Siempre que tengo ocasión de hacerlo, sea como anécdota o ante una necesidad pedagógica, hablo de la forma en que fui construyendo un hábito de lectura, en donde la historieta jugó un papel primordial: Lagrimas, risas y amor, El libro Semanal, El libro policiaco, entre otros, siendo un tipo de género al que tenía acceso por los hábitos que tenía entonces mi mamá.
Por aquellos años cuando había ingresado a la secundaria, igual me hice de la costumbre de leer en voz alta, esto porque había un señor a quien quise mucho y le decíamos «Papito» (una suerte de «abuelo» que llegó a nuestra vida y se hizo tan importante como para reconocerlo parte de nuestra familia), y quien tras perder su capacidad visual, le gustaba que mi hermano Daniel y yo, le leyéramos.
Con el tiempo nos dimos por enterados de la importancia que tiene este tipo de lectura, tuvimos ocasión de conocer el trabajo de Sofía Álvarez como «Cuentacuentos» en lo que entonces era IMEVISIÓN, para que -muchos años después- supiéramos que también Mario Iván Martínez era un avezado recreador de historias para niños.
Si bien no lo pude hacer con mi hijo Aldo (las razones fueron diversas), con Ximena y Emilio, tengo por costumbre leerles en voz alta cuentos y novelas cortas para niños y adolescentes, un experiencia que ha dado un giro en los últimos tiempos, pues a esas historias de ficción también se han sumado libros sobre dinosaurios, reptiles y últimamente, de mitos y leyendas universales; lectura que lo mismo hago por la noche que por las mañanas antes de que Emilio ingrese a su clase.
Pero el giro también está dado por el hallazgo que hace poco ha hecho mi hijo en YouTube. Allí hay contadores de historia capaces de recrear universos narrativos a partir del empleo de juguetes, casi siempre personajes de series infantiles que hoy son una referencia en el entretenimiento televisivo que viven nuestros niños.
Estos novedoso «Cuentacuentos», aprovechan el universo de Peppa pig, de los Grossery gang, de los personajes de Bajoterra o algún otro serial televisivo de los que suelen ver nuestros hijos, para contar historia simples que terminan por entretener a los niños y despertar en ellos la imaginación. Entiendo que es una suerte de modelo de negocios particularmente redituable, pero no deja de llamar la atención la forma en que se recrean historias, algunas de las cuales terminan por ser interesantes y detrás de ella hay una suerte de moraleja. En verdad, me ha tocado ver algunas que resultan interesantes (incluso para abordar temáticas como la diversidad o la inclusión) pero también otras que -francamente- resultan lamentables.
Interesantes en términos educativos es ver, la manera en que Emilio se apropia de información, de cómo se involucra en las historias, del lenguaje que ha ido adquiriendo, pero también, de la manera en que termina por pedir se le compre alguno de esos juguetes para construir nuestros propios universos. No obstante, es justo señalar que hace algún tiempo quise replicar algo de lo que estos «Cuenta cuentos» versión web 2.0 realizan, pero apenas tuve la habilidad para reproducir una mezcla de historias venidas de universos tan dispares como Peppa pig,los Advengers y los X-Files, experiencia que resultó interesante unos instantes pero después francamente penoso.
Así que mientras sigo aprendiendo a aceptar estas formas de construir universos infantiles a partir del empleo de la imaginación y un puñado de juguetes que circula en esta plataforma digital, lo cierto es que cuando puedo y Emilio o mi hija (con quien tengo a medias la novela Los libros que leímos juntos y otro de Juan Villoro en su modalidad de narrador para adolescentes) me piden que les lea, lo hago tras convencerme que debo estar con ellos y que lo demás puede quedar pendiente, pues la lectura en voz alta o en su modalidad vicaria, termina por ser una experiencia que me entusiasma, sobre todo cuando imposto la voz al leer las leyendas o trató de recrear la actitud o comportamiento de un personaje.
Así que aquí sigo, junto a mis hijos aprendiendo a degustar de la lectura, para que en los momentos que no pueda, los nuevos cuentacuentos, hagan de las suyas y faciliten en mi hijo arborecer con su imaginación. Sé que aquí, como padres debemos estar también cerca, pues detrás de estas fórmulas narrativas, hay todo un negocio y si queremos un componente ideológico que hay que mediar. Es una tarea pendiente.
Comentarios
Estimado Genero,
Muchas gracias por compartir tu experiencia de gozo al leer con tus hijos. Sofía Álvarez fue mi cuenta cuentos cuando era niña. Ella viajaba todos los días a través de las ondas sonoras de la radio, para llegar hasta el campo en donde yo vivía; allí, mis hermanos y yo todos cada mañana tomábamos una dosis de imaginación antes del desayuno y por supuesto antes de irnos a la escuela, pues escuchábamos sus cuentos. Sofía comenzaba su sesión cantando: «Cuando cuentes cuentos, cuenta cuántos cuentas, porque si los cuentas, cuentas, cuántos cuentos, cuentas tu».
Muchas gracias por tu publicación. !Un cordial saludo!
Martha Castro
Gracias Martha por tus comentarios, me parece que fuimos parte de una generación donde Sofía Álvarez y sus historias acompañaron nuestra niñez y adolescencia.
Saludos
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