tipo de intereses.

Quienes desde el periodo anterior, hemos venido trabajando en la protocolización del proceso de elaboración, seguimiento y valoración de los trabajos recepcionales, hemos dado muestras de que un trabajo colaborativo en aras del bien común puede ser posible. Experiencia que, sin duda, puede contribuir a entender la naturaleza de un trabajo escolar que en realidad es una evidencia de aprendizaje como producto de una experiencia educativa. Pero sobre todo, para reflexionar sobre nuestras propias prácticas pedagógicas, pues tal como en su momento lo manifestara nuestro secretario académico, necesitamos repensar la forma en que estamos enseñando en las experiencias educativas relacionadas con la investigación.

Esta puesta en común entre profesores que quizá hace un par de años hubiera sido difícil, considero es la muestra de un puñado de escrúpulos para pensar en lo académico y el propio proceso de enseñanza-aprendizaje-evaluación, antes que en otros intereses, lo que a la larga -de una u otro forma- deseamos incida en el propio proyecto de formación de nuestros estudiantes.

Quizá esto no lo entiendan algunos compañeros, quienes siguen pretendiendo circunscribir a conveniencia decisiones que deben mostrar entereza y las miras con que imaginamos el nuevo rumbo en nuestra facultad, como por ejemplo los perfiles académicos y profesionales que deben ser atributos entre quienes sean aspirantes a la docencia en nuestros programas educativos.

Hablamos de la necesidad que representa el contar con competencias y saberes mas allá de la propia formación disciplinaria, los mismos que solo se adquieren en la brega diaria de andar y desandar los caminos vivenciales que da la profesión sí, pero sobre todo, la experiencia docente, donde la reflexión sobre nuestra propia práctica nos hace sensibles, razonables, humildes, como para reconocer que lo que sé es apenas nada frente a lo que se requiere adquirirse en términos pedagógicos y didácticos para generar ambientes de aprendizaje que reconozcan la complejidad del propio objeto de la comunicación.

De allí que seguir pensando que el hoy es igual que al ayer para enfrentar los retos del ser docente, es mostrar las cegueras propias de un pensamiento ya no sólo lineal sino particularmente ingenuo, que revela un estado de cosas cercano a lo que a Bourdieu le preocupaba pocos años antes de fallecer: el sentido común que deambula, acecha y toma como rehén a las universidades hoy día, en especial a las entidades académicas como la nuestra.

En fin, que un nuevo rumbo académico es posible. Eso sí, es una ardua tarea, en la que debemos ser partícipes y corresponsables todos, por lo que la gestión se ha dicho muchas veces debe ser incluyente, institucional y académica. Por lo tanto, prácticas como el desoír, el invisibilizar o mayoritear decisiones, no son propias de una comunidad académica, por lo tanto bienvenidos sean estos aires, aunque quisiéramos que los vientos cada vez se sientan más.