Estoy próximo a concluir un periodo que ha sido particularmente difícil, no sólo por la complejidad que supone un proceso de acompañamiento educativo a estudiantes universitarios, sino más bien por la manera en que me ha sido imposible alcanzar todos los objetivos que me propuse junto a ellos, en cada una de las experiencias educativas. Nunca como en esta ocasión, me vi imposibilitado para seguir el ritmo de producción de evidencias de aprendizajes que, etapas tras etapas, los jóvenes iban alcanzando.
Las razones han sido muchas, pero sobre todo destacaría la falta de tiempo, pues el tener que atender responsabilidades académicas que iban de la docencia a la tutoría en licenciatura, o bien las asesorías de tesis de grado, incluso la revisión de proyectos de investigación asignados desde el CONACyT o la dictaminación de artículos para su publicación en revistas indexadas, incluida la producción de media docena de ellos para su publicación, fueron experiencias que me hicieron dar cuenta que no es lo mismo «los tres mosqueteros, que veinte años después». Que debo aprender a administrar mis energía y no adquirir más compromisos.
Efectivamente, este 2014 en su segunda parte, ha sido rudo, no ha dado tregua alguna, pues al compromiso docente en los programas educativos en donde colaboro, se sumó la responsabilidad de ser parte del Sistema Nacional de Investigadores que te obliga a cumplir con una serie de compromisos para los que no necesariamente se está preparado ni dadas las condiciones cuando se es profesor de tiempo completo en licenciatura, con 20 horas efectivas de clase. Además, del intento para que las apuestas de acompañamiento docente, estén relacionadas con la enseñanza por competencias. Verdaderamente agotador.
Total que si bien es cierto EMINUS volvió a ser un recurso importante, lo cierto es que hubo momentos en lo que enloquecí y confirmé que la distracción, el descuido afectaban lo planeado, pues entre una y otra responsabilidad, la cordura fue minando hasta cometer reiterados errores o descuidos en planeación y diseño de actividades que, en otras circunstancias, hubieran sido fáciles de cumplir.
Quienes pagaron el pato, fueron mis estudiantes, a quienes pedí disculpas en más de una ocasión por haberlos desatendido o bien colocado en un estado de estrés gratuito. Esto porque si bien en el aula las actividades realizadas gradualmente iban permitiendo alcanzar metas como parte de algún producto de aprendizaje, a la hora de cerrar ese proceso y colocarlo en los centros de actividades o evaluación de la plataforma, su servidor se veía imposibilitado de volver a revisar lo que en el salón se había construido.
Total, que este ejercicio de reflexión es un compromiso que adquirí con ellos, cuando les dije me disculparan y que seguro escribiría sobre la desazón que viví junto a ellos en este periodo que recién vamos concluyendo. Hoy que he ido revisando los productos finales en EMINUS, veo que los estudiantes mayormente han cumplido con los objetivos de aprendizaje, pero me queda en el ánimo dejar en el camino una deuda para con ellos que espero poder saldar algún día.
En fin, que ya veremos en la próxima, donde he pedido por primera vez una distribución de mi carga pues dar 5 cursos en licenciatura y entre dos o más en posgrado, termina por enloquecer a cualquiera y no estoy dispuesto a volver a tropezar con esta abrumadora experiencia. Después de todo, a mis 50 años, debo comenzar a guardar algunas neuronas.