No es un secreto que durante mucho tiempo (y quizá también ahora), haya universidades en México que enfrenten problemas relacionados con su eficiencia terminal. Ante un reto como este, organismos como las propias instituciones educativas, han impulsado opciones de titulación que le permitan a los egresados cumplir con el proceso de cierre para la obtención de su título de licenciatura (incluso en algunos posgrados) por distintas vía
s. Así, del Examen General de Conocimiento, del promedio a un menú relacionado con las opciones de titulación, un estudiante que está a punto de egresar o ya salió, tiene ante sí un conjunto de alternativas que, incluso, suelen estar legisladas en los reglamentos de titulación, como en los estatutos de los estudiantes.
Tal es el caso de la Universidad Veracruzana, donde en su Estatuto de alumnos 2008, en el Título X, capítulo 1 de Experiencia recepcional, en su artículo 78, al hablar de las opciones de acreditación de la experiencia educativa señala que podrán ser:
I) Por trabajo escrito presentado en formato electrónico bajo la modalidad de tesis, tesina, monografía, reporte o memoria y las demás que apruebe la Junta Académica de cada programa educativo;
II) Por trabajo práctico, que puede ser de tipo científico, educativo, artístico o técnico;
III) Por promedio, cuando hayan acreditado todas las experiencias educativas del plan de estudios con promedio ponderado mínimo de 9.00 en ordinario en primera inscripción, en los casos que así lo apruebe la Junta Académica;
IV. Por examen general de conocimientos; y
V. Por presentación de documentos de acuerdo con lo establecido en el artículo 51de este Estatuto. (pp. 30-31)
De esto puede desprenderse que u
n estudiante si bien se prepara y desarrolla una serie de competencias disciplinarias y profesionales, si decide optar por un examen, por un trabajo recepcional o aprovechar su excelente promedio, puede con ello acreditar su curso, por ende obtener su título o grado; después de todo está legislado sobre ello.
En ese contexto, no olvidar tampoco que los trabajos recepcionales en sus distintas modalidades (tesis, tesina o monografía), tienen un objetivo académico que las distinguen por la forma en que enfrentan los temas objetos que interesan disciplinariamente a un estudiante. Sea en su nivel de profundidad, dimensión teórica o metodológica desde la que se trabaja, al final de cuentas como experiencia educativa en la UV, uno y otro trabajo recepcional tienen una razón pedagógica y disciplinaria que pareciera se pierde de vista en muchas ocasiones, tanto por parte del profesorado como del estudiantado.
Tal es el caso de la monografía, ese documento que procura la sistematización de fuentes de consulta e información para analizar, reflexionar en torno a un tema que puede pasar a constituir en un objeto de interés disciplinario. El asunto es que muchas ocasiones el profesor como el estudiante lo demeritan por falta de conocimiento de lo que caracteriza académicamente a este tipo de ejercicios de sistematización de información. De entrada habrá que recordar que todo trabajo de investigación exige la revisión metódica de fuentes de consulta, sean primarias o secundarias, pues bien, ninguna como la monografía para que el estudiante se de ocasión de explorar en la literatura y conocer a profundidad temáticas afines a su campo de de estudios como para dar con con aquellas info
rmación documental que le permite pasar de lo empírico a un conocimiento profundo en términos teórico-conceptuales.
Suelo decir al respecto, que seguro es la única oportunidad que tiene el estudiante de licenciatura de no sólo acercarse sino desarrollar competencias intelectuales y discursivas para debatir desde una postura académica, un asunto que le interesa desde su campo de formación disciplinaria y que tras la búsqueda de información comenzará a dimensionarlo mejor. Su conocimiento sobre él sin duda arborece. Digo esto, porque seguro en ningún momento de su carrera reflexionó, debatió, replicó como en aquellos momentos cuando como sujeto con voluntad de conocer, se deja atrapar por una idea, por un planteamiento, incluso por alguna tesis de un autor consultado que se abre el horizonte de comprensión sobre un problema o un fenómeno. Nunca como en esos momentos, la configuración
de un espacio de compresión teórica, alcanza al entendimiento en un estudiante.
Si a esto se le suma que hay programas educativos (como en el caso de la FACICO), donde sólo se cuenta con un periodo de 3 meses y medio para realizar el trabajo recepcional, lo idóneo es que el estudiante procure o invierta el tiempo en aquello que más tiempo le demanda a quien indaga para un trabajo recepcional: la búsqueda, selección y lectura de literatura especializada. Incluso puede decir que hoy cuando tanto se habla de la necesidad de fundamentar un trabajo a partir de la elaboración de un estado de la cuestión, estado del conocimiento o estado del arte, habrá que señalar que una monografía favorece precisamente eso, la exploración, selección y discriminación de información para sistematizar el conocimiento sobre el tópico que investiga un estudiante a partir de su propio interés.
Aun cuando existen tradiciones a nivel internacional al respecto de este tipo de estudios, pareciera que acá, seguimos pensando que estos trabajos no aportan nada a los estudiantes, ni al programa educativo. Al contrario, favorecen una oportunidad como no la volverá a tener el joven para dimensionar las cualidades de su objeto disciplinario, sin dejar de mencionar las competencias investigativas básica que se desarrollan. Si esto fuera poco, hay que recordar que el documento termina por ser un aporte a quienes vienen detrás de él, al representar una fuente de consulta primaria q
e ha abonado a la búsqueda, organización y selección de información con relación a un objeto disciplinario.
Al respecto de esto planteamientos, hace poco escuché a un colega quien -en el marco del plagio presidencial- decía que las comunidades académicas estamos obligados a repensar si en una licenciatura un estudiante tiene que hacer una tesis, pues en una sociedad del conocimiento como la de ahora, difícilmente en el pregrado todo estudiante está en condiciones de asumir una tesis que contribuya a la generación de conocimiento novedoso o que innove, como originalmente era el sentido de este tipo de investigaciones. Para lo cual, propone el fomento de otras alternativas, para que sólo aquellos que tengan las competencias teórico-metodológicas, inteligencias y destrezas para la realización de un trabajo como el que demanda la tesis, la haga. Tras escucharlo pensé que -entonces-, no estaba tan errado cuando hablo en mis clases al respecto. En fin, que hay mucho por reflexionar y discutir para establecer criterios de pertinencia que tampoco estén por encima de lo que la legislación dice acerca de cómo acreditar una experiencia recepcional o para la obtención de un grado en licenciatura.