Partiré diciendo que si no es por Pepe Barran y el maestro Ferrer, la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a mi vida como docente, hubiese sido más difícil. En el primer caso fue un estudiante con suficientes dominios tecnológicos como para acompañar a un adulto profesor que quería incursionar en ellos; por el otro, un tecnólogo por iniciativa propia, que hasta el día de hoy cuando requiero alguna orientación, con la misma solidaridad de siempre, suele apoyarme.
De entonces a la fecha muchas cosas han ocurrido, a tal grado que soy el responsable de un Cuerpo Académico en cuyo nombre se revela el papel y reconocimiento que les hemos dado a las TIC en nuestra vida académica: Entornos Innovadores de Aprendizaje. Junto a esto tuvo que venir el ingreso a un Massive Open Online Curse (MOOC), en donde conocí y aprendí a emplear herramientas diversas que fueron un auténtico descubrimiento. Aquel curso sobre recursos tecnológicos para las aulas del futuro, me permitió dimensionar el papel que en la mediación de la enseñanza y el aprendizaje, podían tener las tecnologías.
Y sí, no sólo para emplear recursos educativos abiertos he aprendido a curar información, sino también a emplear software para producir material didáctico, donde está incluido el pago de membresía para poder tener espacios de trabajo colaborativo y que mis estudiantes puedan ingresar a ellos para producir algún tipo de material como producto o evidencia de aprendizaje.
Lo que también es cierto (e igual señalo o promuevo entre mis estudiantes de posgrado o en la conferencias a las que se me invita), que lo importante no es el medio como el objetivo de aprendizaje y ahí, la imaginación o la creatividad, no deben tener límites para planear, diseñar y emplear las TIC para la mediación de la enseñanza como para la presentación de evidencias relacionadas con el proceso de formación o aprendizaje de un joven.
Tal es el caso del proceso que viven mis estudiantes de nuevo ingreso, quienes tras tener un taller sobre el uso de «Fuentes de referencia» y el empleo de la Biblioteca virtual de la Universidad Veracruzana, en su etapa de cierre de una etapa de aprendizaje, han tenido que seleccionar contenido para la elaboración de una historieta sobre «El positivismo». Primero han tenido que revisar bases de datos o repositorios para dar respuesta a 4 preguntas que les plantee sobre este método y sus autores; a continuación, de manera colaborativa tendrán que realizar una suerte de libreto para trasladarlo a una historieta producida y anidada en la plataforma Pixton.com, donde deberán poner los créditos como las fuentes empleadas y las bases de datos consultadas. Estas actividades se complementan con un examen de conocimiento que ya han resuelto en línea y del que la plataforma EMIMUS me ha emitido los datos estadísticos de un proceso de enseñanza y aprendizaje que iniciamos en agosto pasado.
Finalmente diría que no ha sido fácil. Aquellos días cuando tenía que preguntar a un estudiante cómo enviar un mensaje por celular, incluso cuando por primera vez me exigieron hacer una entrega por correo electrónico de una tarea en maestría sin haberlo hecho nunca, fue -como hoy sigue siendo- complicado. Cuanto más si se trata de encontrar las formas para que un estudiante desarrolle competencias investigativas, siendo que la concepción o representación que pueden tener de ella, no necesariamente abona al trabajo que debemos hacer en el aula; sobre todo si se trabaja en un periodo con el actual, con poco más de 100 estudiantes en licenciatura, una veintena en maestría y otro tanto en doctorado, para lo cual se ha venido trabajando en 3 plataformas educativas y una para establecer sesiones síncronas en doctorado como es WeBex.
En fin, que la tarea por esto y por aquello, sigue siendo ardua y difícil, pero ahí vamos, atreviendo a pensar que se pueden diseñar itinerarios educativos que sean distintos a los convencionales.